Pedí a Raquel que por favor me dejara sola, le costó pero al final aceptó.
No almorcé, no tenía hambre. Tras dar el pecho a Ibiza y dejarle durmiendo decidí dar una vuelta en coche para aclarar mi cabeza.Aparqué el coche en un estacionamiento vacío en cualquier parte, había conducido por un largo rato.
Compré una caja de tabaco y dejé que el primer cigarrillo se consumiera en mis labios, el tiempo en ese coche pasaba lentamente.
Intenté pensar con la cabeza fría, estos días con Raquel habían sido maravillosos, el sonido de unas fuertes gotas sobre el parabrisas me sacó de mis pensamientos haciendo que recordase aquella navidad en Madrid.Flashback:
Estaba en el coche esperando a Raquel fuera de su casa, era nochebuena, estaba pasándola con su familia y me dijo que pasara a recogerla, que quería irse. No me dió más datos y no me hizo falta, diez minutos más tarde estaba con mi coche detrás de su casa.
La vi salir por una ventana del baño trasero y correr hasta mi coche, su torpeza me hizo reír.
Se subió al coche y cerró la puerta rápidamente.
R- Arranca corre, antes de que se den cuenta de que me he ido. -obedecí y aceleré un poco.
Yo- ¿y esas maniobras de evasión a tu familia? Creía que te gustaba pasar la navidad con ellos.
R- sí, pero prefiero estar contigo, y bueno, yo creí que tú estarías con la tuya...
Yo- Ya sabes que no viven aquí.
R- Pensé que vendrían. -suspiré.
Yo- Pues no.
R- Bueno, yo estoy aquí. -acarició mi mano sobre el volante.
Llovía bastante, no había coches en la carretera. Todos estaban celebrando la cena de nochebuena con su familia y amigos.
Yo- ¿a dónde quieres ir?
R- Me da igual, mientras sea contigo como si quieres dormir en el coche.
Yo- Me acabas de dar una idea.
R- Miedo me dan tus ideas.
Yo- ¿no decías que daba igual mientras fuera conmigo? -Ella simplemente soltó un risilla.Decidí conducir hasta uno de los mejores miradores de Madrid, estuve un largo rato conduciendo, la lluvia había cesado y había caído completamente la noche.
Llegamos y aparqué el coche.
Yo- Hemos llegado. -nos bajamos del coche y pudimos ver toda la ciudad iluminada por las luces de navidad.
Raquel se pegó a mí apoyando su cabeza en mi hombro.
R- Esto es maravilloso Alicia, gracias.
Yo- ¿gracias?
R- Por traerme.
Yo- No hay de qué. -nos quedamos un rato observando las luces hasta que el frío nos ganó y decidimos entrar al coche.
R- No me apetece volver a casa ahora...
Yo- Quédate aquí, quiero decir, conmigo.
R- Me parece buen plan. -cogimos unas mantas que tenía en la maleta del coche y acomodamos los sillones a modo que pudiéramos dormir dentro.- Te quiero mucho Ali. -Dijo mientras acariciaba su cara.
Yo- Yo también.
R- Prométeme algo.
Yo- Tú dirás.
R- No importa cuantas veces discutamos o peleemos. Siempre vamos a volver a estar juntas, no vamos a dejar de ser amigas. -me dijo con una ternura a la que era imposible resistirse.
Yo- Te lo prometo, nada podrá separarnos. -Raquel entrelazó nuestras manos y cerró los ojos para dormir, tras unos segundos observándola me dormí yo también, volvía a llover, el sonido de la lluvia se intensificaba dentro de ese coche.
Pero nos daba igual, lo único importante es que estábamos juntas.Nos despertamos adoloridas por dormir en ese coche.
Aún somnolientas buscamos la mirada de la otra, y al encontrarla sonreímos sinceras.
Tras unos segundos nos estiramos para terminar de despertarnos.
R- Creo que tengo tu regalo de navidad.
Yo- ¿mi regalo? Pero yo no te he comprado nada.
R- Tranquila, se me ocurrió anoche. Un tatuaje.
Yo- ¿quieres que tus padres te maten?
R- Ya estoy mayorcita para eso.
Yo- Ya, pero aún así tienes que escaparte de casa por la ventana trasera... -dije riendo, a lo que ella me dio un suave golpe.
R- Serás boba... ¿qué me dices?
Yo- Vale, pero es navidad... ¿habrá algún sitio abierto?
R- Seguro que sí. -esa mañana, tras desayunar un chocolate caliente en una cafetería, nos recorrimos todo Madrid tratando de buscar un tatuador que abriera ese día, y lo encontramos.
Yo- ¿qué te quieres tatuar?
R- Una "A" y tú una "R".
Yo- Me parece fantástico. -Ella decidió tatuarse una "A" justo detrás del lóbulo de la oreja, y yo hice lo mismo con la "R".
Eran dos letras minúsculas fáciles de disimular o cubrir con maquillaje.
Pagamos al tatuador y salimos del local.
Pasamos el resto del día recorriendo las calles de Madrid, pensando en que esa dicha no terminaría nunca.
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CATARSIS
RomanceMe hace sentir huracanes en el estómago. Catarsis, simbiosis, orgasmos... Es mi veneno, pero mi único antídoto. Sus ojos son el delirio en el qué pasaría el resto de mis días, como si de ese modo, la realidad fuera a doler menos. Esta historia trat...