PRÓLOGO

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Y allí estaba ella, recostada, intentando comprender el porqué.
Se imaginaba tranquila, ajena en un lugar donde solo ella se sentía feliz, quizás en las montañas, la playa o el mar. Nadie lo sabe...

Pero en su calma se sobresaltó, nada se movía en su exterior, y desde aquélla quietud exasperante escuchaba el sonido de la lluvia, cada gota al impactarse contra el suelo, los aleteos desesperados de las aves que buscaban refugiarse de la vil tormenta que amenazaba su ambiente sereno.
Luchaba por moverse, levantarse, pero no lo lograba; su cerebro lanzaba gritos ahogados a sus extremidades: "Levantántate, no es seguro estar aquí" pero su conciencia los silenciaba, miraba con los ojos abiertos la gran intensidad de su entorno, los árboles, alzándose sobre ella, y las gotas, las lágrimas de los Ángeles que lloran por los pecados de la humanidad la empapaban, pero seguía sin moverse.

Cada pizca de agua que viajaba por su rostro era purificación para ella, una señal de que sus errores y malas sensaciones desaparecerían, de que ya nada importaba.
Y así estuvo, en todo lo que duró la tormenta y en el tiempo que salió el sol para secarla, para que el calor cure sus heridas. Recostada, se hizo una promesa a sí misma.

Maravillada, abrió los ojos ante el mundo que la esperaba...

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⏰ Última actualización: Jan 06, 2021 ⏰

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