XVII: You Will Be Okay

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Ese ardor que me mataba por dentro comenzó a tomar forma de pronto, no sabría como explicarlo. Pero dejó de ser un simple ardor, ya no era ese calor infernal que me quemaba las piernas y los brazos, o que me atormentaba al acribillar mi pobre y delicado corazón inservible.

Era extraño, como si se hubiera vuelto parte de mi. Como si fuese algo propio, como una ira o molestia guardados. Un resentimiento histérico que mi corazón había adoptado como suyo.

Ni yo entendía lo que me ocurría, imagínense si les intentara explicar... Pero creo que he logrado resumirlo bastante bien.

De pronto, entre todo mi mundo envuelto en llamas, algo más frío me rozó el hombro.

-¡Doctor Williams, lo necesitamos con urgencia! -vociferó una enfermera muy cerca de mi.

-¡Justo ahora estoy algo ocupado!-respondió el doctor quien se oía algo ajetreado, como si lidiara con algo difícil.

-Es la señorita Stark, señor.-intentó convencer la preocupada enfermera.

-¡¿Qué mierda le pasó a mi hija?!-grita un entonces histérico Anthony Edward Stark.

¿Qué mierdas hacia Tony ahí?

Vino a buscarnos. No le atendimos las llamadas. Y seguro estamos aquí desde hace mucho rato.

Recordó mi voz de la razón.

-Tony, por favor cálmate.-suplicó Osborn en tono adolorido, y yo me lo imaginé tomando a mi padre del hombro, haciendo que retrocediera.

-¡Cálmate una mierda, Harold. Exijo ver a mi hija AHORA!- exclama el magnate.

El doctor balbuceo un par de cosas. Pero mi atención se fijo de lleno en dos respiraciones. Una que estaba un tanto acelerada, supuse yo por la corredera, y la otra que era un tanto más lenta, que mis oídos identificaron como propia de Parker.

¿Cómo logré identificarla? 4 años durmiendo con Spider-man escondido entre mis sábanas o sobre el pecho de Peter Parker te daban al menos la capacidad de identificar el silbido de su nariz.

O al menos eso creía yo.

-Peter...-susurre a penas audible para alguien más que yo. Honestamente ni siquiera puedo decir que mis labios se desplegarán para pronunciar aquel nombre.

No sentía más que calor. Eso y nada más.

-Tony, te lo ruego, sal de aquí. Ella aún no está estable. Y necesita del mayor cuidado posible. Los doctores nos dirán cuando podamos verla.-insistió mi amigo el pelinegro de ojos verdes.

-Señor Stark, Harry tiene razón. Usted lo sabe. No lo hubiera llamado si hubiese sabido que se pondría así.-dijo entonces el joven arácnido, cuya voz fue casi como un botón de ignición en mi.- Ella no debe alterarse. Mucho menos con su condición. Se lo pido de rodillas si lo desea. Pero suelte al doctor y venga con nosotros a la sala de espera.- La voz de Peter sonaba ahogada, como si la debilidad que mostró estando en mi departamento se hubiera apoderado ahora de todo su cuerpo, y lo hiciera incluso más vulnerable y roto de lo que ya estaba.

Papá pareció pensar aquellas palabras un par de segundos. Hasta que finalmente cedió.

Se escucharon algunos pasos alejándose y la caída de algo. Entonces entendí que Tony tenía al doctor tomado del cuello, y seguramente empotrado en una pared.

-Sentimos mucho esto, Richard.- se disculpo un Tadashi algo apenado, y yo me lo imaginé ayudando al doctor.

-No te preocupes, Hamada. Yo estaría igual que él si a Lukas le pasara lo mismo. Pierde cuidado con esto.- replica el especialista, quien pareció acercarse directamente a mi, pues sentí a alguien más entrar en la habitación.

One last chance. -Tadashi Hamada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora