Capítulo 6

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Intenté retomar mi vida sólo por mi hija, pero la verdad es que todo fue un desastre. El siguiente año me había evocado completamente en mi trabajo, ni siquiera me molestaba lo que mis jefes opinaran sobre mi reputación de torturadora, es más... Hubo un momento donde me llamaban para hacer interrogatorios ilegales de índole internacional, ya sea por trata, narcotráfico, entre otras cosas.

Se acercaba la fecha de la cena previa a vacaciones de verano, hacía unos meses se había cumplido el primer aniversario de la muerte de Germán y aún me dolía como si tuviera una daga incrustada en el pecho, lo que menos quería era ir a la jodida fiesta. Mis suegros, principalmente Óscar, me insistió en que fuera a distraerme aunque sea un rato pues ellos se quedarían cuidando a Leo. Por otro lado tenía a Tamayo, un coronel y mi jefe insistiendo en que la presencia de todo el personal era de suma importancia ya que, como todos los años, anunciarían ascensos y se rumoreaba que habría nuevo personal importante de otros sitios en la comisaría. ¿A mí qué coño me importaba?.

En la cena me la pasé hablando con Suárez, me contó de su divorcio y luego charlamos de nuestros hijos y gracias al cielo evitamos el tema de Germán, era demasiado respetuoso y se lo agradecí más que nunca. Después de comer presentaron los ascensos y Suárez obtuvo uno a Inspector al mando del Grupo Especial de Operaciones, el Comando de Élite en otras palabras... Para ese entonces yo legalmente aún era Inspectora en Negociaciones Nacionales y, en aquella ocasión me dieron jurisdicción Internacional, después de 5 años luchándola. Dentro de todo el barro, eso fue bastante bueno y me dio un poco de alegría. Cuando volví a mi asiento con el reconocimiento firmado dejé de prestarle atención a los notificantes y la centré en mi colega, Suárez estaba guapo y muy feliz.

Volteé un segundo a mirar el pequeño escenario del lugar y vi que a un lado de Tamayo y Prieto habían varias caras nuevas, entre ellas un tipo caucásico, de pelo negro que atrapó mi mirada por unos instantes, era alto... Mientras hablaba con mis jefes largó una risotada, era extraño pero no pude dejar de mirarlo hasta que él se percató de ello y volteó a mirarme, también con interés. Levanté las cejas y voltee a mirar en dirección a Suárez.

Más tarde pusieron música y la mayoría se levantó a bailar, Suárez me invitó a unirme y me negué rotundamente, no es que no supiera o tuviera vergüenza, simplemente no quería

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Más tarde pusieron música y la mayoría se levantó a bailar, Suárez me invitó a unirme y me negué rotundamente, no es que no supiera o tuviera vergüenza, simplemente no quería. Acabó convenciéndome a pararme, pero sólo para buscar una bebida en el bar del salón, de vuelta me encontré con otros colegas y viejos amigos, nos detuvimos y nos pusimos a conversar con los tragos en mano y la música de fondo.

- ¿Qué te parece un lugar menos ruidoso y más íntimo?- Suarez susurró en mi oreja alzando las cejas y sonrió, lo que me provocó una carcajada.

- Ese me parece un buen plan-

- Perfecto, voy al baño y nos vamos-

- Vale- Dejé mi vaso vacío en una de las mesas y seguí conversando con los demás. De pronto pusieron una balada y observé como la mayoría se agrupaba en parejas.

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