____ dejó de mirar la pantalla del ordenador y contestó al teléfono.
-____ Ed... Styles -todavía le costaba usar su nombre de casada.
Se oyó un suspiro al otro lado de la línea y luego una voz que ____ reconoció inmediatamente:
-Así que es cierto.
-¡Alex!
-Te has casado -dijo su cuñada-. ¿Cómo has podido hacernos esto?
____ cerró los ojos y se recostó en el sillón de cuero.
Había querido dejar pasar algún tiempo para prepararse para aquella conversación. Por eso no había llamado a su familia.
-¿Cómo te has enterado?
-Acaba de llamarme una señora que vive en Pawnee, Colorado. La conocí el año pasado cuando Hank le vendió un caballo. Al parecer, fue al colegio con tu marido, Harry. Se llama así, ¿no?
- Sí -dijo ____, sintiéndose empequeñecida por el tono ácido de su cuñada.
-Me ha dicho que tu boda es la comidilla del condado. Me llamaba para felicitarme. Yo no he sabido qué decirle. No podía creerlo. Le he dicho que debía equivocarse. Pero me ha dicho que su hermana, que vive en Denver, vio un artículo en la sección de sociedad del periódico.
-Sí, yo también lo vi.
De eso hacía tres días. Ella había culpado a Harry, pero él le había asegurado que no tenía nada que ver con ese asunto y que, de todos modos, la noticia saldría a la luz tarde o temprano. Pero ____ no pensaba que sería tan pronto, ni que llegaría tan lejos.
-¿Estás embarazada? -preguntó Alex.
-No, que yo sepa.
-Entonces, ¿por qué, ____? ¿Por qué no nos lo dijiste? Ni siquiera nos has invitado a la boda.
____ suspiró. ¿Qué podía decir? ¿Debía contarle lo que le había dicho la doctora? Si lo hacía, Alex adivinaría que se había casado con Harrry para tener un hijo. No, no quería que sospechara nada. Pero tampoco se sentía capaz de mentirle. Quizá bastaría con que le contara solo una verdad a medias.
-Todo sucedió muy deprisa. Nos conocimos y... Harry es tan cabezota como Hank -soltó una débil risita. Al menos, eso era cierto-. Quería casarse conmigo casi el mismo día que nos conocimos. Así es que, nos fuimos a Las Vegas.
-¿Cuándo?
____ estuvo a punto de mentir, pero se dio cuenta de que alguien podía contarle la verdad a su familia. De modo que le dijo la fecha exacta.
- ¡De eso hace más de dos semanas...! -exclamó su cuñada.
-Sí.
-¿Cuántas veces hemos habado desde entonces? ¿Cinco? ¿Seis? ¿Por qué no nos has dicho nada?
-Lo siento, Alex. Yo solo... Todo ocurrió muy deprisa. Sé que siempre has querido ir a mi boda. Así es que, cuando llamasteis, no se me ocurrió cómo decíroslo. Luego, una llamada siguió a otra, y cada vez me fue más difícil.
-¿Eres feliz? Eso es lo que importa.
-¿Feliz? -la pregunta era difícil-. Sí, claro. Aunque, a veces, reconozco que estoy muerta de miedo.
-Querida, eso es normal -se rio Alex-. Sobre todo para una recién casada. Déjalo pasar. Vale la pena, si estás enamorada. Porque estás enamorada, ¿no?
-Sí, por supuesto -____ cruzó los dedos, deseando que fuera mentira.
-Cuéntame algo de él.
- Bueno... Se llama Harry Styles. Mide un metro ochenta y tres y es como... bueno, como Hank. Hombros anchos, caderas estrechas, manos grandes. Es moreno y tiene los ojos negros. Tiene treinta y dos años -dudó un instante-. Y es muy, muy rico.