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Tus ojos:
A través de sus ojos siempre parecía mejor persona de lo que era.ྉྉྉྉ❁ྉྉྉྉ
Hubo un silencio. En la oscuridad de la habitación de Yuuichiro se apoderó de los dos un silencio peligroso en donde sólo se escuchaba el rozar de sus ropas. Mika intentó deshacerse del agarre para escapar, sabiendo que hacer lo que le pedía el azabache no era lo correcto si este se encontraba adormecido por el alcohol. No estaba consciente de lo que decía.
Yuu suspiró, su aliento llegó al rubio para recordarle el sabor que tendrían sus labios a esa cerveza que se había bebido y que también lo haría caer tarde o temprano. Su más grande debilidad eran esos labios finos pero carnosos del oji esmeralda, además de la forma de su cuerpo; era perfecto y parecía que Yuu no podía notarlo.
La piel del rubio se erizó, a cada movimiento que el azabache ejercía lo hacía temblar y trastabillar en un precipicio. Si Mikaela caía en él, no había vuelta atrás y no sería seguro que Yuu se tomara bien las cosas para el día siguiente, pero la tentación era tan grande cuando se dejaba consumir por esa expresión tan lasciva de su novio.
Mikaela tragó saliva en seco, calló a Yuuichiro con un beso más, sus sentimientos mezclados comenzaron a rebosar en aquel preciso instante. Quería decirle lo mucho que lo quería, que tanto era su amor que en ese momento debía negarse a lo que sus cuerpos gritaban. Sus lenguas se volvieron a encontrar, Yuu se mostró más salvaje en ese momento, como si quisiera aferrarse al rubio y demostrarle que podía darle más placer que ningún otro hombre.
Dejó de ser el mismo Yuu tímido de siempre para sacar a relucir lo atrevido que podía llegar a ser con tan poco de alcohol en su cuerpo.
Mika encontró aquel beso incorrecto, inapropiado, pero no por ello delicioso, pues bien dicen que aquello prohibido para la sensatez del hombre, es la mejor de las perdiciones y sentires.
Un sentir que sólo pocos podían experimentar y apreciar sin tornarlo en una vergüenza o adicción.
Aún así no se sentía merecedor de ello. Parecía que sólo estaba abusando del sentido de embriaguez del azabache y eso no podía ser más que otra pequeña piedra al costal de sus errores. Ya no podría con una más.
—Yuu-chan... —llamó el rubio, con esa voz dulce, pero ahora pesada y caliente como su aliento—. No podemos. Si estás así... no puedo.
Tenía que detener todo ahora, o de lo contrario los dos podían llegar a arrepentirse.
Hizo realidad una corta distancia entre sus labios, Yuu formó una mueca, como si le hubiesen robado su dulce favorito; ese que lo hace salivar en exceso y desear como loco. Frunció sus cejas, no abandonó su agarre a la espalda de Mika y, al contrario, intentaba de todas las formas posibles acercarse más.
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Compañeros de piso ━ MikaYuu
Roman d'amourEl sueño de Mikaela y Yuuichiro se hizo realidad. A sus casi veintiséis años, y con un trabajo estable, lograron asentarse en un pequeño departamento con dos habitaciones. No cabían de felicidad durante los primeros meses, pero algo comenzó a camb...