Capítulo 4: Pesadillas

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Al terminar la cena, Reese se despidió de todos y lo acompañé a la puerta

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Al terminar la cena, Reese se despidió de todos y lo acompañé a la puerta. Al estar afuera se detuvo y me miró, su mirada era delicada, pero notaba la diversión en ella. El café de sus ojos brillaba con intensidad, provocando que me perdiera más en él. Dios, ¿por qué tenías que hacerlo tan bien dotado?

¡Hasta sus cejas son perfectas!

—Me la pasé muy bien —dice sonriente. Le devuelvo la sonrisa, nerviosa y sin decir nada.

Di algo.

—Eh... s-supongo te veré mañana —Perfecto, ahora eres tartamuda.

Noté como Reese contuvo la risa y se relamió los labios. Jesús.

—Pasaré a buscarlos, a ti y a Asher en la mañana —Se da la vuelta y da unos pasos cuando se detiene—. Una cosa más —se gira y sonríe con galantería—. Sería bueno que cerraras las cortinas, mi habitación está justo frente a la tuya.

¿Qué?

Yo me quedo sin habla, sintiendo mis mejillas calentarse mientras él se marcha.

Jamás volveré a abrir las cortinas.

♡♡♡

Me encontraba en un pasillo oscuro, no había fin ni nada donde pudiera salir. Estaba sola. Sintiendo un miedo abrasador, seguí andando con la esperanza de encontrar algo o alguien. Me detuve al escuchar una voz que conocía tan bien.

¿Mamá?

Corrí siguiendo su voz, cada vez se escuchaba más cerca.

¡Mamá! grité con todas mis fuerzas—. ¡Aquí estoy!

De repente, todas las luces del pasillo se encendieron. Me cegaron por un momento hasta que recobré la visión. Ahora, frente a mí, había una puerta de color blanca. Me acerqué lentamente y pude ver a través de la ventanilla una cama, sobre esta había una mujer conectada a una máquina que le dispensaba aire artificial.

Mamá..., ¡mamá! -sollocé sintiendo como las lágrimas inundaban mis ojos.

Sujeté la perilla y traté de abrir la puerta, pero no cedía. Intenté una otra vez y otra vez, pero se negaba a abrirse. Golpeé la puerta con desesperación, casi no podía respirar ni ver por las lágrimas. Ella estaba ahí, justo frente a mis ojos, tan cerca pero no podía salvarla.

No otra vez.

Desperté con la respiración acelerada y empapada en lágrimas. Tenía las manos frías y mi cuerpo se removía en ligeros temblores.

Solo fue una pesadilla. Tranquila, Grace.

Cerré los ojos e intenté controlar mi respiración. Estaba tan concentrada, que no me di cuenta que alguien había entrado y ahora envolvía sus brazos a mi alrededor, tratando de calmarme.

Mi último deseo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora