Capítulo 6

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RENATA

¿En qué piensas? Pareces muy concentrado, solo son fotografías viejas. Miro lo que él ve. Somos nosotros de niños, los tres, tan pequeños... Pasa las páginas y...

<< -Fuiste tú todo este tiempo.

-¡Sorpresa!

-¿Por qué...? >>.

Él... ¿Quién?... No... Diego... Lo miro e intento poner mi mano en su hombro, nunca lo consigo, no puedo tocar nada del mundo terrenal. Extraño sentir su piel, su calor. A la gente del pueblo, a... ¡Asesino!

El golpe del álbum contra el suelo me devuelve a la realidad. ¿Qué pasa?

-Diego...

No me escucha, no puede respirar... lo he visto antes, luego de... No puede ser.

<< -No lo entenderías. Prometiste quedarte en casa, dijiste que dormirías. ¿Por qué no lo cumpliste?

-¡NO TE ME ACERQUES! >>.

Debes alejarte de él, pero ¿de quién? Abre la puerta y grita, luego pierde la consciencia. Veo a su abuela entrar corriendo lo más rápido que puede. Ya no puedo... salgo de aquí, de su habitación, de su casa. Debería salir del pueblo, ¿por qué demonios no puedo? Ahora lo sé, o casi. Fue él... ¿Quién? Tiene que pagar, cuando lo haga sé que podré irme, sé que Diego podrá seguir con su vida.

Lloro todo el tiempo, pero él solo me escucha durante las noches. No es mi intención herirle, pero ahora sé por qué debe ir al río.

Camino por las calles sin un rumbo fijo. No quiero volver y verlo así, no puedo. Mi corazón se rompería... aunque ya no lata, no podría soportarlo.

Comienza a llover, es lo único que logra tocarme, pero no tiene importancia. No puedo enfermarme, no siento frío más que el del río, pero ya me acostumbré a él.

Siento una atracción muy fuerte, no sé de dónde o de quién, pero la sigo. La gente pasa junto y a través de mí, los veo temblar por un segundo y después seguir como si nada, intentando cubrirse de la lluvia. No sé qué más estoy esperando.

Mi vestido está empapado y sucio. Mis pies están morados igual que los dedos de mis manos y mis labios. Sigo caminando sin ver el camino hasta que choco con una puerta. Usualmente las atravieso... Bajo los escalones que subí sin darme cuenta y miro hacia arriba. Es la iglesia del pueblo. Nunca fui creyente, tal vez esto sea parte de mi castigo.

No sé si debería entrar... No creo ser bienvenida. ¿Qué puedo perder? Muerta ya estoy.

Vuelvo a subir los escalones y pongo la mano sobre la puerta. Su tacto es suave. Tomo la manija y abro la puerta. El interior está iluminado en su mayoría por luz artificial, pero hay unas cuantas velas encendidas frente a los santos. No puedo creer que haya podido abrirla, años de intentar. No la cierro, comienzo a avanzar. Miro todo lo que está alrededor mío. Es lo más hermoso que mis ojos han visto.

Al frente hay un Cristo gigante, me acerco más a él. Ya no siento miedo, un ligero hormigueo recorre mi piel. Me detengo al ver que alguien sale de no sé dónde. Coloca unas velas frente al Cristo radiante y voltea lentamente hacia donde estoy. No siento como si su mirada me atravesara... pero debe estar viendo hacia la puerta que dejé abierta.

-Veo que al final veniste. Encontraste el camino hasta aquí.

Miro hacia atrás, pero no hay nadie más. Solo estamos nosotros dos. Debe traer un manos libres o algo por el estilo.

Baja un par de escalones y camina hacia mí.

-¿Qué te trajo aquí después de tanto tiempo de olvido y negación?

Se detiene justo frente a mí. Doy un paso atrás. ¿Está hablando conmigo?

-No tienes por qué estar asustada.

Contengo algo parecido a la respiración. Empiezo a temblar. Quiero irme... le doy la espalda y corro hacia la puerta.

-¡Renata! -me detengo en seco. No puedo moverme. Lo escucho acercarse -¡Oh, mi dulce niña! Cuánto debes estar sufriendo.

Logro darme la vuelta y lo veo plantado en el mismo lugar de antes, no se movió ni un centímetro. Me sonríe con tristeza. Puede verme... Tres años sin que alguien pudiera hacerlo, ni siquiera la abuela de Diego...

-¿Quién te hizo tanto daño? -ahora sí se acerca a mí.

-Yo... -mi voz tiembla, pero no tengo miedo. Supongo que es la emoción o...

-¿Quién? -doy un respingo cuando toma mis manos entre las suyas. Las miro entrelazadas y rompo a llorar.

Me dejo caer al suelo envuelta en un mar de lágrimas. No suelta mis manos. Se arrodilla junto a mí y me aproxima a él. Su calidez es tan penetrante. Mi cabeza reposa sobre su pecho y escucho el latir de su corazón, fuerte y constante. Eso me hace llorar aún más. Me aferro a su cuerpo con todas las fuerzas que tengo.

-¿Qué sucede? -tanta dulzura.

-Yo... Us... usted... Puede...

-Eso ya lo sé -no me deja terminar, pero no hay necesidad de hacerlo. Él sabe perfectamente qué pienso y cómo me siento, no sé cómo, pero lo sabe.

-¿Cómo?

-La fe. Sabía que algún día vendrías, solo esperaba seguir con vida para verte de nuevo en este lado del río.

-El agua es helada.

-¿La sientes?

-Todo el tiempo... Corre por mis venas, envenenada... turbia... fría.

-¿Qué pasó? -sigo llorando, pero por alguna razón dejo de tartamudear.

-No tengo idea.

-Debes saber algo, por pequeño que sea.

-Dejó de importarles...

-No a todos.

-Claro que sí, prefirieron burlarse de lo sucedido y archivarlo... No fue un accidente. Alguien lo hizo, vi algo que no debía -no sé qué estoy diciendo.

-¿Qué viste?

-Una sombra junto al río.

-¿Qué hacía?

-Sujetaba algo -siento como si estuviera flotando, ¿de dónde sale todo eso? No lo recuerdo... no lo recordaba hace cinco minutos.

-¿Qué?

-A quién.

-¿Le hacía daño?

-Ella gritaba...

-¿Ella?

-Quería causarle dolor.

<< -¡Deja de gritar! ¡¿Por qué siempre deben complicarlo todo?! >>.

-¿Qué le hacía?

-La sujetaba del cuello.

-¿Dónde estabas?

-Detrás del árbol...

-¿Qué hacías ahí?

-Quería investigar.

-¿En el cementerio?

-Llevaba horas caminando, quería ver el río antes de ir a casa.

-Y lo viste.

-Me vio.

-¿Qué pasó después?

<< -¿Qué tenemos aquí? ¿Renata? No te escondas, cariño >>.

-No lo sé... Solo recuerdo despertar unas horas después. Vi a la policía y corrí para decirles lo que había visto, pero en realidad ya no recordaba lo que era. Iban cargando algo, lo metieron a una ambulancia.

-¿Viste qué era?

-Lo supuse unos minutos después -volteo a verlo -Era yo.

Del Otro Lado Del RíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora