Capítulo N°12 :La justicia de las palabras marcan el destino de tu mente (II)

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Camino hacia el diario donde trabaja Jareb, es independiente, según lo que recuerdo de nuestro primer encuentro, no le gustan las grandes cadenas donde forjan tu opinión. Me detengo en las afueras y miro lo alto que es el edificio. Saco un papel de mi bolsillo y advierto que es en el sexto piso. Ingreso, saludo al guardia y subo al ascensor. La música, que sale saturada de los pequeños parlantes, me adentra en los pensamientos de culpa al pensar que Jareb podría ser el Señor J no obstante no puedo descartar a nadie. Hasta pensé que era mi esposa. En estos momentos, hasta mi sombra es sospechosa. Las puertas se abren, salgo y miro hacia los costados, no anoté cual era la oficina. Voy, paulatinamente, observando los vidrios por si poseen el nombre de los empleados, el último era el indicado. Golpeo la puerta y a los pocos segundos soy recibido por Jareb que me invita a su oficina. Está muy desalineado, de seguro pasó toda la noche trabajando. Cuando nos sentamos, me dice:

—Aquí me tienes, Ethan —se acomoda el pelo— te noté un poco agitado, ¿qué te sucede?

—Perdón si te preocupé —miro el piso y luego levanto la mirada—, es que lo que está pasando en la ciudad me tiene a maltraer.

—Todos estamos de la misma manera —suspira—, no obstante no veo en qué te puedo ayudar.

—Tres de mis compañeros fueron asesinados y nadie me quiere brindar información, pensé que tú me podrías dar una luz de esperanza...

—Ahora entiendo más, Ethan. Todo está muy hermético. Nadie quiere hablar de nada, ya hay suficiente miedo con un asesino serial, sin embargo, Mathew y yo llegamos a la suposición de que puede haber otro en la ciudad.

¿Hay otro asesino serial?, ¿Cómo lo descubrieron?

Es imposible que lo supieran siendo dos simples periodistas, unieron cinco muertes a un solo hombre. Me enciende una luz de esperanza que sean los encargados de haber terminado con ellos y quieran acabar conmigo. Atacarlo en este momento no es una opción porque no poseo evidencia alguna de que el Señor J sea Jareb, pero abrió una puerta importantísima hacia la verdad. Solo resta indagar más y más, interrogando cómo llegaron a atar los cabos.

—Esa es la pregunta que nosotros nos hacemos en el diario, en los últimos meses hubo cinco casos, de los cuales tres fueron tus compañeros. Sé que a simple vista no se relacionan unos con otros, que parecen casuales pero, yo sé que no —se sirve un vaso de agua y me invita uno a mí.

—Me dejas sin aliento —bebo un sorbo—, yo asumí que eran casuales, que había tenido la mala suerte de que me tocara con tres compañeros míos. Pero parece que no existe la casualidad en esta ciudad.

—Nada es casualidad, todo es causalidad. El universo siempre nos muestra la verdad, solo hay que saber verla.

—¿Y qué se sabe hasta el momento? Confía en mí, que de aquí no saldrá nada, tengo una hija y necesito estar tranquilo.

Frykt me susurra al oído que debo acabar con esta reunión de la manera más sangrienta posible. Él me indica, con su mejor estilo, utilizando palabras morbosas que solamente el hacedor de las matanzas puede saber tantos detalles. Yo, a la vez, pienso en este momento que todo fue obra de una simple suposición. No dio datos de los homicidios y su mirada expresa angustia, no excitación.

No se sabe mucho, nosotros estamos uniendo cabos sueltos para demostrar que hay otro asesino en la ciudad, por más que la policía quiera ocultarlo —bebe un gran sorbo y me mira.

—No puedo, no quiero imaginarme otra bestia en Coverwall —finjo mi cara de asombro, espero que se la haya creído.

—Mi compañero del diario —prosigue—, Mathew, comenzó a investigar las muertes de un tal Robert y una tal Abbie, más tus tres compañeros. No encontró nada que los uniera sin embargo como tampoco han encontrado a los culpables, nos planteamos la hipótesis de que sea el mismo.

Oscuros pensamientos: El misterioso señor FryktDonde viven las historias. Descúbrelo ahora