𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨

248 18 64
                                    

•──•°•❀•°•──•

•──•°•❀•°•──•

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

•──•°•❀•°•──•

¡Te dije que funcionaría!

Y no hay otra persona que sepa mirarme.. no hay.

Viernes 6:30 am.

El amanecer aún era oscuro, faltaban unos pocos minutos para la llegada del sol, al igual que faltaba poco para el comienzo de las clases habituales. Noah y Finn aún seguían indagando entre códigos, contraseñas, tipos de rastreo, aunque verdaderamente era algo difícil burlar la señal y al mismísimo teléfono celular.

El rizado le daba los últimos detalles a una página de su cuadernillo──¿Quieres algo de desayunar?

Noah tenía su rostro apoyado sobre el teclado de la computadora──Creo que voy a necesitar una cirugía de ojos, me voy a quedar ciego

──Bien creo que no quieres desayunar──se contestó a él mismo──Noah──susurró caminando hacia él y tocando su hombro.

El castaño le agarró la mano y le dió un beso──Agh Jaeden tienés la mano súper seca, te dije que usarás una crema

Finn apretó sus labios aguantando la risa y volvió a moverlo──Noah.. hay bacterias en el teclado

──¿Qué hay que cosa?──saltó de la cama dejando la computadora sobre esta misma.

──Ve a dormir, no iremos a la escuela hoy──bostezó volviendo a acostarse──¿Pudiste encontrar alguna otra cosa?

Noah se acostó en el colchón tapándose──Mañana vamos a ir a mi casa a buscar un aparato que nos va a facilitar todo

──¿Y cómo funciona?

──Mañana te digo──se dió vuelta para no mirarlo aunque Finn estaba acostado en su cama, la cual estaba a unos cuántos metros de él.

──¿Va a funcionar?

──Mañana te cuento

Finn asintió──Pero.. ¿Ya lo usaste alguna vez?

──¡Que mañana te digo!

──Bien pero ¿Tú qué crees? Porque si tu crees que no va a funcionar quizás intentemos con otra cosa

Noah rodó los ojos bufando y se tapó la cabeza con la almohada. El rizado rió internamente y se acomodó en la cama, realmente el castaño le hacía demasiada falta, eso comprobó que no podría estar alejado mucho tiempo de él.

Mientras tanto en el jardín trasero de la casa Grazer, ambos adolescentes estaban acostados en una hamaca paraguaya, sus cuerpos se encontraban pegados, tal como el chicle en la suela de una zapatilla, aunque ellos parecían no notarlo, hablaban de miles de cosas, contaban anécdotas divertidas, anécdotas completamente raras y otras un tanto melancólicas, hasta que llegó la pregunta que Jack tanto temía.

₱ɌɆ₮₮¥ ₲ƗɌⱠ  [Fᴀᴅɪᴇ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora