Prologo

16 2 0
                                    

2007

Cuando Tzuyu sale del baño Nayeon está despierta, recostada contra las almohadas, hojeando los folletos de viaje que había junto a la cama. Viste una de las camisetas de Tzuyu y su larga melena enmarañada evoca imágenes de la noche anterior. Tzuyu se queda ahí, disfrutando de ese breve recuerdo, mientras se seca el pelo con una toalla.

Ella alza la vista del folleto y hace un mohín. Es tal vez un poco demasiado mayor para hacer mohínes, pero llevan saliendo tan poco tiempo que aún resulta encantador.

Nayeon—¿De verdad tenemos que hacer senderismo por las montañas o lanzarnos por barrancos? Son las primeras vacaciones de verdad que pasamos juntos y aquí no hay ni un solo viaje, literalmente, que no implique arrojarse de algún lugar o... —finge que la recorre un escalofrío—, o llevar forro polar.

Tira los folletos sobre la cama y estira unos brazos color caramelo sobre la cabeza. Tiene la voz ronca, legado de esas horas de sueño perdidas.

Nayeon—¿Qué tal un balneario de lujo en Bali? Podríamos tumbarnos sobre la arena..., pasar las horas como reyes..., noches largas y relajantes.

Tzuyu—Soy incompatible con ese tipo de vacaciones. Necesito hacer algo.

Nayeon—Como lanzarte de un avión.

Tzuyu—No lo descartes hasta haberlo probado.

Ella hace una mueca.

Nayeon—Si no te importa, creo que voy a seguir descartándolo.

La camisa de ella está ligeramente húmeda contra la piel. Se pasa un peine por el pelo y enciende el teléfono móvil; se le crispa el rostro al ver la lista de mensajes que lo asaltan desde esa pantalla diminuta.

Tzuyu—Vale —dice—. Tengo que irme. Desayuna lo que quieras. —Se apoya en la cama para besarla.

El aroma de ella es cálido y fragante y muy sensual. Lo respira en su nuca y por un momento se olvida de lo que estaba pensando cuando ella le pasa los brazos alrededor del cuello y tira de ella hacia la cama.

Nayeon—¿Aún está en pie lo del fin de semana?

Tzuyu se desprende de los brazos de ella de mala gana.

Tzuyu—Depende de lo que pase con este trato. Ahora mismo está todo un poco en el aire. Todavía existe la posibilidad de que tenga que ir a Nueva York. De todos modos, ¿una buena cena este jueves? Tú escoges el restaurante. —La cazadora de cuero de motorista cuelga de la puerta y ella la coge.

Nayeon entrecierra los ojos.

Nayeon—Cena. ¿Con o sin el señor BlackBerry?

Tzuyu—¿Qué?

Nayeon—El señor BlackBerry me hace sentir la señorita Blackberrinche. —Una vez más, el mohín—. Es como si hubiera siempre una tercera persona tratando de acaparar tu atención.

Tzuyu—Lo pondré en silencio.

Nayeon—¡Chou Tzuyu! —le regaña ella—. Tiene que haber momentos en que puedas apagarlo.

Tzuyu—Lo apagué anoche, ¿no?

Nayeon—Solo bajo coacción extrema.

ella sonríe.

Tzuyu—¿Así se dice ahora? —Se pone los pantalones de cuero. Y el dominio de Nayeon sobre su imaginación al fin cesa. Se echa la cazadora al brazo y le manda un beso al salir.

Hay veintidós mensajes en su BlackBerry, el primero de los cuales llegó de Nueva York a las 3.42 de la mañana. Algún problema legal. Baja en ascensor al garaje mientras intenta ponerse al día con las noticias de la noche.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 17, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

satzu-Yo antes de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora