11: Arrepentimiento

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La mañana siguiente se convirtió en un completo desastre.

Akira despertó con un terrible dolor de cabeza, náuseas severas y un ardor terrible en el estómago, a ciencia cierta no sabía que contenían las bebidas que sus compañeros le dieron pero, nunca más quería a confiar en algo que ellos le dieran. De eso estaba convencido.

Se levantó de su cama como pudo y casi arrastrándose llegó hasta el baño de su habitación dónde se dejó caer bajo la regadera, el agua le empapó por completo con todo y ropa, los ojos se le cerraban y empezaba a pensar que eso que le habían dado no era una simple bebida. Mientras los largos cabellos húmedos le cubrían los ojos imágenes borrosas y distorsionadas llegaron a su cabeza, él bailando en la pista llena de colores, charlando con sus amigos de cosas sin sentido, bebiendo bajo la presión de los demás, hablando por teléfono con el británico al que tanto quería.

Sus ojos se abrieron de golpe ante ese recuerdo, respiró entrecortadamente y llevó sus cabellos hacia atrás, forzando a su cabeza a recordar, a decirle que no era cierto que había hecho la estupidez de llamar al pelinegro en el estado en que estaba pero, su mente sólo lo reiteraba; frases a medias que intercambiaron le taladraban y carcomían por dentro mientras su pecho comenzaba a llenarse de una sensación de opresión dolorosa, siempre que bebía decía las peores idioteces del mundo, él era consciente de ello y ahora lo único que le preocupa era haber dicho algo que no debía.

Casi tropezando salió de la ducha no importando si mojaba la habitación, buscó su móvil por todos lados hasta que lo halló tirado en el piso junto a la cama, con los dedos temblorosos marcó el número del británico, esperó con los nervios de punta a que los tonos pasaran pero, la llamada no era descolgada. Lo intentó de nuevo, y de nuevo,sin embargo, no había respuesta.

-Kenzie, contesta...-susurró con la voz ronca-

Nuevos intentos y todos sin respuestas. 

Optó por enviarle mensajes y a medida que pasaba el tiempo solo sentía más dolor y fragmentos de la conversación de la noche anterior le golpeaban.

Akira:

<Kenzie, necesito hablar contigo>

<¿Por qué no contestas mis llamadas?>

<¿Estás ocupado?,¿estás en clases?>

<Esto es importante, Kenzie>

Un grito ahogado salió de sus pulmones, se sentía impotente y como un tonto, se presionaba a recordar, a que su cabeza le dijera de una vez por todas que no había hecho nada de lo que pudiera arrepentirse sin embargo, el recuerdo terminó de derrumbarlo.

-déjalo, O'Brien-su voz se escuchaba entrecortada, un sollozo deteniéndolo por unos segundos-¿Sabes lo que me duele estar lejos de ti después de haberte dicho que me...gustas?. Rayos, enserio, rayos, tú no comprendes como me siento, solo llamas ebrio y empiezas a romperme de una forma estúpida. ¡Te di mi primer beso, idiota! Sino estabas interesado sólo tenías que decirlo 

Golpeó sus nudillos contra el suelo con una fuerza brutal y lágrimas empezaron a caer por sus rosadas mejillas, la voz del pelinegro se escuchaba demasiado dolida y se odiaba, se odiaba profundamente por eso. ¿Cómo había podido decirle aquello a alguien tan genial como Kenzie?, ¿Cómo había podido lastimarlo?

Intentó llamarlo más veces, intentó dejar de llorar, intentó pararse y cambiarse la ropa mojada pero, nada, su cuerpo no reaccionaba y la sensación de vacío lo estaba torturando.

¿Así se sentía un corazón roto?

Tal vez ahora entendía por qué jamás se había enamorado. 

Era difícil sobrellevarlo.

Tambaleándose se levantó dispuesto a darse un baño para poder despejar su cabeza, pensar con claridad y buscar una forma de contactarse con Kenzie. La ducha duró más de lo que esperaba pero, al salir con una toalla sobre la cabeza y vestido con un jean y una sudadera negra tenía los pensamientos más ordenados y el corazón un poco menos dolido. 

Cosa que no duró demasiado.

Su móvil sonó y prácticamente corrió para revisarlo, el mensaje que recibió prácticamente terminó de romperlo.

Kenzie:

<Lo siento, Akira, no quiero hablar contigo. No insistas por favor>

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