Capítulo 21: Camila/ Volviendo al ruedo
Amo cómo amar el amor. No conozco otra razón para amar que amarte. ¿Qué quieres que te diga además de que te amo, si lo que quiero decirte es que te amo?
-Fernando Pessoa
Esperé sentada, fuera de la habitación, pretendiendo que leía un libro porque necesitaba ver a Lauren. Cuando salió y nuestras miradas se cruzaron antes de que la apartara, la noté agotada. Me preguntaba si de verdad ese doctor la estaba ayudando; es decir, se veían todos los días pero Lauren parecí salir de las sesiones, más angustiada que nunca.
Una vez que se fue, dejé el libro entre las piernas y apoyé la cabeza contra la pared, apretando los ojos bien fuerte para no largarme a llorar. El nudo en la garganta que tenía desde que había optado por mi familia en lugar de luchar por mi amor hacia Lauren, me traía de mal en peor.
Necesitaba encontrar alguna manera de hacerle saber que la seguía amando, que el problema consistía en mi madre, que si dejaba entrever un mínimo de interés por ella, Sinu se daría cuenta y nos tendríamos que marchar. Pero sinceramente, verla todos los días sin poder siquiera hablarle, era una tortura. Me rompía el corazón en mil pedazos. Sé que ella también sufría pero no entendía por lo que estaba pasando yo.
Suspiré luego de tomarme una pausa y bajé para hablar con Madre respecto a la salida de la noche. Ella estaba hablando con la señora Williams, mientras los padres de Lauren le sonreían emocionados, al doctor Wagner; fruncí el ceño y entré en la cocina. Quizá luego le podría preguntar a Sophie qué diablos había sido eso.
Las dos mujeres me miraron y se quedaron calladas, aún con una sonrisa en el rostro. La señora Williams carraspeó y dijo que tenía algunos asuntos que resolver, de modo que nos dejó a solas.
Madre me ofreció un té y respondí con una sonrisa, sentándome a la mesa. Necesitaba sonar lo más convincente para que me creyera y me dejara ir.
Hablamos de algunas cosas superfluas hasta que Sinu notó que algo me inquietaba y me preguntó de qué se trataba. La miré tomando coraje y una profunda respiración.
- Bueno, es que… no sé si te has enterado que Sophie me invitó a una especie de fiesta esta noche –Tragué saliva esperando encontrar una negativa sin posibilidad de defenderme. Por más extraño que resultó, ella asintió sonriendo, como… ¿Emocionada?
- Oh, sí. Greta me estaba hablando justo de eso –Volcó el agua en las dos tazas, hablando tranquila y sin entrar en un ataque de nervios. Enarqué las cejas aún con la boca semi abierta.
- ¿Sí? ¿Y qué te dijo?
- Bueno, que algunos amigos de su hija estarían allí y que no volverían tarde –Hizo una pausa donde me miró seriamente-. Sabes que al principio no estaba de acuerdo por... la chica Lauren –Parecía que le costaba hasta pronunciar su nombre. Intenté poner cara de nada mientras la nombraba aunque por dentro miles de mariposas revolvían mi estómago-. En fin, parece un lugar seguro, no queda lejos de aquí y me parece bien que salgas a despejar tu cabecita un poco –Concluyó sonriendo.
- Así que… ¿Ahora eres amiga de la señora Williams? –Fruncí el ceño, procesando lo que acababa de contarme.
- Llámala Greta. Bueno, no lo sé. Debo admitir que al comienzo no nos llevábamos tan bien pero vivimos todos juntos aquí, hay que socializar –Lanzó una risa y luego volvió a ponerse seria-. Pero tengo algunas condiciones, Camila –Giré los ojos, molesta.
- Escúpelo –Respondí con sarcasmo.
- Primero quiero que sepas que tu padre las llevará y las irá a buscar. Segundo, nada de alcohol –Levanté la vista, sonriendo y ella me devolvió el gesto-. Ya lo sé, mija, sé que no bebes pero solo quería aclararlo.