25: Only care about what we do

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Amaba el otoño. Desde las hojas anaranjadas hasta el tipo de ropa a usar en esas fechas.

Pise las hojas mientras caminaba hacia el trabajo, Marshall platicaba y yo lo escuchaba atentamente. Era triste pensar que de alguna manera esos serían nuestros últimos días trabajando en aquel lugar, el lunes empezaríamos en un pequeño negocio, pero basado en lo que habíamos estudiado.

Marshall abrió la puerta, guardábamos silencio cada que entrabamos al trabajo porque, por lo regular, Dave se encontraba cerca a la hora de entrada terminando de ponerse el uniforme. Hubo días que se acercó a mí, parecía querer hablar de algo, pero al final se quedaba callado y luego se alejaba. Mi amigo y yo nos quedábamos confundidos ante su sospechosa actitud, y al cabo de unos minutos lo dejábamos en el olvido.

Ese día, fue uno de esos. David se acercó a mí mientras guardaba mi mochila en el locker, no habló, solo se quedó viéndome, después negó con la cabeza y se fue a su lugar de trabajo.

—Ok —dijo Marshall—, esto cada vez se va poniendo más y más extraño.

—Ni que lo digas.

—Me pregunto qué querrá.

—No le preguntaré si es lo que espera.

Dejamos el tema y fuimos a nuestro lugar de trabajo. Donde estar un poco cerca comenzaba a sentirse el calor de la estufa. Tomé una gran bocanada de aire y entré a la cocina, mientras me daba pequeños ánimos diciéndome que sería un buen día.

Las horas pasaron con lentitud como siempre que uno quiere irse de un lugar rápido. No volví a notar que Dave se acercara a mí u observara que hacía desde su lugar de trabajo. Al concentrarme en lo que estaba haciendo se me olvidaba por completo lo sucedido con él, sin embargo de pronto lo veía y regresaba todo a mi memoria.

Así fue todo mi día.

Cuando nuestro horario de trabajo terminó, me retrasé un poco porque tuve que ir al baño. Minutos más tarde, salí del restaurante, encontrándome con Dave. Se acercó a mí, primero titubeó, luego pareció decidirse a hablar conmigo.

—Candace, ¿tienes un minuto?

Sé que había jurado no volverle a hablar en mi vida, pero tenía mucha curiosidad. Miré hacia donde Arvel solía esperarnos, después miré a Dave.

—Sí, ¿qué pasa?

—Mira —suspiró—, aquella noche me comporté como un idiota y quería pedirte disculpas por ello. Te irás pronto, y no me gustaría encontrarnos en la calle dentro de un par de años y saber que hay rencores. ¿Me perdonas?

La verdad era que Dave tenía razón. Y, de todas maneras, yo no era una mujer que guardaba rencores.

—Claro que sí, Dave... solo si tú también me perdonas.

Él extendió su mano.

—Sin rencores.

Le ofrecí una de mis sonrisas más sinceras y estreché su mano con la mía.

*

—Enserio chicos —dijo Jacob—, esto no es necesario. Estoy bien así, solo.

—Tú siempre dices eso —Phoebe puso sus ojos en blanco—. Y, todos sabemos, que es una mentira.

—Y lo harás bien, no es el fin del mundo —lo apoyé.

Gerard y Benjamín habían hecho una cuenta falsa en una aplicación de citas con el nombre y foto de Jacob. No estaba del todo de acuerdo. Sí, quería que Jacob tuviera una novia, pero no de esa manera. Tal vez él todavía no estaba listo.

—No te preocupes, Black —dijo Gee—. Estaremos vigilándote desde la última mesa. Todo irá bien, Jacob.

Arvel tomó mi mano, lo miré y sonreí como tonta. Le echamos porras a Jacob una última vez y nos fuimos a la mesa que teníamos reservada. Lo bueno era que nos habíamos dividido alrededor de esas mesas, sino levantaríamos la sospecha de aquella mujer.

Jacob se notaba bastante nervioso y no entendía por qué. Me refiero a que él es un buen hombre, tierno y divertido como para no llamar la atención de alguien.

Minutos después llegó una chica pelirroja realmente linda, se acercó a mi amigo, se dijeron algo y él se levantó como resorte para ayudarla a mover la silla. Jacob se veía adorable haciendo esas cosas para impresionar a la chica, me recordaba a Rory cuando tuvo su cita con Valerie... o al menos eso vi al espiarlos.

—¿Crees que tengan una segunda cita? —preguntó Arvel.

—Eso espero.

Pedimos de cenar y nos centramos en una de nuestras conversaciones tan habituales. De pronto se me ocurrió ver a la mesa de Jacob, pero él ya no estaba, la chica se encontraba sola y bebía una copa de vino. Su rostro parecía bastante enojado.

—¿Y Jacob?

Arvel siguió mi mirada, luego miró alrededor del restaurante.

—No está.

—Ay O'Kelly, ¿qué hiciste ahora?

Tomé mi celular y le escribí un mensaje a los demás con el código que decidimos por si eso sucedía. Phoebe se ofreció para ir a buscarlo, mientras nosotros nos quedábamos ahí por si aparecía.

Sin embargo, Jacob no regresó. Phoebe tampoco lo encontró.

Lo encontramos saliendo de un bar después de que abandonamos el restaurante. Se veía bastante contento. Nos acercamos a él y comenzamos a atacarlo con un montón de preguntas.

—Tranquilos —dijo, sin dejar de sonreír—. Ahora les cuento todo.

—Es lo menos que deberías hacer —opinó Ben—. Nos tenías muy preocupados.

—Ya, perdón. Es que, tenía miedo de esa chica, era muy hermosa y no quería que me rechazara.

—¿Y por eso la abandonaste? —preguntó Phoebe totalmente indignada.

—No la abandoné. Ella comenzó a menospreciarme y yo le dije que mejor me iría para que disfrutara su noche.

—No puedo creerlo —habló Gee—. No parecía ese tipo de chica por mensajes.

—Pues ya ves —se encogió de hombros—. Por eso vine aquí a beber, pero conocí a alguien. Nos llevamos muy bien al instante, tanto que no quiero llevarme así de bien con nadie más.

—Vaya —dijo Bob—, ya hablas como alguien enamorado.

Jacob ignoró el comentario de nuestro amigo, dio media vuelta y comenzó a caminar, por supuesto todos lo seguimos. Sabiendo que, probablemente, Jacob se guardaría muchos detalles de la chica misteriosa.

*

La verdad, no me quería separar de Arvel. Me sentía muy bien entre sus brazos, pero sabía que él tenía sueño y quería que descansara.

—Creo que es momento de despedirnos.

—No quiero —se quejó.

—Yo tampoco, pero ya es tarde.

Se separó de mí, viéndome algo triste.

—Está bien.

—Te quiero —le di un beso en la mejilla—. Hasta mañana.

—Espera —me detuvo—, quiero decirte algo importante.

—Dime —le sonreí.

—Eso que dijo Jacob, lo de no querer buscar a alguien más con quien llevarse bien... me pasa contigo desde que éramos adolescentes —se acercó más a mí—. Eres la única con la que puedo ser yo mismo y con la que me sentiré bien por ello. Te amo.

—Ay Arvel —suspiré—. Yo también te amo.

Pensaba lo mismo que él, pero presentía que Arvel ya lo sabía. Así que solo me dediqué a hacerle caso, le di un beso y nos quedamos juntos un rato más.

Siempre fuiste tú ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora