Capítulo 1

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Capitulo 1

Can permanecía detrás del escenario que habían improvisado en el Hotel Paradise, a la espera de que lo adquiera la mejor postora de esa noche. Se paso los dedos por el cabello peinándose un poco, asegurándose de estar bien y se estiró la solapa del esmoquin. No podía ver a la multitud que se agolpaba en el salón de baile, pero podía escuchar las risas, los susurros y los pasos de las mujeres que se habían reunido. David Dawson había dicho que eran la crème de la crème de Los Ángeles.

La voz lenta y empalagosa del subastador se oía por los altavoces.

- ¿Quién ofrece algo? Señoritas, vamos, no sean tímidas, no se repriman. Ganen al hombre de sus sueños para el fin de semana.

¿Tímidas? Por lo que Can había escuchado durante la última hora, las mujeres que había reunidas en el salón eran tan tímidas y delicadas como un búfalo macho en celo. Se reían, gritaban y vitoreaban hasta que el martillo cayó y después aplaudieron y silbaron de tal manera que Can pensó que la policía entraría para hacer una redada. Después, empezaron otra vez, cuando el siguiente salió al escenario. Muchos de los participantes salían riendo y lanzando besos a las chicas.

- Vamos, que es algo benéfico –le había dicho un tipo a Can al ver su gesto de preocupación.

Quizá él hubiera ido voluntariamente, pero Can no. Y la mala suerte hizo que fuera el último en salir. ¿Cómo se había dejado convencer? Se preguntaba así mismo una y otra vez, era la única pregunta que se le repetía en su cabeza.

- ¡Vendido! –grito triunfal el subastador.

- Uno menos –murmuro una voz y Can se volvió hacia un chico delgado y rubio que estaba a su lado mientras se ajustaba la corbata. –Preferiría tirarme a un pozo.

- Tú lo has dicho –le contesto Can.

- Ahora, caballeros, relájense, salgan ahí fuera y diviértanse –animó Patty Jefferson.

- ¿Divertirnos? –preguntó el chico.

- Sí, a divertirse –repitió Patty empujándolo amablemente para que saliera al escenario.

Los gritos del público pusieron nervioso a Can.

- ¿Lo oyes? –preguntó Patty sonriendo.

- Sí, parecen una manada de fieras siguiendo un rastro de sangre –contestó Can intentando sonreír.

- Has acertado –rio Patty. Miró a Can de arriba abajo. –Cariño, se van a volver locas cuando te vean. No me digas que un bombón como tú está nervioso.

- No –mintió Can. – ¿Por qué iba a estar nervioso? ¿por salir a un escenario para que me subasten frente a un millón de mujeres gritando?

- Es por una buena causa –dijo mientras se marchaba. –Y te van a comprar en un segundo.

Eso era lo que se llevaba diciendo toda la noche, eso y que era un abogado de treinta años cuerdo, normal y sano. Cierto que estaba soltero, pero le gustaba elegir el mismo a las mujeres. El único problema era que le costaba hacerlas entender que todo lo bueno acababa. Las relaciones sentimentales no estaban hechas para durar siempre. Un mal matrimonio y un divorcio aún peor le habían enseñado lo que había aprendido en su infancia.

No estaba en contra de que las mujeres lo sedujeran. Le gustaba que fueran un poco agresivas, fuera y dentro de la cama, le parecía erótico. Pero una cosa era que una mujer ligara con un hombre al que había visto en una fiesta y otra que pujara por él como si fuera un trozo de carne.

Más allá de un sueño (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora