Capítulo 20

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Los tenues rayos de sol se hacían presentes, colándose por las ventanas abiertas de la casa de Ethan.

En un sofá Natt tenía reposada la espalda, esperando que Ethan bajara y emprendieran su camino hacia el bosque.

Asomándose por la ventana, Natt vio como unas nubes negras se acercaban, llenando el cielo completamente de oscuridad y temió que su salida al bosque se viera arruinada por la lluvia.

Ethan venía bajando las escaleras cuando un ruidoso rayo se escuchó en el lugar e hizo que Ethan se sobresaltara y se detuviera en su lugar a punto de llegar al final de las escaleras.

—Si llueve no podemos ir—. Dijo Ethan.

—Es verano, obviamente no lloverá. Vamos, rápido—. Apresuró Natt.

Y los jóvenes salieron de la casa y empezaron a caminar, esta vez ya no irían en moto por decisión de Ethan, el bosque no quedaba lejos del pueblo y no vio la necesidad de ir en moto, además aseguró que era muy bueno caminar.

A manera que iban avanzando, los rayos se intensificaban, y el cielo completamente oscuro parecía que dentro de poco desataría una gran tormenta.

A pocos minutos de haber iniciado su camino hacia el bosque, unas pequeñas gotas empezaron a caer.

—Natt...

Las gotas se hicieron más gruesas poco a poco, hasta que caían con más velocidad y en pocos segundos tenían empapado todo el suelo.

Ethan tomó de la mano a la chica y la detuvo—. No podemos ir con esta lluvia, mejor regresemos.

—Pero ya pasará, te lo aseguro.

—Natt, vamos a casa, iremos otro día—. Intentó convencerla.

Ella lo pensó, un relámpago iluminó la calle donde ellos estaban e hizo que saltaran por el susto—. Está bien, regresemos—. Aceptó Natt a regañadientes.

Empezaron a correr de regreso, y no tardaron mucho en llegar a casa de Ethan, pero estaban mojados completamente.

—Maldita sea, ¿no se supone que es verano?—Pronunció Natt, molesta.

—Ya ves, el destino no quiere que vayamos a ese bosque.

—¿Y tú desde cuando crees en el destino?

—Desde siempre. Espera aquí, iré por unas toallas, o bueno, mejor ven conmigo, te prestaré ropa—. La invitó Ethan y Natt lo siguió escaleras arriba, mientras dejaban pisadas de agua y barro por la alfombra.

Su mamá no estaría muy contenta al ver eso.

Ya arriba, el chico le ofreció una toalla a la muchacha—. Busca algo de ropa y cámbiate, si te quedas así podrías resfriarte—. Natt asintió y el se metió al baño a cambiarse de ropa.

Tardando unos dos minutos, Ethan salió con solo un pantalón, ya luego se pondría una camisa; encontró a la chica viéndose en el espejo de su armario, tenía puesta una camiseta que le quedaba muy grande, tanto que le llegaba a la mitad de sus muslos.

—Eres muy alto—. Dijo la pelinegra viéndose de arriba a abajo.

Ethan la observó, su camisa larga le quedaba muy muy bien.

—Y tu eres demasiado pequeña—. Esbozó una sonrisa—Si fueramos al bosque y alguien nos ve a lo mejor te confunde con un duende.

Natt rodó los ojos y le sacó el dedo medio, Ethan se sorprendió y se burló aún más cuando vio que su dedo también era pequeño.

Natt, por fin percatandose del aspecto de su novio, su torso pálido desnudo y los  muchos lunares esparcidos por esa parte de su cuerpo. Sus hombros anchos y su abdomen plano, no tenía cuadros definidos, tampoco unos brazos tonificados, pero su cuerpo no estaba nada mal. Lo escudriñó de abajo hacia arriba y cuando llegó a su rostro, Ethan esbozó una sonrisa pícara levantando las cejas y Natt apartó la mirada sintiendo sus mejillas calientes.

La lluvia seguía igual, no había disminuido y caían rayos más seguido.

Caminó alrededor de la habitación, observando cualquier cosa que encontraba, le sorprendió lo ordenado que era el muchacho, incluso lo era más que ella.

Ethan se acostó en su cama poniendo los brazos detrás de su cabeza, aún sin camisa, y Natt lo siguió, acostándose a su lado, sintió la cama hundirse bajo su peso, como la cama era grande, el chico se arrastró para quedar más cerca de ella.

—Demonios, luces tan bien con mi ropa puesta—. Pronunció con voz ronca y la chica sonrió.

—Podría lucir mejor sin ella.

—Pues déjame decirte que me encantaría ver eso—. Sonrió el chico.

Y Natt se acercó más a él—. La lluvia te pone sexoso—. Dijo entre risas.

—Tu empezaste—. Le sonrió.

De pronto sus respiraciones era lo único que se escuchaba en la habitación, Ethan observaba los labios de la chica; no pasó un segundo cuando se encontraban besándose, el choque de sus labios era lento y apasionado.

Ethan había subido encima de la chica para una más cómoda posición, su beso había aumentado, intensificando su pasión, su deseo.

Las cortinas cerradas y las luces apagadas, hacían del cuarto un lugar oscuro.

Ethan paró sus besos—. ¿Estás segura?—. Preguntó el chico.

Natt lo vio y pareció pensarlo, ¿en realidad quería eso, ahora?. Ethan era un gran chico, y no dudaba de que lo quería demasiado, pero ¿realmente estaba segura de hacerlo?.

—Sí, si quiero hacerlo, contigo—. Respondió y lo besó, pero Ethan se separó de nuevo, estiró su brazo y encendió la lámpara que estaba a lado de su cama, brindando luz a la habitación.

—Quiero amarte con las luces encendidas—. Pronunció muy cerca de su rostro.

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