Cuando el tiempo se enamora

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CAPÍTULO 1

Cuando el tiempo se enamora

Disclaimer: los personajes de esta historia no me pertenecen, son propiedad de Reki y A1, no hay intención de lucro en este fic. La imitación es la mejor forma de admiración.

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El sol se puso en el horizonte y el lugar dejó de tener esa combinación de colores fríos propios del sol de media tarde, para adoptar los suaves tonos de anaranjado, como si fueran llamas que arden pero no queman. Incluso la cascada cercana, que tantos secretos guardaba, reflejó ese espectáculo.

Varías hojas de los árboles danzaban en el viento que, a esas alturas, soplaba más fuerte.

El chapoteo del agua acompañó los ruidos de las ramas chocando entre sí. Los pasos dificultosos se detuvieron cerca de una enorme roca, la que tradicionalmente era usada para sentarse a meditar bajo la caída del agua.

La mirada negra, como la fría noche, atrapó la clara; su opuesta, pues ella era el reflejo del día.

Con la yema de los dedos le acarició la mejilla, fue tan delicado como si tratara con el filo de su katana. No estaba de más tratarla cual pétalo delicado, después de todo era una mujer, una valiente mujer que hubo derrotado a la mitad de los estudiantes de ese lugar.

Bajo toda esa ropa masculina, solo él sabía su secreto.

—¿Te rendirás?

Ella sonrió. Con el mango de su espada le presionaba el abdomen para evitar un acercamiento más íntimo.

Él no estaba en posición de decir tales palabras, no tenía arma o más bien no pensaba usarla. No contra ella. No obstante, ella no planeaba rendirse, lucharía hasta dar la última gota de su fuerza.

—Iba a preguntar lo mismo —hizo un poco más de presión, obligándolo a retroceder unos centímetros.

Negándose a perder de nuevo, aunque ya había aceptado su derrota varios minutos atrás. Guió su otra mano hacia la trenza de su oponente. Ella al notarlo trató de retroceder, pero era ya muy tarde, la posición en que se encontraban envueltos se lo impedía.

—Sé que alguien puede vernos —susurró para calmarla. —Pero deseo...

Ella lo calló poniendo un dedo sobre sus labios. Lo conocía tan bien que no necesitaba decir más que eso, el silencio fue lo que los acercó en primer lugar.

Era indestructible la profundidad con que se miraban. Hasta podría decirse que se llamaban de esa forma. Y eso hacían, reducían la distancia al ritmo del ocaso a sus espaldas; fueron acoplando el espacio, sus respiraciones chocaron antes que el suave tacto de sus labios.

Se unieron de esa forma, con roces suaves que profundizaban ante cada movimiento de sus bocas, para entregarse con la intensidad de un par de amantes a escondidas.

La mano de él se movió despacio, atrapando la trenza que fue su primer objetivo, cumpliendo su deseo desató el abundante cabello que, en una sueca cadencia fue mostrando su esplendor.

Apenas se separó para apreciarla, se rindió nuevamente y volvió a unir sus labios.

Ese fue más que solo su primer beso... era el recuerdo más latente de que alguna vez, se sintieron dichosos.

El tiempo y el destino, no fueron compasivos con ellos.

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Te seguiré hasta el fin del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora