IV

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Esa misma noche cenaba con mis padres y texteaba con Alex acerca de las notas que nos enviamos entre Violeta y yo, con la enorme sonrisa que estuve guardando durante el resto del día, aunque también probablemente lo maldije un poco por pasarle mi número a Violeta.

También deberías darle las gracias. Gracias a él, saldrás con ella, Victoria.

Calla, pareces mi madre.

— ¿Victoria? —me miró mi madre con un tono autoritario arqueando ambas cejas—. Sabes muy bien que no debes de usar esa cosa en la mesa.

— Sí mamá... —respondí sin ganas, despidiéndome rápidamente de Alex y dejando el celular a un lado mío.

Me dispuse a cenar los sándwiches que me había preparado aún recordando nuestra conversación a través de notitas.

— Pareces felíz, amor -miré a mi padre quien me miraba expectante—. ¿Pasó algo bueno? Ó ¿conociste a alguien? —sonrió y arqueó una ceja.

¡No! ¡Ni lo pienses Violeta!

Pude notar como mi rostro poco a poco comenzaba a arder haciéndome bajar levemente la mirada.

Listo, ahora papá y mamá lo sabían. ¿Por qué te sonrojas tanto?

— Bueno, eso me dio la respuesta —respondió papá con una sonrisita—. ¿Cuándo la invitarás a cenar?

— Fermín, deja de molestarla —reprochó mamá a papá—. Si la niña de verdad está enamorada ya sabrá cuando hacerlo.

— ¡No estoy enamorada! —respondí con una sonrisa que salió con naturalidad, tratando de convencerlos, aunque mamá tampoco ayudaba mucho—. Simplemente... me gusta una chica, eso es todo. No es la gran cosa, apenas nos estamos conociendo.

— Si no fuera la gran cosa no sonreirías de la forma en que lo estás haciendo —comentó mi padre—. Debe tener algo especial.

— Sí, ella es...

Ni se te ocurra decirles que es una adicta que fuma marihuana, Victoria.

— Es diferente —intenté olvidar ese pequeño detalle humeante.

— No me digas que es menor de edad, Victoria —dijo mi madre con ojos retadores.

— ¿¡Qué!? ¡No!

Uhm, ahora que lo pienso, ni siquiera sabemos su edad.

— No, no es menor de edad mamá —respondí ahora nerviosa ya que aún no sabía su edad—. Yo... no... ugh, ni siquiera sé qué edad tiene. Pero sé que no es menor y de eso estoy segura porque...

Porque...

¡Oh! ¡Lo tengo! ¡Tiene un tatuaje en el brazo! A mamá no le importará.

Tiene un tatuaje en el brazo, necesitas ser mayor de edad para eso —respondí con seguridad.

— Uhm, si tiene tatuajes es muy probable que use drogas —me miró con una ceja arqueada.

Bueno ¿y ahora? ¿alguna otra brillante idea, vocecita?

Nope.

— Nicole, no juzgues a un libro por su portada —defendió mi papá, aunque sólo ésta vez mamá había dado en el clavo—. Hay abogados, bomberos e incluso medicos que tienen tatuajes.

— Bueno, yo... —tomé mi celular con una mano y mi plato vacío de la mesa con la otra—. Dejaré esto en la cocina e iré a mi cuarto, provecho.

AdictaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora