Pobre de Oikawa Tooru y sus instintos desatinados que lo llevaron a esconderse dentro de los baños del segundo piso del edificio principal, encontrándose rezando porque Kuroo no lo siguiera, anhelando con fuerza que dejara de lado aquella torpe confesión que intentó formular.
Solo quería que olvidara cada palabra que había rebotado fuera de sus labios, ¿qué tal si le decía que era una ilusión creada por lo auriculares?
─Maldito Ushijima─ se decidió por echarle la culpa al muchacho mientras se encogía sobre la tapa del baño, decidido a evitar el asunto de su impulsivo actuar.
Tal vez debería cambiarse de Estado, irse a vivir a Mantrofol y comenzar a llamarse a si mismo Kiwara. Podría funcionar, sí, eso podría funcionar, seguramente Iwaizumi conocía a alguien que podría hacerle un pasaporte falso y...
─¿Oikawa?─ la puerta principal del baño se abrió de par en par con un rechinido que por poco le hace caer de la tapa, ingresando Kuroo, que comenzó a caminar frente las puertas de los cubículos a pasos titubeantes.
Tooru, asustado, contuvo la respiración, evitando mover un solo músculo de su cuerpo para que Kuroo saliera sin más. Creyó que todo estaba bien, hasta que el chico inició con la tarea de abrir cada una de las puertas. Sabía que tarde o temprano algo lo delataría.
El muchacho se frenó del otro lado de la puerta, el suave sonido de sus manos posadas sobre la madera con una extraña delicadeza.
─¿Estás allí?─ pregunta, una amabilidad poco habitual─. Sé que estás allí, tu querido Iwa-chan me mandó a estos baños en específico.
Traidor de mierda, pensó Tooru entonces, luchando contra el impulso de saltar para salir corriendo del lugar. Tomó un respiro profundo antes de comenzar a bajar las piernas poco a poco sin hacer un solo sonido, todavía intentando cubrir sus pisadas.
─Escucha, Oikawa...
Su corazón dejó de latir unos cuantos segundos, preso del ataque de pánico que le provocaba el pensar en las palabras que se avecinaban a acariciar sus oídos, un escalofrío recorriendo su cuerpo entero mientras daba un salto al suelo, pegándose dramáticamente contra la puerta de madera, como si eso pudiese detener las palabras.
─No me lo digas─ se apresura a suplicar el muchacho─. Va a doler y no estoy listo para eso. Por favor, no lo digas.
Suspirando, Kuroo da unos pasos hacia atrás antes de continuar hablando.
─Sal de allí, podemos hablar en un mejor lugar─ pide de nuevo, con una voz tan suave como la que usaba al hablar con Kenma.
Kenma, el mejor amigo de Kuroo y al que parecía adorar. En algún punto del pasado Oikawa también lo llegó a considerar como un rival de amor, o eso hasta que descubrió que el pequeño cabeza de pudín salía con Chibi-chan. Y eso que Tooru pensaba que Hinata y Kageyama tenían un futuro romántico por delante, algo truncado por Kenma y Tsukishima. Pero aquellos eran detalles sin importancia en medio de un momento tan dramático como el que se encontraba viviendo.
Preferiría ver a Tsukishima y Hinata viviendo esa situación, no a él mismo.
Esta vez, eran solo Kuroo y él, ningún pequeño gato rondando alrededor para soltar indirectas sobre los obvios sentimientos de Oikawa por Kuroo. Kenma podía ser irritante cuando se lo proponía, un hecho que Oikawa conocía mejor que nadie.
─En serio, este es un mal lugar para declararse. Sal de allí.
─Maldigo a Ushijima Wakatoshi por darme las peores ideas del siglo─ recrimina Oikawa, probando de nuevo evadir del tema para salirse por la tangente.
─Siempre te quejas de Ushijima cuando él no te metió en este baño─ le recuerda el chico, algo de humor implícito en sus palabras.
─Pero él fue el idiota que me dio esperanzas para ir a...
No tenían que recordarle lo tonto que podría llegar a ser, él mismo se metía de nuevo en el pozo del que deseaba salir. Hasta que una solución traspasó el muro de sus pensamientos acompañada de un golpe seco a la puerta, consiguiendo alejar a Kuroo de su camino mientras suplicaba a sus piernas que no cedieran por más que lo quisieran.
Había corrido tanto para escapar de las tortuosas palabras de Kuroo, ¿qué más daban unos metros más?
─¡No, imbécil, para ya!
─¡Kiwara comenzará una nueva vida en Mantrofol, Tetsu-chan!─ suelta a carcajadas nerviosas, dando zancadas que solo podía atribuir a la cantidad de adrenalina que azotaba su cuerpo.
Nadie le dijo que confesarse sería sencillo, por lo menos no confesarse a otro chico, uno de sus mejores amigos en la universidad. Demonios, ¿debería dejar la universidad y comenzar a trabajar en alguna biblioteca? Si veía el lado bueno, podría leer cualquier título que le interesara mucho antes que otros lectores.
Tal vez sí...
─Oikawa─ repentinamente, el fornido pecho de Ushijima aparece en medio de su camino, cuerpo entero colisionando con aquel muro humano─, ¿cómo te fué?
UshiWaka-chan tiene un futuro brillante por delante, Oikawa, se recordó a él mismo, menguando la impetuosa necesidad que surgía en su interior por asesinar al chico a golpes. Se encontraba pensando en una respuesta ingeniosa cuando recordó el verdadero peligro en que se encontraba su corazón.
─Por tu culpa me mudaré a Mantrofol, idiota─ murmuró antes de volver a impulsarse por un camino diferente.
Solo consiguió dar unos pasos más cuando escuchó de nuevo al chico.
─¿Vas a cambiar tu apellido a Kuroo, Oikawa?─ impávido, Ushijima mostraba la seriedad con la que se expresaba.
Congelado por unos cuantos segundos, Tooru no supo que contestar a aquello cuando Kuroo ingresó a la escena, su respiración irregular, los ojos felinos clavados en su objetivo: Oikawa.
─Deja de correr─ pidió mientras intentaba controlar el movimiento causado por el sobresfuerzo de sus pulmones─. Oikawa, no quiero...
¿Lastimarte? ¿Rechazarte? ¿Romper tu corazón? Su mente creaba conjeturas a una velocidad exorbitante, apenas consiguiendo escuchar realmente lo que Kuroo le decía. Sabía lo que ocurriría, pero no estaba preparado para admitirlo, de forma que no consiguió contener las lágrimas que desbordaron sus ojos mientras todo a su alrededor parecía congelarse.
─No lo estás escuchando, Oikawa─ Ushijima terminó acercándose a él para colocar una mano sobre su hombro─. Le gustas.