Capítulo 96

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HARRY


No tenía sentido quedarme allí. ¿Por qué Dios me había traído de vuelta? No quería quedarme para sentir aquella furia, impotencia y tristeza.

Y ahora estaba tendido en una maldita cama de nuevo. Sólo. Mis muñecas vendadas ante el plan fallido y mi corazón destrozado.

Lo único que me consolaba era saber que Rose estaba en alguna parte de Estados Unidos con vida e intentando una vida normal.

Volvía a llorar cada vez que recordaba que ella no podría tener una vida normal. No en una silla de ruedas, ni imposibilitada, o lejos del baile.

Cerré los ojos y fruncí el ceño intentando ahogar mi cerebro con sus recuerdos, su aroma, su piel, su sonrisa, todo lo que me ofrecía día a día.

Escuché la puerta abrirse y preferí no soltar ninguna maldición.

Creerían que estaba loco.

¿Qué más da? Quizás si lo estaba.

-Eres un maldito estúpido- dijo alguien en voz baja. Sentí una mano cálida sobre la mía y temí estar delirando. No me sentía con fiebre como para ponerme a imaginar cosas, pero ya estaba demente, así que continué escuchando aquella hermosa y cansada voz. -Entraste a mi vida y supe que eras el jodido desequilibrio- murmuró y sentí unos labios suaves sobre mis nudillos. -Y aún así te amo más que a nada. Y te juro que si no dejas de hacerte el dormido te aniquilaré por hacerme hablar así.

Abrí los ojos inmediatamente y lágrimas inundaron mi vista cuando noté quién era el ángel que me hablaba.

Rose estaba sentada a mi lado. Tenía ojeras y el cabello algo desordenado. Su piel lucía pálida, y sus ojos cansados, pero aún tenían ese hermoso gris almendrado.

-¿No me dirás nada?- preguntó y esbozó una sonrisa. -Te he extrañado mucho como para que te la pases en silencio.

No estaba imaginándolo. Ella estaba allí. Sin importarme nada me bajé de la cama de un salto y la envolví en mis brazos, hundiendo mi rostro en su cabello, que aún continuaba con aquel deleitante aroma.

Ella me abrazó con fuerza, y pensé que podría haber muerto allí. Con Rose en mis brazos, amándome como lo hacía antes, y como nunca había dejado de hacerlo.

Realmente me había sentido devastado al no tenerla en mi vida, pero ahora que estábamos tan cerca, tan conscientes y tan felices, que podía notar el oscuro matiz de mis días.

-Nunca... -dijo sin soltarme. -Jamás en tu maldita vida intentes eso de nuevo, o te mataré yo misma. Hay muchas personas que se preocupan por ti, Harry- su nombre en sus labios me alivió mientras me reprochaba. -¿Estás loco o algo? Me miras como si estuvieras viendo a Scarlett Johansson o algo.

Solté una risita ante la comparación. Ella era muchísimo más que eso.

-No intentaba suicidarme, sólo... quería torturarme un poco- dije en voz baja, mintiendo tanto como diciendo la verdad.

-¿Torturarte por qué?- preguntó ella e intentó apartarse pero mantuve mi rostro en su cuello. Primero, porque no quería alejarme de ella y segundo porque tampoco quería que me viera a los ojos cuando lo decía.

-No puedo soportar que estés en una silla de ruedas. Y mucho menos, por mí.

Ella se apartó haciéndome a un lado.

-No estoy aquí por tu culpa. Fue un accidente.

-Fue mi culpa- le recordé.

-No, no lo fue. Íbamos discutiendo, yo te alteré. No importa que haya sucedido, sólo no vuelvas a intentar quitarte la vida ¿sí?- asentí con una sonrisa, pese a la situación. -Si te vas me voy contigo.

La atraje de nuevo a mis brazos, levantando su delgado cuerpo de aquella maldita silla.
Estaba sentado sobre la camilla con ella en mi regazo, llenando de besos mi cuello.

Aquello definitivamente era la gloria, imperfecta e incompleta, pero así era.

-Te amo- susurré en su pelo. Ella me abrazó más fuerte.
Sus piernas colgaban inmóviles al lado de la cama.

-Te amo más, muchísimo más- dijo acariciando mi nariz con la suya. Y entonces se acercó justo a la altura mis labios pero se detuvo: -Y no me importa por qué diablos besaste a la desgraciada de tu esposa si ahora me dices que me amas otra vez.
-Me dijo que tú me habías dejado. No es una excusa, pero estaba destrozado y no tenía la voluntad de negarme- ella me miró poco convencida. -Y sí te amo, más que a nada.

Ella esbozó una sonrisa de nuevo y me besó. Ahuequé su rostro en mis manos, sintiendo la calidez de sus mejillas completarme.

-¿Por qué estás en Los Angeles? ¿cuándo has vuelto?- pregunté acariciando su cabello. Ella soltó una carcajada.

-Nunca he vuelto. Tú estás en Atlanta, tontito.

La miré confundido y eso sólo provocó que estallara en carcajadas. Besé sus mejillas mientras lo hacía.

-Niall y Zayn han hecho que te traigan aquí y terminemos con éste drama de una vez por todas.

Asentí sintiéndome raro al estar en la otra punta de país con tan sólo un abrir y cerrar de ojos.

Ella sonrió y me quedé mirándola. Jugo con mi cabello y me fundí en sus labios.

-Cásate conmigo- le pedí sin dejar de besarla. Disfrutando de el contacto de nuestros labios. Me recosté y la traje a mi lado.

Nos cubrí a ambos con una colcha. Ella me miraba divertida.

-¿Qué?... Aún estás casado con otra- me recordó.

-Me divorciaré.

-Los sedantes hacen que digas cualquier cosa.

-No, simplemente soy yo- contraataqué con una risita.

-Estás loco.

-Lo estoy y cásate conmigo.

-Lo haré.
Me quedé observándola. ¿Realmente aceptó?

De seguro mi expresión la alertó porque tomó mi rostro entre sus manos y se acerco.

-Me casaré contigo- me besó y continué perdiéndome en su boca con dulzura. Absorbiendo cada sensación que me provocaba. Como si la emoción chocara con mi anterior tristeza en carne viva.

Entrelazó nuestros dedos sobre mi pecho y me sentí más completo, contento y enamorado que nunca. Sin importar la situación en la que nos halláramos.

La primera y única a la que amaría siempre.

One And Only || Harry Styles ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora