Capitulo 11

652 76 37
                                    

Por favor no dejes comentarios de odio hacia Eric Nam.

Es enserio, recuerda que es una historia.

Cuando llegamos al cuarto en el motel de Eric, es oscuro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando llegamos al cuarto en el motel de Eric, es oscuro.

Tropezamos a través de la puerta, cansados, polvorientos y riendo. Me siento en el sofá mientras que Eric recoge un pedazo de papel en el mostrador de la cocina.

—¿Dónde está Evay?

Sostiene la nota—. Tomo un avión de regreso a los Angeles. Dijo que al aire sin procesar invadía sus poros.

—No te ves muy destrozado por eso.

Saca dos cervezas de la nevera y se encoje de hombros—. Hay más de donde vino. Nada de mierda en mi zapato.

Eric recoge la guitarra que está en la mesa de café y toca algunos acordes. Luego busca bajo el cojín y saca una bolsita de plástico transparente. Lo lanza a mí.

—Todavía haces los mejores porros de este lado de Bucheon, ¿o el establecimiento te ha asimilado completamente al colectivo?

Sonrío y recojo la bolsa. Enrollar un buen porro toma concentración. Usas mucha hierba y es sólo un desperdicio —demasiado poca y pierdes el propósito.

Se trata de un proceso relajante. Como tejer.

Lamo el borde del papel y lo aliso. Luego se lo paso a Eric.

Lo mira con admiración—. Eres un artista.

Pone el porro entre sus labios y enciende su Zippo.

Pero antes de que la llama toque la punta, cierro la tapa de metal con fuerza.

—No. Podría drogarme por el contacto.

—¿Entonces?

Suspiro. Y miro a Eric  a la cara—. Estoy embarazada.

Sus ojos se amplían. Y el porro cae de sus labios.

—¿No mierda?

Niego con la cabeza—. No mierda, Eric.

Se gira hacia adelante, mirando la mesa. No dice nada por varios momentos, así que lleno el espacio muerto.

—Byul no lo quiere. Me dijo que abortara.

Las palabras salen sin vida. Planas. Porque todavía no puedo creer que sean verdad.

Eric se vuelve a mí y sisea—. ¿Qué?

Asiento. Y lo lleno con los detalles más sórdidos de mi salida de Seúl. Para cuando estoy acabado, él está sobre sus pies, enojado y paseando. Murmura—. Esa hija de puta me debe un arma.

—¿Qué?

Hace un gesto—. Nada —Luego se sienta y empuja una mano a través de su pelo—. Yo sabía que era una idiota, lo sabía. Realmente no la tomé por un Park Jinyoung, sin embargo.

TWISTED [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora