"Tonight I'm a let you be the captain.
Tonight I'm a let you do your thing, yeah.
Tonight I'm a let you be a rider.
Giddy up, giddy up, giddy up, babe"No era odio, no era amor; lo único que los unía era el placer. Los sonidos, las expresiones, los gritos ahogados y las caricias eternas. Las embestidas de uno, los gemidos del otro. La irremediable calentura que provocaba el saberse antiguos rivales. Las miradas fuera de la habitación, tan cargadas de indiferencia y mentiras.
Como si no se follaran con fuerza cada que podían. Como si no existieran esas caricias por debajo del uniforme después de los partidos. Como si no hubiera complicidad.
Como si no fuera el sexo lo único que los mantenía en esa habitación tan embriagada de calor.
Sus cuerpos sudaban, su piel no encontraba un centímetro sin la caricia ajena. Uno arremetía con fuerza y el otro permitía con agrado ser penetrado sin piedad. Gemían ambos, mordían: uno la piel y el otro la almohada. Y el que dominaba esa noche, atractivo chico de lentes de contacto, sonreía victorioso ante esa visión. Ese sexy pelirrojo que cubría su rostro para ocultar las más deliciosas expresiones que alguna vez reveló.
Ahí estaba, gimiendo con la boca bien abierta, el ex Inashiro. Debajo de su cuerpo, dispuesto, sonrojado y entregado al más bajo placer que era sentir el miembro de la persona que tanto despreciaba dentro de él.
¿Cuántas veces se lo dijo algunos años atrás? ¿Cuántas veces afirmó: «Te odio»? Honestamente, ahora no le importaba. Ahora importaban esos movimientos de cadera tan seductores que sólo incitaban a más cosas sucias; ahora sólo importaba lo duro que se ponía con sólo mirar sus ojos, cada tanto, para comprobar el estado en el que se encontraba. Nadie nunca lo había odiado tanto, eso era cierto; las palabras y las miradas que ese chico le regaló desde que rechazó ese equipo perfecto jamás fueron amables. Malos deseos y eternas culpas; sólo eso había.
Hasta que un buen en el bar el alcohol los llevó a discutir. A discutir hasta que el cátcher notó lo cerca que estaban el uno al del otro. Hasta que descubrió que, debajo de aquel fleco que solía ocultar parte de su rostro, se encontraba un sexy lunar. Una caricia y la intensidad del momento bastaron. O tal vez no. Tal vez fue algo más. Tal vez fue la irremediable atracción física a la que estaban atados desde la primera vez que se vieron en los vestidores del equipo profesional. Los cuerpos adolescentes habían quedado atrás. Las formas adultas de sus músculos lucían ahora tan bien en esos delgados uniformes de entrenamiento.
Sus piernas, esos glúteos, vaya tríceps... ¿Cuándo fue que Shirakawa Katsuyuki abandonó esa complexión más bien delgaducha para adquirir tantas formas? ¿Y por qué tenía tantos deseos de sentirlo?
El parador en corto dejó escapar un muy sonoro gemido y enseguida el cátcher sintió cómo su vientre se llenaba de ese líquido viscoso que tanto conocía... Y que a veces disfrutaba de probar.
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Rude boy |Shirakawa/Miyuki|
FanfictionNo era odio, no era amor; lo único que los unía era el placer. Los sonidos, las expresiones, los gritos ahogados y las caricias eternas. Las miradas fuera de la habitación, tan cargadas de indiferencia y mentiras. Como si no hubiera complicidad. A...