Capítulo 8

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Sofia

Pasado

En esta ocasión Paulina y Sofia estaban en su cuarto jugando a las muñecas mientras discutían cuál era más hermosa y cual era mejor, tenían ya 6 años y se encontraban en una de las mejores etapas de sus vidas, en esos años de inocencia y vida despreocupada en la que solo pensaban en una cosa: en divertirse y jugar.

—¿No lo vas a aceptar? — pregunta Paulina de una manera arrogante.

—¿Que mi muñeca es más hermosa? Es una realidad — mencionó con un aire de superioridad.

—No es cierto.

—Si es cierto.

—Eso es mentira, solo tienes envidia porque escogí el mejor atuendo.

—¡Mamá! — gritó Sofia mientras bajaba las escaleras con su muñeca en la mano y se dirigía hasta donde estaba su mamá la cual se encontraba sentada en el sofá leyendo una revista. —Mamá, Paulina no quiere aceptar que mi muñeca es mejor que la suya.

—No es cierto, ella está molesta porque escogí el atuendo que más le gustaba para la muñeca—dice Paulina llegando detrás de ella.

—Niñas. No tienen que discutir por eso, sus muñecas están bonitas las dos al igual que ustedes —les responde su mamá en un tono dulce.

—¿Bonitas? ¿Solo bonitas? La mía está hermosa —dice Paulina.

—Pues las dos son hermosas, ya está, si lo dices tú es porque es así ¿no crees? Lo mismo contigo—dice esta vez observando a Sofia. La verdad Lana no le prestaba mucha atención a eso ya que pelearse por pequeñeces era normal en los niños, pero no quería que estoy fuera a mayor y que las niñas estuvieran molestas.

—Está bien, yo me voy— Paulina se va al cuarto con la cabeza gacha.

Su hermana estaba a punto de seguirla, pero en vez de eso se quedó observando lo que su mamá hacía hasta que algo en el rostro de su madre llamó su atención, la cicatriz poco notable que tiene en el labio. Es como una herida muy bien curada ya que desde lejos no se nota.

—Mamá... —me acercó hacia ella — esa marca que tienes en el labio... ¿cómo sucedió? ¿Qué te pasó?

—Ay! La curiosa Sofia salió a flote, pero está bien, te lo contaré —dice ella dejando su revista a un lado. —Cuando era una niña, así como tu yo tenía un gato al que quería muchísimo así que lo cuidaba y le daba muchos mimos, pero un día un perro de uno de los dueños del vecindario lo atacó y yo bien inocente lo defendí de ese animal salvaje por lo que en mi acto heroico obtuve esta cicatriz que ves aquí de parte del perro.

—Osea que fuiste algo así como una heroína —dijo Sofia mirando sorprendida a su madre — Quisiera ser tan valiente como tú.

—Gracias, pero yo no diría que fui una heroína, simplemente reaccioné a mi instinto.

Después de Sofia haber escuchado la historia que le contó su mamá se fue al cuarto de su hermana a seguir jugando con ella, un rato más tarde se dirigió hacia su cuarto ya que quería hacer otras cosas. Tomó un libro de texto y empezó a recortar todas las imágenes de lugares, personas y cosas para acto seguido pegarlas en un pequeño cuaderno, desde siempre ha querido viajar por el mundo y conocer muchas personas por lo que hacía algo parecido a un álbum de fotos como medio de entretenimiento, aunque luego recibía regaños por desperdiciar todo su material escolar.

Pasaron unos minutos cuando acababa de recortar la última imagen y cuando estuvo a punto de pegarla y enseñarles a su mamá y papá su trabajo se dio cuenta que el pegamento se había acabado por lo que se dirigió a una repisa en busca de más, pero noto que estaba muy alto para ella e intento poner los pies de punta para ver si la podía alcanzar pero no lo logró, así que; intentó subirse en la repisa y sí funcionó un poco, solo faltaba poco para alcanzarla así que extendió el brazo para obtener la botella de pegamento, cuando lo tuvo en su mano intentó bajar de la repisa pero lo único que logró fue caerse y junto con ella tirar un frasco de vidrio, así que al hacer contacto con el suelo se incrustó un vidrio en la mano.

—¡Mamá! ¡Papá! — fue lo único que podía salir de su boca en ese momento ya que estaba asustada y con lágrimas en sus ojos.

—Pero ¡¿qué te pasó?!— preguntó su papá alarmado para acto seguido irse en busca del botiquín de primeros auxilios.

—Quería pegamento y me caí de la repisa— dijo con sus ojos llorosos.

—¿Sofía que les había dicho antes a tu hermana y a ti sobre eso?

—Que si queríamos algo que te lo dijera a ti o a mamá...—contestó.

—Exacto, no vuelvas hacer eso; imagina que la repisa hubiera caído encima de ti o que te hubieras hecho una herida más grave —dice su papá mientras terminaba de vendarle la mano— Ve a tu cuarto, yo recogeré esto.

Unos minutos después escuchó que tocan la puerta de su habitación

—Oye ¿puedo pasar? —pregunta Sean asomándose a la puerta.

—Adelante — dijo para seguido moverse hacia un lado de la cama y hacer espacio para que su papá pudiera sentarse— ¿estás molesto?

—La verdad estoy más preocupado que molesto, y te quisiera preguntar por qué no hiciste lo que te había dicho, por qué no llamaste a tu mamá o a mi.

—Bueno. Yo creía que podía lograrlo.

—¡Ay Sof! Tienes que ser más obediente, pudieron haber ocurrido cosas peores.

—Está bien pá, la próxima vez si haré caso.

—Muy bien. Tu hermana se está alistando para ir al parque ¿quieres venir? — pregunta Sean.

—¡Si! Claro que quiero ir —responde Sofia para rápidamente buscar sus zapatos favoritos y ponérselos.

Cuando Paulina estuvo lista se dirigieron inmediatamente al parque.

—Hola— se acerca una niña más o menos de la edad de Sofia hacia ella — ¿Cuál es tu nombre?

—Sofía ¿y el tuyo?

—Sarah— dijo de una forma alegre— ¿jugamos?

—Claro

Sarah, Pau y Sofia corrían y jugaban por todo el parque hasta que llegó la hora de irse a sus casas.

***

—¿Dónde estoy? ¿Cómo llegué a casa? — dice Sofia al despertar en su cuarto y al encontrarse con su madre cubriéndola con la manta.

—Te quedaste dormida de camino a casa y tu padre te trajo en brazos—respondió Lana.

—Mamá. ¿Crees que algún día podría ver a mi abuelo? A tu papá me refiero— pregunta curiosa e inocentemente Sofia lo que hace que Lana se ponga un tanto nostálgica.

—Sofi, tu abuelo ya no está en este mundo; bueno, por lo menos no con nosotros.

—¿Por qué? ¿Qué le pasó?... Quisiera saberlo por favor— suplicó con sus manos entrelazadas.

—Bien. El abuelito murió hace mucho, así como yo salvé a mi gatito él también me salvó a mi. Yo tenía quince años y él unos cincuenta cuando todo ocurrió, esos tiempos eran muy raros y pues, ese día una agresora de la misma edad que yo andaba con una pistola Uzi cargada y disparó y el abuelito recibió el disparo en el pecho y murió a causa de la herida por querer protegerme.

—Eso suena muy feo— dice triste—¿Entonces ya no podré verlo?

—Podríamos ir a visitarlo en el cementerio— dijo Lana tratando de no reflejar su tristeza.

—El abuelo es un Ángel ¿cierto?

—Sí, y está cuidándonos a todos desde allá arriba.

—Que bien, quisiera ser una superheroína como ustedes — dijo mientras bostezaba para seguido recibir un beso de parte de su madre y caer en un profundo sueño.








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