Imprudencia

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Quizás al final sí me había excedido un poco con el comentario que hice sobre mi tatuaje, concluí al meditar sobre lo sucedido anoche con mi hermano, mientras le daba otro pequeño sorbo a mi café a medio tomar, para luego bajar la taza apoyándola sobre mi regazo, ambas manos sosteniéndola. Yo me había sentado en la encimera de la cocina, y no en las sillas frente a la mesa como cualquier persona normal haría.

Pero claro, yo no soy muy normal que digamos...

De pronto me encontré contemplando mi reflejo en aquel café, un tanto distorsionado y apagado. Tenía sueño. Bastante, de hecho.

Y lo peor es que, siendo sábado, me había levantado realmente temprano, como si fuera de esos viejitos que madrugan los fines de semana.

Qué depresión....

El asunto es que a penas había podido conciliar el sueño. Finalmente mi hermano y yo habíamos dormido en la misma cama, que de hecho no era tan grande, empero nosotros así lo hicimos parecer. Cada uno se había acomodado bien contra el borde contrario, dejando un abismal espacio entre nosotros, manteniéndonos quietos a penas escuchándose nuestras respiraciones, como si nos repeliéramos mutuamente. Y así fue toda la noche, estáticos cada uno en su pequeño espacio que nos obligamos de forma silenciosa a respetar, pretendiendo que dormíamos. Al menos yo fingía hacerlo, porque me fue imposible lograr relajarme, es decir, estaba en otra casa y compartiendo cama con mi hermano que parecía odiarme cada vez más.

Aún así, tras reflexionar mucho durante el transcurso de la noche, una vez más me convencí de intentar arreglar un poco las cosas entre nosotros, dejando mi orgullo y dignidad de lado. Es que ciertamente, si vamos a estar compartiendo tanto juntos, al menos debemos de poder hablarnos mínimamente bien. Quitar tanta tensión en nuestra complicada relación, si es que se le puede llamar "relación" dado que parecemos dos personas que nada tienen que ver con el otro...

Di otro trago a mi café, hasta que de pronto vi que mi hermano hacía acto de presencia en la cocina. Lo seguí con la mirada en silencio, y él, con su cabello suelto y a penas alborotado, se acercó a la nevera y comenzó a buscar algo para comer. Una vez que obtuvo todo lo necesario para desayunar, caminó hasta la mesa colocando todo armoniosamente sobre ésta, para luego servirse algo de café que yo había preparado minutos antes de que él llegara.

Obviamente, ni siquiera me agradeció el haberlo hecho. Aunque no me sorprendía su actitud...

Aclaré mi garganta cuando me di cuenta de que me había quedado viéndolo más tiempo del que debería, terminando por desviar mi mirada hacia mis pies que se movían un tanto inquietos golpeteando la puerta de madera debajo de la encimera.

—¿Sabes? —comencé a decirle, mis dedos juguetearon un poco con la taza ante la leve ansiedad que me había llegado de pronto —. Saludarnos no nos hará daño...

Pero él ni siquiera me miró. Simplemente se dedicó a endulzar su café, haciendo como si yo no existiera.

¡Mierda! ¡Por qué tiene que comportarse como todo un imbecil!

—Dime una cosa —continué hablando –, ¿piensas seguir ignorándome por lo que resta del año? —vi que sólo realizó un movimiento con su mano para quitarse un molesto mechón del rostro, pero nada más.

Ante esto, dejé mi taza a un lado para bajarme de la encimera. Y a paso firme, me fui acercando a él, más cuando alzó la vista para encararme, me detuve abruptamente.

—Mira, Sasuke —respondió con firmeza, poniendo los codos sobre la mesa para entrelazar sus dedos y así apoyar su mentón en ellos —, lo único que vas a obtener de mí es un techo donde pasar las noches, pero nada más. Así que no tenemos porqué forzar nuestra comunicación, ¿bien?

ItaSasu: La Belleza de lo Incorrecto [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora