Rutina Nocturna

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Sentada frente a su espejo, (T/n) termino de cepillar su cabello húmedo, viendo el reflejo de Hisoka a sus espaldas. Tumbado boca abajo, en dirección a la punta de la cama, con el cabello en las mismas condiciones que la fémina. Obviamente después de toda la actividad que hicieron en la cama, pronto terminaron en el baño, en las mismas condiciones, pero limpios por lo menos (sobre todo el mago).

Era esos extraños momentos donde podía verlo en silenciosa calma. La observaba con ojos curiosos casi, muy parecidos a los de un felino, absorbiendo sus acciones. Quería preguntarle sobre su día, y tantas otras cosas más, pero temía romper ese hechizo que lo mantenía en paz. Hisoka, al igual que cualquier otro ser humano, también podía drenarse hasta quedar sin energía.

La joven coloco algo de crema hidratante en sus piernas, poco a poco notando como el cansancio se hacía más presente en su cuerpo. Estaba segura que Hisoka podría continuar hasta el amanecer, era un hombre insaciable, pero lamentablemente ella necesitaba descansar si quería ser un humano funcional al día siguiente (muy diferente de Hisoka que siempre iba de un lado a otro sin una tarea fija).

Cuando se sentó en el extremo de su cama, los dedos de Hisoka dieron un recorrido a través de toda su espalda, las uñas trazando la piel en una caricia calma, como si estuviera contando cada una de sus vertebras. No tuvo que mirarlo por encima de su hombro para saber que estaba sonriendo, esa mueca socarrona que tanto la enloquecía.

—¿No me preguntaras nada hoy? —dijo, deteniendo sus movimientos en el momento que la joven se dejó caer en la cama con un suspiro, al lado de su alma gemela. Hisoka la cubrió con su cuerpo caliente, sin dudarlo.

—Esquivas la mayoría de mis preguntas, Hisoka —replico, parpadeando con lentitud. El peso del pelirrojo era agradable, a pesar de que sentía que iba a asfixiarse—. ¿O solo lo haces para hacerme enojar?

Su sonrisa la confirmo todo, y ella soltó una risa ahogada, una de sus manos hundiéndose en la melena carmín, enredando los dedos en las hebras. Se sentía tan tonta a veces, de saber que le estaba dando todo lo que tenía sin pedir nada a cambio.

—Me divierte verte enojada —su figura la cubrió por completo, los ojos a la misma altura—. Y también pienso que es muy sexy~ sobre todo cuando te ves tentada a golpearme.

(T/n) hizo una mueca, claramente estando en desacuerdo con su confesión. Para su sorpresa, Hisoka se inclinó para besarla con delicadeza (algo muy impropio de su persona) y una de sus manos acuno su mejilla, trazando el pulgar por encima de su pómulo sonrojado. Sabía de qué se trataba, lo hacía muchas veces, era su forma de "recompensarla" por haberlo esperado, por permanecer entre sus manos igual que un ave enjaulada.

Tuvo que recordarse a sí misma lo que tanto se estuvo prometiendo días atrás; no apegarse. Por más que fuera su alma gemela y estuviera dispuesta a dar todo por él, Hisoka seguramente, no daría ni la mitad.

Rompió el beso con una ligera sonrisa que no le llego a los ojos, desenredando sus dedos de la melena rojiza que tanto adora.

—Estoy agotada —dijo, y no supo si se refería a su cuerpo o a la relación de ambos—. ¿Abrázame? —lo susurro, con ojos entrecerrados.

Hisoka se acomodó en su lado de la cama, pronto dándole paso libre a su pecho desnudo. La rodeo con sus brazos tanto como pudo, susurrando palabras en su oído, de vez en cuando besando su mandíbula o cuello. A veces se reía de ella por lo mucho que lo necesitaba, pero en el fondo sabe que adora la atención que le brinda, por eso estaba más dócil que de costumbre.

(T/n) se quedó dormida a los minutos; hoy tampoco le había preguntado si se quedaría con ella hasta el amanecer.



Y fue lo mejor, porque su figura había desaparecido apenas salió el sol. 

25 días con Hisoka [Hisoka Morrow x Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora