Capítulo 3

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-Estoy en la escuela, abuela, voy llegando.

-Ten mucho cuidado cuando regreses a casa.

-Sí, está bien. No te preocupes. Te amo -cuelgo y me detengo junto a la puerta del laboratorio.

-Pensé que nunca llegarías -es Emilio, mi mejor amigo.

-Faltan diez minutos para que empiece la clase. Estoy más que a tiempo -sonrío.

-¿Es tarde? ¿Ya es tarde? -volteo y veo a Rosa acercarse a nosotros con paso rápido.

-Estás a tiempo -me hago a un lado para que se una a nosotros.

Empieza a hablar, pero no le pongo atención, mi mente sigue en el cementerio viendo el reflejo en el agua. Solo puedo verla ahí y por muy poco tiempo, le mentí a mi abuela al decirle que solo podía escucharla, pero no quiero que empiece a hacerme preguntas. Es difícil ser nieto de una chamana, eso de ver y hablar con los espíritus, ver cosas en el destino de las personas y todo eso no es lo mío, prefiero mantenerme bien alejado.

-¿Estás bien? -Emilio pone su mano en mi brazo, lo miro -Ya empezó, ¿verdad?

Asiento lentamente.

-¿Qué empezó? -Rosa nos mira con desconcierto.

-Como todos los años... -cierro los ojos y cuando los vuelvo a abrir digo: -No es nada.

La laboratorista llega, nos saluda y abre el laboratorio. Nos ponemos las batas y entramos.

-Oye, no sacamos los cultivos -dice Emilio inclinándose hacia la izquierda -Seguramente ya se secaron.

-Yo tampoco los saqué -Rosa se sienta junto a mí.

-Los pasé al refrigerador el sábado -al decir eso suspiran.

-No deberíamos venir los sábados, es un delito -sonrío ante el comentario.

-Iré por ellos -me levanto y camino hacia el refrigerador, abro la puerta y saco la bandeja con el número nueve. La pongo en la mesa y busco mis medios. Otras personas hacen lo mismo. Encuentro los míos y regreso a mi lugar.

-Es un tema incómodo para él... -Emilio se calla al verme llegar. Sé muy bien de qué estaban hablando, pero no hago comentarios al respecto.

-No creció nada -levanto dos de las cajas que traje y se las muestro.

-¿Y en las otras dos? -se las paso a Emilio y tomo las otras dos cajas.

-Pues...

-Eso puede ser contaminación, ¿no? -Rosa toma una de las cajas que estoy sosteniendo y señala con su dedo una manchita amarilla en el centro del medio.

Amarillo... Ven al río...

Me da un escalofrío, lo ignoro y acerco mi cara a la caja.

-Tal vez.

-¿Creen que nos haga repetirlos? -Rosa y yo nos miramos, luego vemos a Emilio, pero soy yo quién responde.

-¿Por tercera vez? Seguramente.

-Así nunca vamos a avanzar -Emilio suspira y recarga su cabeza en la mesa.

Me pongo los guantes, tomo las cajas y voy con el profesor que acaba de llegar. Me paro a lado suyo y espero a que termine de acomodarse.

-Profesor, disculpe -voltea a verme -No creció nada en nuestros medios y en este... -me quita las cajas, las mira unos segundos y me las devuelve.

-No sirven, háganlo de nuevo -se va hacia el refrigerador y yo regreso con mi equipo.

-Hay que pedir material para repetir los medios -se quejan, ya sé... es molesto, este profesor nos ha hecho repetir esto tres veces, las primeras dos sin razón y esta pues, esta vez sí tiene sentido.

-Yo voy -Rosa se levanta y sube por el material.

Abro mi manual y busco los cálculos que hemos usado por tres semanas. Hacer todo esto es fácil, solo haces reglas de tres, pesas, pones agua, esterilizas y pasas a las cajas, es tardado, pero fácil.

-Oye... -de nuevo está inclinado, pero esta vez hacia mí -Creo que Rosa debería saber.

-¿Ah, sí? -sueno más agresivo de lo que pretendía y me disculpo por ello -¿Crees que lo entienda? No quiero que se aleje de nosotros por eso, me agrada.

-Es una chica inteligente, entenderá. Además...

-¿Qué?

-Me dijo que escuchó unas cosas raras...

-¿De mí?

-No, en la noche. Dijo que se puso muy nerviosa.

La veo bajando las escaleras con el material y me levanto para ayudarla. Nos sentamos y empiezo a pesar las cosas que vamos a ocupar.

Del Otro Lado Del RíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora