LAKE VILLE
El ave blanca
Víctor Winter desde niño había optado por la caza para sobrevivir, una elección que contrastaba con la idiosincrasia del lugar en donde había crecido: Lake Ville, un pequeño pueblo pesquero de unos trescientos habitantes, cuya economía se basaba básicamente en la venta de peces de agua dulce (truchas, percas) que extraían casi indiscriminadamente del lago, esto era una de las causas que habían hecho optar al muchacho de 27 años de aspecto fornido, pelo enrulado hasta los hombros y de tupida barba, por ser autosustentable e independiente, junto a otras decenas de familias que vivían en el bosque a los cuales los llamaban por su modo de vida "Salvajes", tampoco compartía la ubicación del pueblo y su conformación, ya que las casas estaban construidas prácticamente sobre el lago en empalizadas de maderas y flotantes, los lugareños en vez de carros tirados a caballos se conducían en botes, algo muy inseguro para Víctor, ya que nunca se confió del lago, cuando era muy pequeño se escapó de sus padres y fue a recorrer un viejo puerto en donde tuvo un horrible encuentro con una monstruosa criatura, lo que lo llevó a construir su cabaña de madera a varios kilómetros de la costa, lejos de Lake Ville, en lo espeso del bosque al pie de la montaña, ahí cultivaba vegetales y cuando se le agotaba la carne salía a cazar jabalíes, ciervos o liebres, casi nunca iba al pueblo, solo cuando visitaba a sus padres José y Evelyn Winter, una pareja de pescadores que tenían una pequeña pescadería en donde elaboraban alimentos y platos con la materia prima, curiosamente la única que había en Lake Ville, ya que el pueblo estaba dominado por la industria pesquera en donde la mayoría de los habitantes trabajaban para su dueño, el empresario Adolf Petrob, quién con sus coimas a las autoridades manejaba a su gusto la economía y la política, evadiendo pago de impuestos y explotando el lago sin ningún tipo de contemplación hacia la naturaleza, sólo la pequeña pescadería de los padres de Víctor resistía al monopolio del vil empresario, quien siempre presionaba al permeable y sumiso intendente Dave Bustillos para que clausure la pescadería a la que veía como una molestia.
Lake Ville, estaba casi aislado de la civilización, solamente un peligroso camino que bordeaba el gran lago era la conexión con Capitiar, la ciudad más cercana que era en donde el pescado fresco era comercializado, hasta allí era transportado en las Carretas perteneciente a Arthur Oster, socio de Petrob y miembro de la familia mas adinerada de Lake Ville.
El pueblo era un lugar muy frio y gris, las personas casi nunca sonreían, eran pobladores muy sufridos por el clima extremo y el forzoso trabajo que realizaban por míseros sueldos que siempre iban a parar al mercado del pueblo, del cual Petrob era el mayor accionario. Como en toda comunidad las leyendas estaban muy latentes, había muchas de todo tipo, pero en especial una era la más contada y la más temida, la cual los pobladores usaban para justificar las extrañas desapariciones de pescadores que sucedían cada un mes aproximadamente.
El pueblo estaba dividido en los pescadores que eran la mayoría de la población y el sector más humilde, y la clase alta en donde se encontraban el pastor de la iglesia, el médico, la directora del colegio, el comisario, y los ya mencionados Oster y Bustillos, todos estos obviamente que eran manipulados por Petrob. Curiosamente como particularidad se mostraban muy poco en público, evitaban todo tipo de contacto con los pescadores, Petrob había sido visto en muy pocas ocasiones la mayoría de los trabajadores nunca había visto el rostro de su jefe.
Sentían rechazo hacia las clases pobres alegando que eran ignorantes ya que creían en historias absurdas como la de los Anfibios, estos eran monstruos acuáticos que según las leyendas del lugar habitaban el lago, tenían la facultad de salir del lago por unas horas para cazar, dicen que en los bosques hace muchos años atrás habitaba una mujer, que muchos dicen era bruja, la cual hacía mucho hincapié en la existencia de los anfibios ya que ella juraba haberlos vistos cazar personas en una creciente, pero nadie del lugar le hizo caso y el empresario Petrob la acusó de sembrar el pánico entre sus empleados y moviendo sus contactos hizo que la juzguen y la quemen por magia negra, los presentes aquella tarde dicen que de las llamas salió una extraña ave blanca a los que todos llamaron Aurotis, decían que era el espíritu de la bruja, quien según la leyenda anunciaría la próxima creciente para que los pobladores puedan ocultarse de los anfibios.
