Capítulo 20

551 94 2
  • Dedicado a Angela Navarro
                                    

    Enfurecido consigo mismo Dymas camina bajo la luz de las farolas, su cuerpo está ahí pero su mente viaja hasta el momento en que le prometió Argus Dorkas alejarse de su hija, supuestamente porque ella estaba muy grave y sus días estaban contados. Le dijo su padre. Sintiéndose como un vil cobarde por no defender  que en verdad la quiere,  con toda su cólera le da un puñezato a una papelera mortificándose, lo único que ha conseguido es hacerle un daño irreparable,  un sufrimiento que ha permitido que su amistad se destruya.

Como otro día más Dymas acude al hospital, siempre sobre a medio dìa cuando la cuidadora se va para comer, ya se ha convertido en una rutina, el intenta por todos los medios que Denisa lo escuche, pero ella se niega hacerlo. Pero hoy va ser distinto, con una rosa blanca el aparece en la habitación,  ella recostada en la cama observa cada movimiento, se sienta junto  ella entregándole la rosa. Denisa intenta aguantar esa agua que comienza a brotar de sus ojos, con sus dedos pasea por sus mejillas que van tomando color,  se aproxima para besarla pero ella gira su cabeza, con su pulgar puesto en su barbilla, sus ojos azules  cristalinos siguen  sintiendo ese aliento a deseo que sus cuerpos gritan. Vencida se deja besar, el beso es suave, placentero,  sabroso, hace que Denisa se sienta ruborizada, nota esas famosas mariposillas en su estómago revoloteando. Cuando abren los ojos ambos ojos azules chocan como el mar en las rocas rompiendo esa muralla, tan solo con sus miradas de lirismo se dan cuenta que están sintiendo lo mismo. Están enamorados.

Una tos seca los saca de su abismo, Dymas se gira, sus miradas se desafían. Se incorpora,  pero Argus comienza a ultrajar a ese muchacho delante de su hija.
Ella tapándose la boca derramando mil lágrimas por lo que oye, grita que se callen. Débil,  indefensa,  engañada Denisa cae en la cama derrotada viendo como su amor se marcha, su padre se acerca a ella consolándola, haciéndole entender que ese chico la estaba utilizando.

Los días pasan muy despacio, con su cabeza apoyada en la ventana Denisa observa como caen las hojas, ya han pasado meses desde la última vez que vio a Dymas, va a la universidad poco, su padre le ha puesto unos profesores particulares.  Desde aquel día que escuchó como su padre le decía esas cosas a Dymas, ella no volvió a ser la misma, la engañó,  él se aprovechó de su posición para ser alguien en la vida, alguien con dinero y poder, obtener lujos y caprichos a costa del esfuerzo de otros.
Sus lágrimas no dejan de salir de sus ojos para poder liberar ese dolor, con su mano en su pecho Denisa maldice una y otra por que se tuvo que enamorar de él, si solo la estaba utilizando, cuando en realidad a quien quiere es Adara.

Por fin a llegado el gran día, por fin es hora de recoger ese diploma que tanto esfuerzo le ha costado, con ese diploma y su empeño será un buen arquitecto y podrá demostrarle a Argus Dorkas, que hay alguien mejor que él. Sobre todo poder restregarle sus palabras.
Él no es ningún aprovechado y menos ha utilizado ha Denisa para que su padre lo contrate cuando termine la carrera. Si ella supiera que llegó ha ofrecerle dinero, el cual él rajó el cheque delante de sus narices. Pero cómo iba a contárselo si para ella es tan solo un pobre extranjero que vio en ella una mina de oro.

Todos los alumnos están muy nerviosos, emocionados, Dymas se mantiene serio, mirando para todos lados para poder ver a Denisa, pero no la ve, se sienta entre Moses y Celine, estos siguen con su noviazgo se quieren muchísimo, no pueden pasar uno sin el otro, se aman mutuamente. Dymas siente un poco de envidia, el también podría estar así con su único y verdadero amor, pero no, la vida le ha puesto muchos obstáculos, y para poder vencerlos tiene que pasar mucho tiempo, un tiempo que para el es una condena. Una condena de estar separado de ella, de que lo juzgue por algo que no ha hecho, tan sólo ha cometido un error, callar, no hablar, pero el tiempo pone a cada uno en su lugar.

El director comienza a nombrar a cada alumno, cada uno va subiendo a recoger su diploma.
De pronto se escucha un nombre. Denisa Dorkas, se hace un silencio, pasan unos segundos y el director vuelve a pronunciar Denisa Dorkas, se hace un murmullo, días antes se rumoreó que Denisa había tenido otra recaída, tuvo que ser hospitalizada.

El director va nombrar a otro alumno, cuando desde es fondo se escuchan unos pasos, todos giran sus cabezas se quedan sorprendidos, alucinados, cuando ven como Denisa camina por el pasillo  para subir y recoger su diploma.
Algo más delgada, pero con una sonrisa espectacular, da las gracias a todos sus compañeros y a sus amigos, se emociona, todos la abrazan, entre aplausos y elogios de sus compañeros sale de allí, no si antes buscar con su mirada a Dymas, pero este no se ha levantado, solo ha permanecido sentado con su cabeza gacha.

Por la noche dan una fiesta para dar por finalizados sus estudios, allí están todos los alumnos, vestidos con sus mejores galas.
Celine ha ido acompañada de Moses y Denisa. Dymas ha optado por ir con Adara, como no, tan radiante como siempre, pero el no tiene ojos más que para ella, para esa chica pelirroja que le robó su corazón.

Aprovechando que Adara se hace fotos con todos, Dymas con ayuda de Celine busca a Denisa, frente uno del otro, se hace un silencio.
Las palabras son las justas, pero los sentimientos están ahí, en ese momento suena una balada de Alejandro Fernandez.

––¿Quieres bailar conmigo?––le extiende su mano mientras la atraviesa con  mirada de deseo.

––No gracias, no me apetece bailar––responde ella enfadada.

––Vale, tú misma, pero la próxima va dedicada a ti que lo sepas.

––Muy generoso por tu parte, pero mejor haber se la dedicado a tú novia.

––Yo no tengo novia, estoy solo, mis sentimientos se hicieron cada vez más grandes con tu lejanía, el dolor fue aumentando y mis lágrimas testigo de que no te tengo a mi lado. Te quiero Denisa.

Sin palabras y sin saber qué decir, lo abraza, se besan apasionadamente, hasta que la canción de Luis Fonsi, «quisiera poder olvidarte», lo saca de su abismo comenzando a bailar.

Sus dedos se entrelazan, sus cuerpos se pegan, el calor de cada uno se puede palpar, los besos son mas seguidos, las palabras son mensajeras de lo que ambos corazones dictan. Es una noche mágica, inolvidable. Terminada la canción ella se separa, lo mira con tristeza a los ojos, lo rechaza, se ha prometido con otro. 

––Me estas mintiendo, no me lo creo––dice Dymas envuelto en dudas y nervios de asombro.

–– Es verdad Dymas, he comenzado a salir con Mauricio Yauso, es buen chico.

––No, por favor Denisa, no me digas esto, no ahora..–el nudo en su garganta es mayor, todo su cuerpo se contrae ante las palabras de ella.

––Lo siento Dymas, mi padre lleva razón, es lo mejor. 

––Lo mejor ¿para quién?, para el, por sus intereses.
¿Acaso te ha preguntado lo que tú sientes? Por favor Denisa tú padre te engaña, creéme.

––Dymas,-exhala-, es mi padre, lo único que te pido que no me juzgues, ponte en mi lugar.

––¿Y yo?, mis sentimientos, mis hechos, no te han sido bastantes para demostrarte lo que siento por ti.

––Lo siento Dymas.

––Si, Denisa, te entiendo, no te juzgo, pero tu también ponte en mi lugar.

La voz de Adara lo saca de esa cúpula que solo ellos dos estaban dentro. Adara sin saber lo que pasa se abraza a Dymas besándolo, pero los ojos de rencor y sus labios se quedan sellados, ella sintiendo ese rechazo comienza a discutir con él. En silencio ve como la chica que quiere se marcha.

Despechado, enojado, Dymas coge a Adara y comienza a besarla salvajemente, cosa que a ella le excita, los dos excitados buscan un lugar donde dar rienda a sus emociones. En una de las habitaciones de la casa Dymas coge en volandas a Adara, se siente traicionado, la besa salvajemente, ella se excita bajo él, se siente humillado, le alza el vestido quitándole el tanga de un tirón, su piel arde bajo las manos de él, se siente traicionado, le mete sus dedos en su vagina haciéndola gozar de placer, se siente como un cobarde, se pone un preservativo y la embiste con fuerza sin sentir nada hacia la mujer que tiene entre sus brazos, solo piensa en la pelirroja, la quiere la desea y no la tiene, ella alcanza su clímax en un grito, se siente satisfecha con lo que ha pasado, el se siente como un gilipollas derrotado, pero aún le quedab fuerzas, estrategias, y ganas de luchar para ser alguien de provecho, para recuperar lo que es suyo.

No me Juzgues, Ponte en mi lugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora