Boda

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Salir de esa oficina, recorrer el pasillo, aspirar el aroma de las esencias que ella ponía y despedirse de sus compañeros, decirle adiós a su trabajo como intérprete que tanto le dio, le fue difícil, pero logró sobrellevarlo con una sonrisa porque lo que venía sería bueno. Producciones Matiz le seguiría brindando ganancias, pero ahora serían muy distintas.

Las semanas que siguieron fueron un ir y venir de chismes. El nombre de Maximiliano Arias comenzaba a hacerse sonar en redes sociales y se volvieron bastante visitadas. El director del largometraje en el que participaría se encargó en persona de expresar sus altas expectativas y lo señaló como un artista prometedor luego de una audición que le realizaron por mera formalidad, donde lo conmovió como pocos. El joven actor, por su parte, fue lo bastante inteligente como para contratar a un asesor que lo guiara en esa fama que estaba obteniendo de forma prematura. Sus fotografías pasaron a ser profesionales y mostraban sus atributos con gran esmero. Ocupó gran parte de su tiempo poniéndose en forma y cambió su estilo por uno más casual. Pronto la lista de seguidores se multiplicó y ni siquiera habían iniciado con publicidad oficial de la película. Su familia se encontraba tan orgullosa que decidió visitarlo de nuevo para que festejaran, reunión en la cual les informó sobre la ruptura con Antonella y no les impresionó saberlo.

"La reconocida productora, Marcela Andaluz, se ha visto muy cercana con el inversionista Ádam Becher y se sospecha que pronto le dará el sí".

"Se rumora que la inesperada promesa, Maximiliano Arias, se ha relacionado de manera fugaz con varias actrices y conocidas del medio. No se ha podido confirmar si ya tiene una relación formal, así que la soltería continúa".

Esas eran solo algunas de las tantas noticias que aparecían. Ninguno sabía cuál era verdad y cuál no, pero no volvieron a hablar desde que él obtuvo el contrato.

La boda de Peter por fin llegó. La ceremonia se había postergado porque el novio se lastimó la espalda estando en el teatro y, cuando fue dado de alta, hizo llegar la nueva fecha a los invitados. Marcela y Maximiliano asistieron sin compañía. Sin tener comunicación, sentían que era tiempo de verse porque lo necesitaban y porque él tenía un pendiente por resolver. Ella se había mudado a Morelia, Michoacán, donde se instaló para trabajar con un colega director y pulirse más en el cine independiente. Dejó a su amiga frente a la productora con la aprobación previa de su padre y los socios; sabía que no les fallaría.

La fiesta contaba con más de trecientos invitados y, aunque no era tan elegante como la de Sofía, se sentía la alegría en cada mesa y ese ambiente los envolvió. En cuanto se toparon de frente, fue imposible no sentir una sensación de pesar y con solo mirarse se dijeron mucho. Se veía tan guapo como siempre y ella tan sensual porque, sabiendo que lo encontraría, eligió comprar un vestido muy caro para la ocasión. Cada uno siguió su camino, asegurándose con los ojos que la velada no terminaría así.

La pequeña nota escrita a prisa que el mesero le dio a hurtadillas a Marcela decía:

"Te espero en la habitación de descanso,

está abierto. Peter me prestó sus llaves.

No tardes".

Reconoció la letra enseguida y, a pesar de que tuvo dudas, deseó encontrarse con el autor de la nota porque lo deseaba. Tenía claro que era una equivocación, pero no iba a negarse a tener de nuevo al hombre que por tantas horas le brindó el bello placer de su cuerpo.

Maximiliano estaba nervioso cuando envió el recado. No sabía si asistiría pero, si decidía ir, haría todo lo posible para lograr tener entre sus brazos a la mujer que nunca debió tocar. La aventura que mantuvieron había sido un idilio desde el inicio y, sin desearlo, rompió la promesa de no enamorarse. Ahora se encontraba a punto de verla otra vez, pero tenía claro que no serviría de nada decirle a la cara todo lo que sentía.

El Intérprete ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora