Deslumbrante.

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El viento soplaba sobre su rostro, que hacía ondas repetitivas con su lacio cabello, haciéndole disfrutar de la cálida sensación otorgada por la naturaleza.

Para él, no había sensación más agradable que la del aire cálido llenar sus pulmones de oxigeno, limpiando aquellos órganos de impurezas y reconfortando su ser.

Las hojas verdes de aquel inmenso jardín estaban siendo nutridas también, respirando el mismo aire que su persona. Porque claro, las plantas eran seres vivos.

Acarició una violeta con cuidado, esperando no maltratarla con su toque, aunque era ligero.

Le encantaba ver crecer las flores de su jardín. Sentía que con ello progresaba como persona íntegra, ya que les brindaba amor y les ofrecía los cuidados requeridos para crecer bellas, sanas y fuertes.

Emprendió una lenta caminata, observando con detenimiento las flores y plantas que no estaban creciendo correctamente. Tenía que asegurarse de darles más atención a esas pobres faltas de su atención y cariño. Era cruel al no darles el suficiente amor.

—BaekHyun. —fue nombrado.

Volteó de la sorpresa para descubrir a la persona que lo había asustado así. Se había pinchado el dedo índice de la mano izquierda con “Púa”, el cactus bebé de su jardín.

—¡Abuelo! —gritó a la vez que hacía un mohín lleno de enfado—. ¡Me asustaste! —se chupó el dedo afectado mientras le daba una mirada cargada de resentimiento.

El anciano, que yacía subido en una escalera de madera, le sonrió cariñosamente.

—Lo siento, hijo —exclamó quitándose el sombrero beige y bajando la cabeza, disculpándose con el gesto—. ¿Tu dedo está bien?

El joven asintió, mostrándole el falange herido, que tenía un diminuto punto rosa. Al parecer, no era nada alarmante.

—Siempre exagerando —le reprochó el más viejo—. Ven para acá.

BaekHyun sin dudarlo, corrió rápidamente hasta la entrada de su jardín, abriendo la puerta y abalanzándose sobre los brazos abiertos de su abuelo apenas estuvo frente a él. Era inexplicable, pero lo quería más que a cualquier persona, exceptuando a su novio.

—Veo que todo ha florecido por aquí. —comentó el abuelo, pellizcándole un moflete tiernamente, afirmando el bastón que llevaba de adorno en la mano.

—Pues claro, no te das cuenta porque prefieres a tu huerto que a mi jardín —mencionó falsamente molesto—. Deberías venir a ver lo hermosas que se ponen cada día. —se cruzó de brazos, negándole la mirada.

El abuelo suspiró y le dio un corto beso en la mejilla, haciendo que su nieto le prestara atención.

—No podré venir a verlas todos los días, pero ya tengo a una persona que me cuenta siempre sobre lo mágico y encantador que es su jardín. Eso me basta para saber que son bellísimas las flores que crecen aquí.

BaekHyun sabía que hablaba de él. Era el único dueño de ese jardín y se decantaba por sus flores y plantas, por ser tan bellas y magníficas. Por ello, BaekHyun a las seis menos veinte, corría hacia el despacho de su abuelo para contarle cómo le fue en ese día en su jardín antes de cenar. Le encantaba que fuese la única persona interesada en sus relatos al plantar una simple semilla en la tierra.

Su abuelo también le contaba sus historias sobre la guerra. No era un fiel amante de aquellos relatos bélicos, porque solía crearse un escenario mental terrorífico que le impedía tener tranquilidad al pensar en las personas que sufrieron en aquellos tiempos de desgracia, crueldad y desesperanza. En cambio, su novio era fiel y venerador a las historias ajenas, con las cuales se había ganado la aprobación de su abuelo, sin mucho esfuerzo.

DESLUMBRANTE (ChanBaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora