Capítulo N°4 : El Infierno se encuentra en el corazón vacío (I)

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Me retiro con tranquilidad de la central de policía, por segunda vez necesitaban saber todo lo que había visto. Los noté desorientados en la investigación y por esa razón buscan más datos que indicios. Cada vez que me preguntaban algo, el vacío era palpable en el aire. No quise indagar mucho, sino podían llegar a sospechar de mí, demostré en mi rostro estupor por las muertes de Jefferson y Richard, sin embargo mis sentimientos eran lo contrario. Ahora tengo que centrar mis energías en sostener el trabajo ya que va a haber un jefe nuevo e intentar terminar mi novela. Hace varias noches que por mi mente navegan ideas nuevas pero aún no puedo encontrar el nombre, al no tenerlo siento que no posee identidad... Lo necesito con urgencia.

Me detengo a comprar el diario del día, hace tiempo que no me informo; perdí noción de lo que ocurre en Coverwall desde los homicidios. Luego de una charla cordial con el kiosquero me siento en un bar y entre sorbos de un café delicioso comienzo a leer las noticias policiales. Son las que más me atrapan, tienen ese no sé qué, esos acertijos de cómo ocurren desde un accidente automovilístico hasta un homicidio de lo más morboso. En la página veinticinco leo que un hombre joven murió calcinado en las afueras de la ciudad.

Robert, de aproximadamente cuarenta años de edad, fue encontrado muerto en su vivienda ubicada en la zona oeste de la ciudad. Cuando los bomberos apagaron el incendio, del que aún se desconoce el causante, e ingresaron, pudieron encontrar en la habitación los restos calcinados. En las horas de la tarde se realizará la autopsia para conocer realmente la causa de la muerte.

Mis ojos presentan un brillo único, sé que estas líneas del diario, o mejor dicho el tipo de muerte, las he leído en algún lado. Pero no sé dónde. No sé por qué se me hace tan conocido, tal vez solo sea una simple impresión. Si una persona se va a quitar la vida no elegiría ese método. Se sufre un dolor indescriptible al sentir que la piel se contrae como un plástico, los órganos se cocinan a una temperatura que llega a más de ochocientos grados centígrados. El cuerpo termina en una posición que se la conoce como posición de boxeador. Se da por la forma de los puños cerrados y con una figura que, si se observa más detenidamente, pareciera que comienza una pelea. Reflexiono cómo podría haber empezado el siniestro. Factiblemente podrían ser las dos cosas más comunes de un incendio, algún cable que produjo algún cortocircuito o que la persona se durmió con un cigarrillo. Pero mi mente divaga en la hipótesis de que aquí ocurrió algún homicidio. Quemar el lugar destruye la mayoría de las evidencias, sea ADN, cabello, y todo rastro que dé con el culpable, logrando salirse con la suya. Lamentablemente, ya no tengo tiempo para seguir pensando en esto, debo dirigirme al trabajo. Tengo que conocer a mi nuevo jefe. 

Oscuros pensamientos: El misterioso señor FryktDonde viven las historias. Descúbrelo ahora