Guion

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Un ruido inusual se escuchaba desde el archivo muerto de la productora. Marcela movía cajas y cajas, hurgando en cada una, hasta que por fin encontró lo que buscaba.

Ese día decidió llegar antes que todos los empleados para tener tiempo suficiente y, en cuanto divisó a Sofía, la llamó hasta su oficina. Su amiga de inmediato supo que algo le ocurría por la forma en la que le habló y se apresuró a atenderla.

—¿Pasa algo? —preguntó preocupada al entrar.

—Sí. Siéntate —una sonrisa apareció al decirlo.

Ambas mujeres se sentaron y Marcela dedicó un minuto a contemplar con cariño una carpeta que tenía enfrente.

—¿Para qué soy buena? —indagó extrañada.

—Te tengo un trabajo urgente —le dijo, extendiéndole la carpeta que contenía un montón de papeles dentro—. Ya me decidí, ¡vamos a producirla! —Se notaba de verdad feliz y calmada.

Sofía inspeccionó la documentación y cuando descubrió lo que era abrió los ojos de par en par.

—Pero es... tu guion. —Lo reconoció con solo leer el título y porque años atrás había dedicado mucho de su tiempo intentando convencerla de que lo trabajaran—. ¿Por el que te premiaron? ¿El que te negaste a hacer a pesar de todas las peticiones? ¿El mismo que ni tu padre te convenció de ceder? ¿Por qué ahora cambias de idea?

—Porque no había encontrado a la persona ideal para darle vida a mi protagonista principal —sonó ensimismada con la confesión y sonrió para sí—. Necesitaba tener a alguien que supiera transmitir de una manera única.

—¿Y ya lo encontraste? —cuestionó dubitativa. Seguía sin comprender su repentino interés por algo que guardó tanto tiempo y con tanto cuidado—. No sé, Marce, el presupuesto está algo limitado y esto sí es algo grande.

—Por eso no nos vamos a preocupar, ya me ocupé —dijo confiada—. Hay varios favores que tuve que cobrar, pero logré lo que quería. Ya lo platiqué con un interesado en hacerla en coproducción.

—¿Con quién? ¿Y yo por qué no estaba informada? —Sofía comenzó a sentirse omitida y le incomodó tanto que no logró esconder su desagrado.

—Con una productora estadounidense. No es tan conocida, pero tiene presupuesto. No te dije antes porque quería tener todo listo. Por favor envíales una copia del guion. Te voy a mandar un correo con todos sus datos, y diles que vamos a empezar a trabajar en cuanto firmemos.

—Pues... ¡te felicito! —pudo decir, aunque no se sentía bien con la forma en que lo manejó—. Es... muy inesperado, pero se hará como digas.

—Sofí, ¡confía en mí! Este era el momento justo para darle vida, ¡lo sé! —Sus ojos brillaban de esperanza con cada frase que pronunciaba, pero a su amiga la idea no le agradaba del todo.

—¿Quieres que de paso envíe tu propuesta de actor?

—¡Sí! —Se preparó para pronunciarlo, dio un respiro profundo, esbozó una sonrisa y lo dijo—: ¡Es el señor Arias!

Apenas lo escuchó, Sofía crujió los dientes.

—¡¿Cómo?! —No podía creerlo—. ¿Es en serio?

—¿Por qué no lo sería?

—Él te lo pidió, ¿verdad? —Sabía que cuestionarla así podía terminar en una discusión, pero tenía la certeza de que todo aquello era parte de su manipulación y no estaba dispuesta a dejarlo pasar sin hacerle saber su descontento—. ¡Es el colmo de la desvergüenza!

Las dos mujeres se pusieron tensas, pero Marcela comprendió su reacción y quiso hacerla entender.

—No es como piensas... —vaciló por un breve instante porque necesitaba encontrar las palabras correctas—. Sé que tiene toda la pinta de ser un favor muy especial, pero tengo que confesarte que me equivoqué con él. Tiene talento, ¡talento real! Y es justo lo que necesito. —Al recordar la obra de Peter, se transportó al estremecedor momento en que lo vio demostrar lo que podía lograr—. Sabes que no fallo cuando lo veo.

El Intérprete ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora