¿Estás preparado para convertirte en el nuevo escándalo de 1929?
Emma posee una habilidad especial, meterse en problemas. Conoce a alguien nuevo, con quien comparte el mismo amor por las travesuras. Sin embargo, es un simple empleado, así que lo dis...
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Busco a mi amiga entre toda la gente. Debería ser fácil encontrarla con el fantástico vestido que lleva puesto, pero no veo ningún cisne a mi alrededor. En su lugar, encuentro a Gilly a unos metros de distancia. Me apresuro a ir con él.
—¿Robin Hood?
—Estoy buscando a Giane, ¿Sabés dónde está?
Lo piensa unos instantes, inclinando la cabeza hacia un lado.
—En realidad sí, pero me pidió que no se lo dijera a nadie —responde.
—¡Necesito hablar con ella!
Se encoge de hombros. Está claro que no puede decirme, aunque quiera.
Me acerco a él, mirando fijamente esos ojos café. Frunzo el ceño.
—Gilly, vas a tener que decirme —hablo en serio.
Sonríe de lado.
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—¡Gigi! —exclamo feliz de encontrarla.
Escondida en la cocina, veo como come desanimadamente de los chocolates de la caja frente a ella. No parece preocuparle manchar su rostro, o vestido.
—Emms, ¿Querés uno? —me ofrece con la voz apagada.
—No, no quiero eso —aparto la caja de su alcance—. Quiero ver a mi amiga de vuelta, aquella que derretía y hacía temblar a los muchachos con su poderosa presencia. No creo que logres nada escondiéndote acá.
—Perdón por decepcionarte pero no puedo ser esa chica esta noche. Si salgo de acá, tengo que fingir estar interesada en alguien que ni siquiera conozco.
—Ya sé quién es... —afirmo.
Sus ojos se abren de inmediato.
—¿Cómo es? —pregunta mágicamente interesada en el asunto.
—Primero quiero que dejes esa actitud decaída.
Bufa, renegada.
Por la puerta entra alguien más a la cocina.
—¡Chicas! Vengo a comprobar que no se estén matando —declara Gilly caminando hacia nosotras.
—¿Podrías decirle a Emma que me diga quién es el ricachón?
Él me mira.
—Tengo miedo de ser disparado con flechas en el intento —responde—. ¿Qué son estos? ¡Chocolates! ¿De dónde los conseguiste?
—Me los regalaron... —murmura Giane.
—¿Saben qué significa eso? —pregunta él, sonriente, tomando asiento en la mesa dónde está nuestra amiga.
