Sentencia al tiempo...

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Detective San Lorenzo:

Bien, si nosotros tenemos a este sospechoso, podremos sacar una mejor información, pues, ya en una semana y media, pues siendo un lugar de pequeño a mediana la ciudad. En fin, al momento en que estábamos, entre a la comisaría, atravesando el pasillo central hacia la sala de interrogatorio, mientras que un ansioso joven Castillo. Empecemos de una vez.

-Hoy amaneció de malas ganas, joven -su mirada se volvió fría-. Cree que ya se que pasa por tu mente, pero, solo que no se que mas, siempre hay algo más. Y adivina, te tomaron un examen toxicológico y arrojaste positivo. Tu torrente sanguíneo debe estar en guerra, ¿verdad?.

-¿Puede ir al grano? -el interés en su personalidad se escapaba.

-Pues, en el examen que hicimos, igual al tuyo, del Joven Solario también arrojó positivo. Curiosamente tienen la misma composición. ¿Quiere decirme qué hizo entre las siete y ocho con 20 en la noche anterior a su muerte?

-Creo que estaba en un bar con un amigo de hace tiempo -estaba titubeando.

-¿Crees? - él mentía, se veía en su mirada-. Sea mas especifico.

-Mh, alrededor de las seis entre a un bar nuevo con un amigo, estuve ahí cerca de 3 horas, aunque, si creen que me salí del lugar pues si. Pero hacia mi casa.

-Bien, bien. Entonces cómo explica esto.

Le señale a la pantalla, y con mayor seguimiento, atendió y empezó a sudar. En la pantalla se mostraba como forzaba la cerradura de la casa del joven Solario. Pero no logró su cometido, y cuál fuese el motivo, no dio motivos para eso. La grabación de la cámara fijaba las ocho con cinco de la noche, y, sin lugar a dudas debía confesar que hizo luego.

-Yo... yo solo, pues, trataba de encontrarlo en su casa. Y lamento haberlo hecho de esa forma, pero yo no le hice nada. Lo único que diré es lo siguiente. Una hora antes, él me llamó por teléfono, indicando que como sus padres no se encontraban en su casa, podríamos salir junto a un grupo más grande. Aunque le negué la invitación, me arrepentí y al llegar a su casa note que nadie se encontraba adentro. Todo se encontraba absolutamente apagado y en silencio. Hasta que escuche unos pasos rápidos que resonaban en las escaleras, asome mi cara para lograr alcanzar algún otro ruido.

Y fue cuando escuchaba golpes que venían de alguna pared, aunque me sentía muy frenético, me salió el impulso de abrir la puerta de ese modo. Grité su nombre, pero fue cuando la casa dejó de emitir sonido alguno. Más tarde, volví a marcar su teléfono pero lo más raro fue que él ni siquiera se encontraba cerca. Me devolví al bar y así pasó la noche.

-Entonces, me dice que, alguien, un extraño pudo haber allanado el domicilio del joven Solario. Pero si fuera así, ¿por qué no llamó a la policía?

-Se lo vuelvo a repetir, como no me encontraba bien, ya sabe porque, ¿cree que iban a creerme estando en esas condiciones?

-No lo comprendo....

-Lo siento, oficial. Este asunto tendrá que aplazarse cuando se deba. Muchas gracias, me llevo a mi cliente. Permiso.

Entonces el abogado que defiende al joven Castillo irrumpió el interrogatorio, sin que pueda detallar más la situación, pero, este tipo de testimonio no me convence del tanto. Creo que ya llegó el momento de interrogar a los demás compañeros del instituto.

Llame a mi compañero de trabajo para que informara a que vengan los demás compañeros de clase, tal vez una parte, aunque sea pequeña, pueda encajar mejor en este rompecabezas. Siento que me falta algo aparte que no he investigado. Al estar tan centrado mucho en mis pensamientos, a la vez caminando, tropecé con la secretaria del general a cargo, llamada Selenth, si así como se escribe. Raro, ¿no?.

La vida (con) SIN élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora