La vuelta a casa después de ese maravilloso fin de semana que habían pasado se hizo más pesada de lo normal, pero aún más cuando tuvo que enfrentarse a todos los pendientes que le esperaban en la oficina. Hace unos años, se hubiera reído de quien le hubiera dicho que él, precisamente él, quisiera huir del trabajo. No hubiese pensado jamás que contaría las horas para regresar a casa, pero quería estar con su mujer y con su hijo y disfrutar el máximo tiempo posible con ellos. Aunque primero debía despejar su agenda.
Carolina entró una vez más con varias carpetas entre sus manos, recordándole que en pocos minutos llegarían Thomas y Alison Baker. Esa sería la primera vez que dejaría un caso que él había comenzado en manos de alguien más, pero era lo mejor. Lo sucedido en los días anteriores no podía repetirse, mucho menos ahora que la relación con su mujer estaba mejor que nunca. Por ella rompió sus reglas. Por ella haría cualquier cosa.
—Señor —Entró Carolina luego de tocar la puerta—, el señor Baker y su hija acaban de llegar.
—Avisa a Luis y hazlos pasar —ordenó, levantándose de su lugar un momento después al verlos entrar.
—Señor Dávila, buenos días —Correspondió el apretón de manos de Thomas Baker y repitió el gesto, de forma mucho más rápida, con Alison.
—Tomen asiento, por favor —ofreció—. Les agradezco que hayan venido tan rápido a pesar de haberlos avisado con poco tiempo.
—No podíamos negarnos —habló el hombre—, suponemos que si nos hicieron venir con tanta premura es que hay novedades.
—Siento comunicarles que el motivo de esta reunión no es ese —aclaró—. Por el momento, seguimos sin ningún avance y analizando las pocas pistas que tenemos.
—Entonces ¿qué motivo hay para esta reunión? —preguntó Alison, mirándolo únicamente a él—. El señor Vega nos dijo que era algo importante.
—Lo es —intervino su socio—. Alonso y yo estuvimos conversando sobre todo lo sucedido, señorita Baker, y tomamos algunas decisiones respecto a lo que procede en la investigación.
—No entiendo. Alonso, ¿es algo malo? ¿Sucede algo malo?
—Alison, qué significan esas confianzas —la regañó su padre, evidentemente molesto—. ¿Desde cuándo tratas con tanta familiaridad a un hombre que apenas conoces y del que depende tu seguridad?
—Papá, no tiene nada de...
—Señor Dávila, Alison —la interrumpió—, dirígete a él como señor Dávila.
La rubia asintió, notablemente enfadada por la orden que acababa de darle su progenitor, pero que agradecía infinitamente. Desde el primer momento, fue él quien no supo pedírselo y agradeció no tener que hacerlo delante de todos y que fuera su propio padre quien se lo pidiera.
—Después de los últimos acontecimientos —continuó—, decidimos que lo mejor para la señorita Baker es que mi socio se haga cargo de la investigación. Además, creemos conveniente contratar un guardaespaldas que la acompañe para evitar situaciones como la que vivió hace unos días.
—¿QUÉ? ¡Eso no puede ser! —chilló ella, poniéndose en pie—. ¡No puedo aceptarlo! ¡No pienso aceptarlo!
—Alison, pero ¿qué comportamiento es este? —la reprendió su padre de nuevo—. ¿Se puede saber qué te pasa? Tú harás lo que los señores crean conveniente.
—¡No, papá! ¡No lo haré! —gritó, encolerizada de una forma que no era normal—. Tú acudiste a Alonso porque es el mejor investigador y todos lo saben. ¡Yo necesito que él se haga cargo y no quiero que me deje en manos de nadie más!
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Eterna Tentación #BilogíaTentación
RomanceLuego de cerrar el caso que los unió, Regina y Alonso deciden instalarse en Ciudad de México para iniciar una nueva etapa en sus vidas. Felices, tranquilos y llenos de trabajo, disfrutan cada momento y cada día junto a su hijo. Ese pequeño que es el...