-Dios mío. No puedo haberle dicho eso. ¿O sí? -dijo ____.
-En realidad, me lo gritó.
Ella se acordó de repente y, suspirando, reclinó la cabeza contra el asiento.
-No puedo creer que se lo haya contado. Debía de estar fuera de mí.
-¿Es cierto?
____ pensó un instante en mentirle, pero vio en su rostro una expresión de sincera preocupación.
-Por desgracia, sí. Pero no puedo contárselo. Es demasiado personal.
-Bueno, yo soy una persona.
Aquel hombre no solo era un extraño, sino que era Harry Styles, uno de los tipos más ricos de Colorado. Su futuro jefe, con suerte. No podía aburrirlo con su historia clínica.
-¿Por qué quiere saberlo?
-Considérelo la preocupación natural de un amigo -dijo él, agarrándola de la mano.
¿Harry Styles, un amigo? Aquel hombre no tenía amigos como ella. Se codeaba con directores de multinacionales, senadores, y hasta presidentes.
-Nosotros no somos amigos -dijo ____, apartando la mano-. Hace cuatro horas, ni siquiera nos conocíamos.
-Entonces, ¿qué somos?
-Compañeros de trabajo -dijo ella, observando su rostro en la penumbra-. Espero.
-Los compañeros de trabajo pueden ser amigos. Mi mejor amigo es... era mi socio.
Cualquier otra persona no habría percibido la tristeza que había en sus palabras. Pero ____ tenía dos hermanos vaqueros. Estaba acostumbrada a tratar con hombres que ocultaban sus emociones. De pronto, le pareció que conocía a Harry Styles de toda la vida. Pero aquello era absurdo.
Acababa de conocerlo. Así es que, ¿por qué sentía la necesidad de agarrar la mano que acababa de rechazar?
-Conocía a Alan Townsend desde hacía mucho tiempo, ¿verdad?
-Éramos amigos desde niños. Cabalgábamos como demonios por las colinas de nuestros ranchos. Era la única persona en quien podía confiar. ¿Comprende ahora por qué necesito un amigo?
-Lo que no comprendo es por qué me ha elegido a mí. Usted debe de tener cientos de amigos, con todas esas fiestas benéficas a las que va.
-Tengo cientos de conocidos. Hay una diferencia.
____ asintió. Ella conocía esa diferencia. Desde que vivía en Denver, las únicas personas con las que tenía amistad eran sus compañeros del trabajo, y raramente salía con ellos.
-Ahora, volvamos a mi pregunta inicial... ¿Por qué necesita dinero para tener un hijo?
-De acuerdo -resopló ____, y le contó a grandes rasgos su situación. Por último, dijo-. No peligra mi vida, solo mi fertilidad.
-¿Y para qué necesita el dinero?
-La inseminación artificial es muy cara -respondió ella, sonrojándose.
-¿Va a tener un niño probeta?
-¿Qué otra opción tengo?
Harry se quedó un momento en silencio y luego preguntó:
-Pero, ahora puede tener hijos, ¿no?
-Sí, pero conviene que me dé prisa -lo miró-. Bueno, ¿he satisfecho su curiosidad? ¿Puedo irme ya?
Harry la miró fijamente. Le apetecía sorprenderla con la loca ocurrencia que le rondaba la cabeza desde hacía una hora. Toda aquella situación parecía llevar escrita la palabra «Destino» en letras mayúsculas: su deseo de tener un heredero antes de que fuera demasiado tarde, la necesidad de ____ de tener un hijo y su ambición de trabajar para él...