El grandioso festín de Samhain era un homenaje a la mayor victoria de su historia.
Cuando los Tuatha De Danann llegaron a Irlanda tuvieron que enfrentarse a los terribles monstruos de la noche que por aquel entonces poblaban la isla. Combatieron contra ellos durante días en una cruenta batalla que lograron ganar y expulsaron a sus enemigos para establecerse ellos en Irlanda.
Dagda, conocido como el dios supremo y padre de los dioses, fue decisivo en la victoria. No solo fue el guerrero más feroz y el estratega más concienzudo, sino que se ganó el favor de Morrigan, la diosa celta de la guerra. La noche antes de la batalla, coincidiendo con Samhain, él y Morrigan se entregaron al amor junto a un lago y como resultado de ello, la temible diosa inspiró y protegió a los Tuatha al día siguiente, favoreciendo así su triunfo sobre los monstruos.
Desde entonces, cada Samhain, los Tuatha rinden tributo a ambos en una grandiosa celebración... en la que Oengus odiaba participar.
Como bien había dicho Gwyn, él era el dios del amor celta y nunca vio con buenos ojos el engaño que Dagda, su padre, cometió con Morrigan a espaldas de su madre. Pero no era solo por eso que odiaba esa fecha. Mientras que todos los dioses combatían ferozmente en aquella batalla, él fue enviado lejos con un tutor por orden de su progenitor. Lo apartó de la lucha como a alguien irrelevante. Y cuando años después regresó, le fue imposible sentirse parte de esa celebración, algo que le seguía ocurriendo por más siglos que pasaran.
Miró a los ojos de su padre y le dedicó una rápida y fría reverencia.
—Me satisface que por fin estés aquí —Dagda sonrió, con una ceja alzada—. ¿Qué tal... en la superficie?
—Liberador.
Su padre parecía de buen humor. Quizás fue por el exceso de alcohol ya ingerido, pero incluso dejó pasar su comentario y continuó como si nada.
—Te he visto con Gwyn Ap Nudd. Espero que no hayas hecho caso a nada extraño que te haya dicho —Le advirtió—. Aún estoy sorprendido de que le hayan hecho capitán de la Cacería...
—¿Por las cosas extrañas que dice?
—No puedes fiarte de un hada, hijo —Le replicó con contundencia—. Todas son frívolas y están dominadas por un infantil impulso de crear caos allá a donde van.
Aunque Oengus podía estar de acuerdo con tal apreciación, le irritó ese tono aleccionador, de modo que cambió de tema.
—¿Me buscabais para algo?
Dagda hizo una mueca de fastidio que no pasó desapercibida a su bella acompañante. Aunque el joven trató de ignorar a Morrigan, esa malvada mujer le sonreía con burla colgada del brazo de su padre.
—Has estado fuera un tiempo y debemos hablar —Le indicó con calma.
—¿Hablar de qué?
—Ahora no, Oengus. Es Samhain. Tiempo de celebrar y seguir con las tradiciones.
Eso le causó un mal presentimiento que se vio alentado por la sonrisa torcida de la diosa que no despegaba sus pupilas negras de él. Quizás Gwyn Ap Nudd había dicho la verdad; su padre le tenía preparado algo. Ya era extraño que le hubiese estado buscando expresamente por el salón.
—¿Qué ocurre, padre? —insistió, nervioso.
El otro resopló, su enorme cuerpo se echó hacia adelante y se tambaleó para acabar apoyándose en su mazo.
—Pienso que ha llegado el momento de que tú, como hijo mío, asumas tus funciones al frente de los Tuatha —Le reveló al fin—. La eternidad pesa sobre mí, Oengus. Y nuestro pueblo necesitará un líder fuerte y joven que los conduzca, llegado el momento, a una nueva batalla...
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Festín de Dioses
FantasyPara los celtas, samhain es la última noche del año. Antaño, dioses y reyes se reunían el 31 de octubre para festejar sus victorias comiendo y bebiendo en sus fastuosos palacios y alzando sus armas, cargados de orgullo. Pero de eso... hace mucho. Es...