CAPITULO 16

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Camine entre pasillos buscando la habitación de mi ex-alumno. Oía voces reírse entre ellas, supuse que era la familia de Nagisa...

Él... esta aquí, a mi alcance. Con esa sonrisa y timidez irresistibles, como si fuera un maldito ángel. Sonreí emocionado llevando mi mano a mi labios, reprimiendo una risita. Hace que mi corazón quiera estallar de alegría.

Sin embargo, me obligo a mantener la compostura, por lo menos hasta salir de la casa del señor Duqueit

Caminé y alcancé ver la puerta que me había indicado Terasaka de donde se encontraba Itona. Toque la puerta pero no hubo respuesta. De repente recordé ciertas cosas del pasado que me involucraban con Itona y trague duramente, pensando en la posible situación que ocurriría ahí adentro.

Ya ni hablar, Itona es un buen amigo y sabe muy bien que dejamos eso por La Paz. Me repetí mentalmente eso para tranquilizarme, giré la perilla y entré, la luz estaba apagada. Busqué entre mis dedos el interruptor de la pared, sin embargo, cuando las luces se prendieron. La puerta había sido cerrada con fuerza, dando un portazo seguido del cerrojo. Giré mi cabeza a ver el autor de dicha acción.

Itona...

-¿Que estas haciendo? - Y como un idiota preguntando cuando era claro lo que estaba pasando, su cabello alborotado, la mirada lujuriosa y burlesca con la camisa a medio abrir.

-Me alegra que hayas venido. - Fue su única respuesta para acto seguido atacar mi pecho, jalando la camisa y estampando sus labios contra los míos, mordiendo y apoderándose de ellos tal cual amante apasionado.

Si... en otro tiempo le hubiese seguido el juego... sin embargo.

-Itona ya habíamos hablado de esto. - Exclamé neutral pero serio, alejando su delgado pero atractivo y tentativo cuerpo de mi vista. Entre los botones de la camisa se divisaba ese pequeño botón rosa que un día muy lejano me gustó morder y acariciar.

-Pues no creo que unas cuantas palabras hayan bastado para borrar lo que pasó entre nosotros ¿no?. - Su lengua humedeció lentamente sus labios, Desvíe la mirada, este chico es tan...

-Esa noche dejé muy en claro que te veía como un hermano. - Vaya hermano, sonó irónico el leve pensamiento de una conciencia muy malvada arraigada en mi cabeza.

-Le dicen hermano a la persona que te coges todas las noches, no sabía eso. - Rió dejando ver su gran sonrisa cínica, pero sin separar esa mirada deseosa llena de lujuria.

-Itona... - Su nombre en sentencia le hizo sonreír con molestia y cinismo.

-No soy de nadie Karma, bebé gorila no es mi dueño, por ende puedo acostarme con quien se me pegue la gana. - Exclamó como si hubiese leído mis pensamientos sobre la "verdadera" razón por la que no me atrevía a comérmelo como hace mucho no hacía

-Esta bien, tu libertad es tuya... pero no lo hagas con los amigos de alguien que está verdaderamente enamorado de ti. - Respondí molesto.

Para ponerlos en contexto, hace unos años, cuando me dieron una terrible noticia, donde mi libertad se encontraba presa del compromiso, acudí a la casa de Itona, porque era mi alumno, me escuchaba y entendía completamente... sin embargo, esa noche bebimos demasiado, contando nuestras penas y auto consolándonos por las porquerías que pasaban en nuestras vidas, que, termine enredado entre las sábanas de aquel jovencito al que le daba cátedra.

Me enrede tanto con su cuerpo, que probar su piel era como la droga diaria de mi existencia. Lo hicimos en diferentes lugares, en diferentes posiciones y con una locura pasional y desenfrenada que me confundía y cegaba pensando que era amor.

Prohibido (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora