Ni siquiera intento cambiarme de ropa, sé que mis manos no me serían de mucha utilidad, el más mínimo movimiento hace que me maten de dolor.
Llevo un buen rato tratando de interpretar el sueño que acabo de tener, pero varias cosas han comenzado a desaparecer. Todavía puedo ver el escritorio y esa foto en el río, también el espejo del baño lleno de fotografías y el hecho de que alguien cree que soy un ladrón, todo lo demás es muy tenue.No soy un ladrón, a mí me robaron, esa es la verdad. Tampoco tengo la intención de dejar que alguien me haga cruzar el río pronto, eso ni pensarlo. Fui capaz de encontrar al coco, ¿qué más podría hacer? Siempre me había asustado la idea de hacer las mismas cosas de las que mi abuela es capaz, pero algo está cambiando... ahora quiero conocer mis límites. Sé que voy a quemarme, pero jugaré con fuego igualmente.
Suena el timbre, ya deben ser las nueve. Guardo mi celular en la sudadera y bajo las escaleras, gracias al cielo tampoco me había quitado los tenis, más dolor ahorrado.
Tomo mis llaves y abro la puerta. Una fina capa de lluvia está cubriendo todo el pueblo, está nublado y hace mucho frío. Salgo y cierro la puerta tras de mí.-Hola -voltea al escuchar mi voz y me sonríe.
-Hola, ¿listo? ¿Dónde están las cosas?
-Decidí quedármelas un rato más, por ahora me basta con hablar con sus padres, saber cómo están y todas esas cosas.
-Bueno, vamos.
La calle está vacía y todas las luces apagadas. Lo único que se escucha es la lluvia cayendo.
Trato de no mirar hacia la casa de Amelia, pero no puedo evitarlo. Vuelve a mi cabeza la imagen de su madre acercándose a mí, destrozada, de nosotros intentando consolarnos, tratando de calmar un dolor que nunca va a desaparecer.
Siento la mirada de Rosa sobre mí, pero decido ignorarla, no me ha hecho preguntas de nada y eso lo agradezco, quiero guardar todas mis fuerzas para nuestras visitas programadas.Llegamos a la primera parada, mi corazón se hace pequeño al ver su casa.
<<-Ya no está, Diego... mi niña se fue... me la arrebató el río... >>
Me detengo en seco, no sé si podré hacer esto. Siento como si sus manos heladas estuvieran sujetando las mías, como aquel día.
-¿Estás bien? -doy un respingo y continúo avanzando, ella me sigue.
Nos detenemos justo frente a la puerta. Las luces de esta casa también están apagadas, pero sé que ellos no están durmiendo. Antes de que Rosa me haga otra pregunta decido tocar el timbre, eso hago.
Mi piel está erizada, escalofrío tras escalofrío recorre mi cuerpo. Acerco mi mano al timbre de nuevo, pero no hay necesidad de volver a hacerlo sonar. La puerta se abre y se asoma la cara de la madre de Renata.<<-Se la llevó el río...>>
-¿Diego? -comienzo a llorar cuando menciona mi nombre.
Abre la puerta del todo y me abraza, yo me aferro a ella con todas las fuerzas que tengo, mis manos reclaman, pero las ignoro.
Me acaricia la cabeza y repite que todo está bien. Solo soy capaz de decirle que lo siento, lo repito mil veces, no merezco que me perdone, pero necesito decírselo.-Todo está bien, cariño -me suelta del abrazo solo para tomar mi cara entre sus manos, limpia mis lágrimas con sus pulgares y me ofrece una sonrisa que hacía tres años no veía. Renata era la viva imagen de su madre.
Nos invita a pasar y accedemos sin decir nada. Nos ofrece una toalla para secarnos, aunque la lluvia no es tan fuerte como para bañarnos. La aceptamos y una vez secos nos sentamos en la cocina.
Tenemos una taza con chocolate caliente frente a nosotros. Rosa entrelaza sus dedos entorno a ella para calentarse, yo la acerco a mi cara para que el vapor caliente mis mejillas.
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Del Otro Lado Del Río
RomansaTodos hemos escuchado alguna vez una historia donde el amor vence cualquier tipo de barreras, pero ¿puede ir más allá de la muerte? ¿Cuántos secretos es capaz de ocultar un pequeño pueblo y un romance juvenil? La única certeza que aquí se tiene es q...