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La noche era lluviosa. La rubia de ojos celestes conducía mientras escuchaba la radio, observando los alrededores.

Le habían asignado el turno de noche por el mes. Estaban cortos de empleados debido a lo pequeña que era la zona de Brightmoon. No había mucho revuelo en cuanto a delitos, puesto a que solían manejarse con mucha cautela gracias a la alcaldesa, Angella. Se conocían entre todos en aquella pequeña ciudad y no tenían muchos problemas.

Adora seguía cuestionando su mudanza a aquel lugar, pero valía la pena cada noche que pasaba allí. Siempre encontraba pistas nuevas, personas que sabían de su relativa y que la guiaban cada vez más cerca de su-

Un estruendo en el cielo la sobresaltó. Notó que los faros de la calle se habían cortado. Estacionó el auto cerca del asfalto, quejándose por las repentinas gotas en su rostro. Al parecer, la lluvia había disminuido su intensidad, dejando una leve llovizna mezclada con el rocío y humedad típicos del lugar.

Con su linterna, iluminó aquellos faros, notando algo que le llamó la atención. No habían reventado los focos, sino que el cable había sido cortado. Observando con más cautela, pudo identificar que fue producto de una persona con un objeto afilado, no de un rayo.

Maldijo a sus adentros y sacó su celular para llamar a la comisaría. Debía de avisar de aquella broma de pequeños delincuentes para que la arreglen apenas amanezca.

Apenas atendieron la llamada del otro lado, volvió a sobresaltarse con un sonido que sabía identificar perfectamente.

Un vidrio se había roto.

Sacó su arma de su estuche en el reflejo, iluminando con la linterna sobre la misma mientras apuntaba a la zona donde había escuchado el estruendo. 

En plena oscuridad, pudo notar dos figuras. Ambas forcejeando.

Cruzó el asfalto, llegando hacia el local que quedaba pasando la calle. La vidriera se encontraba completamente destrozada y había manchas de sangre en los bordes derechos.

Frunció el ceño. Era la primera vez que lidiaba con aquella clase de casos en Brightmoon, lo cual era raro.

—¡Maldita perra!—. Apenas escuchó aquel grito, amagó a ingresar al lugar y detener aquello que sonaba a una pelea entre adolescentes, pero una nueva silueta en el callejón vecino la distrajo.

Se acercó, apagando su linterna para no alarmar a quien sea que se encuentre allí. Una vez cerca del lugar, apuntó su arma hacia el mismo a la vez que encendía la linterna.

—¡WoW! Casi me das un paro...—. Levantó una ceja ante la tan reconocida pero olvidada voz. Lentamente, comenzó a observar a la mujer frente a ella.

—¿Lonnie?—. La rubia bajó el arma y la guardó en su estuche, acercándose a la mencionada.

—¡Adora! Hace tanto tiempo que no te veía. ¿Te mudaste a Brightmoon? Es tan aburrido como tú—. Ambas rieron, juntando sus manos en un gran apretón para acercarse a la otra y palmear sus espaldas, como solían hacer en los viejos tiempos.

—La gran pregunta es ¿qué haces tú aquí?

—Sólo vine a acompañar a una amiga. Al parecer, tenía asuntos pendientes aquí y me pidió que venga con ella—. La charla fue abruptamente interrumpida por un grito. Por segunda vez en aquella noche, la rubia desenfundó su arma para acercarse al local con el vidrio roto. Sus ojos se abrieron de par en par en el momento en que distinguió las personas que se encontraban en el lugar... Lonnie se abrió paso, empujando levemente a la policía de ojos celestes. 

Aquellos ojos miel se abrieron en miedo y traumas renacidos, provocando debilidad en su cuerpo. Cayó justo delante de la escena del crimen, uniendo cabos sueltos con la poca cordura que manejaba.

—T-Tú...—susurró al borde del llanto, apuntando a la joven arrodillada frente a ella con las manos bañadas en sangre—. Tú la asesinaste...—. Adora sentía su mundo venirse abajo, literalmente.

¿Qué hacía ella aquí? ¿Cómo la había encontrado? ¿Estaba allí por ella o por algo más? 

—A-Adora...—tartamudeó con sus ojos bañados en locura—. No creerás que yo la maté... ¿v-verdad?—. Ni siquiera podía observar el cuerpo que había sostenido entre sus brazos hace unos minutos, sus ojos estaban perdidos en aquellos celestes apenas visibles por la ausencia de luz en el lugar.

—¿Cuál es su nombre?—preguntó al borde del llanto, manteniendo su poca cordura. Sabía que al asignar para ese trabajo debería de sufrir aquellas situaciones, pero Brightmoon era tan tranquilo que lo había olvidado mientras se hundía en la rutina.

—Scorpia—respondió Lonnie con bronca, mirando sus manos apoyadas en la baldosa levemente teñida de rojo.

Sin decir más, la rubia corrió a tomar su celular en la patrulla, llamando a la comisaría con urgencia debido a un homicidio ocurrido en la frontera de la ciudad.

Una vez hizo esto, levantó a la castaña por el brazo, esposándola bajo su atenta mirada.

—¿Adora? ¿En serio me crees capaz de-?

—Catra Applejuice. Queda detenida por sospecha de homicidio hasta nuevo aviso. Tiene derecho a permanecer en silencio. Cualquier cosa que diga podrá ser utilizada en su contra en un tribunal. Tiene la asistencia de un abogado durante su interrogatorio. Si no puede pagarlo, se le asignará uno de oficio—. A pesar de mencionar sus debidas lineas, su voz estaba dolida. No había pensado que volverla a ver sería tan doloroso, mucho menos se imaginó en aquella situación.

Una vez los refuerzos llegaron, bajó de la patrulla, dejando a la castaña llorando en silencio.

Detrás de rejas [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora