Limpieza

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Se dejó caer con cansancio en el sofá de su departamento, completamente agotada del trabajo. Tenía manchas de tierra en el rostro, manos, y una que otra gota seca de sangre en su piel. Estuvo más de cinco horas recorriendo el bosque, tratando de cazar al animal que estuvo invadiendo el pueblo cercano, robando las cosechas. La mayoría de las veces trataba de encontrar una solución donde no involucrase la muerte del animal, pero esta vez, no hubo mucho caso.

Comenzó a desabotonar su camisa blanca (que ya no era tan blanca por la tierra), siseando por lo bajo por los calambres de sus músculos adoloridos. Hisoka no estaba por ningún lado, lo cual es normal, dado el horario. El pelirrojo solo aparecía cuando el sol caía, igual que un vampiro.

Mientras se despojaba de sus prendas y las acumulaba bajo su brazo, el hilo rojo del destino apareció a su alrededor, flotando como siempre.

—Parece que alguien está de buen humor —murmuro, percibiendo un poco de la sed de sangre de Hisoka.

Metió la ropa sucia en el lavarropa, quedando en ropa interior. Rasco una de sus piernas con el pie, escuchando el sonido metálico del electrodoméstico y el agua al trabajar en sintonía. Sus ojos se cerraron, creyendo que en algún lugar no muy distante de donde se encontraba, podía ver la figura alta de su alma gemela, quien seguramente estaba haciendo de las suyas en la ciudad.



Sacudió una de las cartas, quitando la sangre fresca que goteaba de la misma. Había varios cuerpos a sus pies; cazadores que intentaron amenazarlo. Solía pasar seguido, no se imaginó que habría tantas personas dispuestas a pelear con él. Obviamente, les dio un buen show, pero una vez obtuvo su diversión, decidió darle un final rápido a todo.

—¿Hm? —sus ojos dorados se detuvieron en el hilo rojo que apareció alrededor suyo, y ladeo la cabeza con una sonrisa—. Limpieza, ¿huh? Parece que ambos estamos haciendo lo mismo, (T/n) —camino por encima de uno de los cuerpos, recogiendo las cartas desparramadas.

Sujeto uno de los extremos del hilo, pronto llevándolo a sus labios, dejando un beso sobre el mismo.

Con un tarareo, Hisoka continúo caminando, dejando unas pisadas rojizas a medida que avanzaba.

Ah, no podía esperar para que sea de noche. 

25 días con Hisoka [Hisoka Morrow x Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora