Andrey fumaba de forma compulsiva mientras dejaba su mirada perdida en cualquier lugar menos donde debería estar fijándose. Los gritos, las suplicas y los ruidos ensordecedores de los golpes no llegaban del todo a sus oídos. Volviendo en sí cuando algo salpicó su rostro, parpadeando ligeramente y pasándose una de sus manos enfundadas en unos guantes negros de cuero, viendo que efectivamente era sangre. Suspirando y prestando atención a sus hombres que habían dejado medio muerto a un camello de poca monta que había intentado revender su droga por otros territorios. El territorio y negocio de Yuri era agotador, en esos momentos entendía el porqué nadie había querido esa porción de la tarta y sobretodo, lo ideal que era el carácter del rubio para este negocio. Andrey acercándose a ese hombre que tumbado en el suelo vomitaba sangre mientras dejaba sus ojos clavados en otros dos que eran básicamente el escarmiento.
"¿Habéis entendido que es lo que no podéis hacer?" Andrey dándole una última calada a su cigarrillo miró a esos dos que no dejaban de ser dos chavales, demasiado drogados y con unos aires de grandeza que les vinieron demasiado grandes. Apagando la colilla en la mano del que estaba a punto de descansar por siempre y moviendo el cuello para intentar relajarse. "No podéis vender el producto de Yuri Gólubev a vuestro nombre, mezclando con otras mierdas para rebajar costes. Es un insulto."
"No lo haremos más tío... de verdad, perdónanos la vida." Uno de ellos miró a ese hombre que parecía sacado de una película de terror. Llevaba un traje chaqueta negro, el cabello castaño oscuro hacia atrás y esa enorme cicatriz cruzando su rostro. Y lo que más miedo daba es que debía estar tan acostumbrado a asesinar, que ni se había molestado en intervenir cuando esos guardaespaldas molieron a golpes al que era su jefe.
"Esta vez... solo habrá un muerto." Andrey resoplando sacó de su cintura una pistola con silenciador, disparando al momento en la cabeza del hombre que agonizaba y viendo como esos dos chicos pegaban un respingo. Uno de ellos inclusive orinándose encima, chasqueando la lengua molesto y apartándose. "Deshaceros del cadáver y a estos dos, dadles una paliza. No los matéis, si vuelven a intentar vender nuestro producto acabaremos con ellos."
Andrey vio como sus hombres asentían, apartándose de esa escena y encaminándose hacia el coche. Quería ir al hospital, necesitaba ver a Yuri aunque estuviera en coma desde hacia un mes, rodando los ojos cuando vio que esa mañana sería bastante más larga de lo esperada, viendo como se acercaba alguien familiar pero que no le despertaba especial simpatía. Lev Romanov. Andaba con esos aires de grandeza que siempre le caracterizaron, los cabellos castaños recogidos en una coleta alta y esas ropas tan llamativas que le disgustaban tanto.
"¡Andrey Vasiliev! ¡Me alegro de verte hermano!" Lev socarrón se acercó a ese hombre sombrío que parecía querer asesinarle, alegrándose por volver a esa sucia ciudad y elevando los brazos a modo teatral. Sabía que tras lo sucedido con el rey de las armas el ambiente no era el más adecuado para andarse con bromas pero no podía ser de otra forma. "Vine a relevarte de tu cargo en este mundillo."
"Mijaíl me informó. ¿Lo llevarás tu a partir de este mismo momento?" Andrey ofuscado, se encendió otro cigarrillo mientras miraba los ojos negros de ese hombre que asentía con una sonrisa torcida. Lev era peligroso, demasiado. Cuando todo explotó entre Yacob y él, tuvieron que mandarle bien lejos o hubiese acabado en un baño de sangre. "El asunto con los idiotas que revendían nuestro producto está solucionado, he mandado vigilancia para que no vuelvan a intentarlo. Si sucede, mátalos a todos."
"Tan práctico como siempre Andrey." Lev colocándose bien la chaqueta, le hizo una señal a sus hombres, aquellos que muy amablemente Mijaíl le había proporcionado. Viendo como a lo lejos los del más alto arrastraban un cuerpo hasta una furgoneta, mientras que los que parecían dos chicos jóvenes se mantenían aún con el trasero pegado al suelo por el miedo. "¿Sabes? Fui a ver a quién me sucedió hace años... es un chico muy bonito."
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Eternal.
RomansAiden un camarero de un club exclusivo llamado Eternal que se cruzará con su perdición: Yacob, un mafioso que no será capaz de soltarle. Llevando a ambos a una espiral de pasión, perversión y sexo. Aflorando todas las inquietudes, miedos y deseos. ✨...