Tú me amas y yo te odio

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Día 2: 1 de Octubre
Tema: ¡Te odio! Ya deja de decir que me amas (AU)

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Se tocaba el pecho, sintiendo la aceleración de su corazón por el cansancio de tanto correr y el coraje que tenía en ese momento.

Su sensei la había hecho retrasarse, corrió con la esperanza de que alcanzaría a llegar, pero apenas se puso los zapatos, recibió un mensaje de su amiga mencionándole que el tren acababa de salir, dándole la señal de que ya no llegaría a tiempo a su examen de admisión a la preparatoria.

Se frotaba las sienes, como si eso la tranquilizara o la hiciera pensar en un plan.

Su madre la asesinaría por perderse su examen, pues toda su vida había sido controlada y se le exigía a ser la mejor de su clase. Ya se había acostumbrado y hasta ella misma se exigía más, y por esa misma razón, odiaba esa situación en donde no podía hacer nada... tenía que probarle a su madre que podía ser alguien como ella, porque siempre terminaba siendo comparada con ella.

Golpeó un casillero enfrente de ella sin importarle a quién le pertenecía.

— Oye, ten cuidado con mi casillero, puede que se abolle o te lastimes a ti misma.

Reaccionó y se asustó — P-perdón...

Observó a la persona que le reclamó y advirtió que era un chico pelinegro de ojos grises, era un poco más alto con ella y era bastante atractivo.

En vez de enojarse como ella lo esperaba, le sonrió de manera encantadora y se acercó a ella.

— No hay problema, no me puedo enojar con una belleza como tú — Le guiñó el ojo.

Ella parpadeó varias veces, procesando como le había dicho y se sonrojó. Cualquier chica reiría nerviosamente o se haría la coqueta, pues aquel joven era muy atractivo y encantador, pero ella no era ese caso, más bien frunció el ceño, suspiró irritada y le dio la espalda saliendo del establecimiento.

Pero una vez fuera, volvió a caer en la cuenta de que no tenía transporte y había perdido su tren. Tenía tres opciones; la primera era pedirle a su hermano que la llevara, pero el problema es que su trabajo quedaba lejos y no llegaría a tiempo, la segunda era llamar un taxi, pero su mamá le repetía constantemente que no era seguro ir en taxis y mucho menos estando sola, y la tercera era echar su orgullo por el suelo y pedirle a su mamá que la llevara, pero si hacía eso seguramente le daría un sermón eterno y le diría que no tenía ni el más sentido de la responsabilidad, aunque eso no fuera su culpa.

Suspiró pensando que la mejor opción era llamar un taxi, pero tendría que pagar con su tarjeta y su mamá se daría cuenta que la usó en ese transporte y la castigaría.

— ¿Vas a algún lado preciosa?

Su mal humor se incrementó y se dio la vuelta para volver a ver a aquel joven con sonrisa encantadora.

— No es de tu incumbencia — Respondió cortante

— Que fría, pensaba que podría acompañarte — Mencionó sin quitar su sonrisa — Pero de todas formas me tengo que ir, necesito presentar un examen de admisión.

A ella no le importaba para nada lo que ese joven hiciera, no hasta que...

— Me pregunto qué tan lejos quedará Aoyama Gaukin... — Murmuró para si mismo viendo su celular, seguramente poniendo la dirección del lugar.

Aquel delincuenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora