—Vas a decirme... ¿Vas a decirme lo que Fausto te dijo?—cuestionó mientras la miraba con un rostro serio. La Itako entreabrió los labios cómo sí fuera a decir algo y entonces regresando la mirada al frente se puso de pie acomodando después su vestido.
—Vayamos a dar un paseo—respondió con aparente calma girando un poco el rostro a uno de los corredores del lugar cómo asegurándose que no había nadie mirándolos. Su futuro esposo asintió y de esta manera ambos salieron de aquel lugar.
Apenas eran las 6 de la tarde, por lo que aún había gente a su alrededor cuando ellos caminaban por las calles de la aldea apache. La sacerdotisa caminaba delante de él permaneciendo en silencio mientras el shaman miraba fijamente su silueta desde atrás esperando a que su pregunta fuera contestada.
—Cuando la pelea de shamanes termine... Nada será igual para nadie—comenzó a decir mientras se detenía frente a lo que parecía ser una tienda de recuerdos.
—Si... Tal parece que muchos no serán capaces de regresar a casa siquiera—concordó el Asakura posicionándose a su lado.
Los ojos de Anna se enfocaron en los pequeños muñecos de la tienda expuestos en un mostrador de cristal mientras apretaba los labios ante aquella verdad.
—Otros más regresarán sin sus amigos, y habrá familias que perderán eternamente a uno de sus integrantes.
—Padres, hijos, hermanos, tíos... Todos vinimos sabiendo eso—dijo Yoh mientras enredaba sus manos tras su nuca y entonces mostró su habitual sonrisa girando su rostro a donde la rubia—; Es el precio por intentar volvernos el rey.
Ella lo miró inexpresiva y pronto regresó los ojos a la exposición de souvenirs apretando la mano en puño callándose la frustración que sentía.
—Es verdad.
Se limitó a decir eso mientras de a poco su entrecejo se fruncía. Entonces cerró los ojos y suspiró repitiéndose esas palabras en la mente.
—Anna, de alguna forma saldrá bien. Ya verás que todo tiene solución—expresó el quinceañero sin perder su sonrisa.
Ella lo miró una vez más y esbozo una ligera sonrisa.
Siempre tan despreocupado, siempre tan amable... Siempre tan él.
—Tienes razón. Nuestro máximo obstáculo es Hao— dijo aun mostrando aquella pequeña sonrisa.
—No hay que presionarse tanto por ello. Aunque en realidad es una pena no poder unir fuerzas con el equipo de Len—contestó suspirando antes de acercarse un poco más a ella y colocar su brazo rodeando sus hombros.
— ¿Eso crees? Personalmente opino que solo estarían estorbando. Ellos también compiten contra ti por la corona.
—Lo sé— dijo el castaño riendo después con típica risa.
—Yoh—llamó la itako antes de inclinarse un poco a donde él acatando su atención.
— ¿Si?
—Funcionó—se limitó a decir antes de deshacerse de su abrazo y solo sujetar su mano mientras sus inexpresivos ojos miraban los ajenos esperando que le entendiera.
Yoh permaneció mirándola sin entender al inicio el significado de aquellas palabras, pero después los orbes del shaman se abrieron más al igual que su boca que pronto formo una gran sonrisa antes de estrechar con fuerza a su novia.
Funcionó... Sus intentos por tener asegurado un heredero habían funcionado. Ahora dentro del cuerpo de su prometida estaba creciendo el siguiente hijo de la familia principal Asakura... Pero más importante que el título que tendría, aquel hijo era hijo de él, hijo de ambos.
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Un heredero para los Asakura
RomanceEllos eran jóvenes, él tenía sólo 15 años y su novia 14. Pero pese a su corta edad, los adultos habían decidido que ellos debían tener un hijo para tener asegurado al siguiente heredero de la familia.