Capítulo 3

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—Athenea, debes seguir en Washington con la misión. —Dice Fred como si la imprimación fuese un problema para él, y no para mí. No quiero seguir en este sitio, y pensándolo bien, nunca habría tomado la posición de mi madre en la Logia. —Adiós.

—Quiero irme... —Digo a la nada, y me siento en el suelo, abrazo mis piernas, balanceándome con miedo y con unas terribles ganas de llorar. No sé qué hacer, evidentemente no entraba dentro de los planes ser el objeto de una imprimación, y mucho menos de lo que parece ser el dicho y maldito alfa de la manada.

Levanto la cabeza con brusquedad al escuchar unos cristales romperse, me levanto bruscamente y corro hacia la entrada, entrando justo al ver como la puerta de la casa se abre y aparece el chico, viéndose enorme en la pequeña puerta.

—Por favor, no me eches, solo quiero hablar contigo. —Dice alzando los brazos en señal de rendición, frunzo el ceño y lo intento empujar fuera, pero es cómo mover una pared.

—¿Como no te voy a echar? Te has colado en mi casa. —Exclamo con furia, pero el chico me abraza, manteniendo mi mejilla contra su pecho. —¿Qué haces?

—Es la única forma que tengo de hablar contigo sin que intentes pegarme. —Dice, y suena divertido, pero no le veo la gracia por ningún lado. —Mi nombre es Jacob Black, y tú eres mi impronta.

—Lo sé. —Susurro sin poder evitar sentir su calidez contra mi cuerpo, sintiéndome tranquila y en paz en mucho tiempo, pero aún así es un hombre lobo, debo alejarme.

—Por favor, dime tu nombre y me voy. —Suplica en voz baja, así que suspiro con cansancio y decido ir por la vía fácil.

—Athenea Hess.

Él deja un beso en mi frente y se va sin mirar atrás, pero sé perfectamente que lo volveré a ver muy, muy, muy pronto.

Abre tu corazón |JACOB BLACK|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora