Habitación en París.

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Alicia's POV:

Con lo bien que iba todo y tenía que aparecer esta imbecil. Me encontraba en un coche con Tokio, los niños estaban con Estocolmo y Dénver, en casa de la madre de Raquel, y Raquel... no sé dónde cojones estaba Raquel.

Unas semanas antes:

Yo- Raquel, ir a París es una locura.
R- Prometí a Aroa que iría a verla.
Yo- Joder tía que como te vean te van a reventar.
R- Oye, cogemos una casita a lo lejos, estamos un par de días y nos vamos
Yo- Bueno... si tú lo dices... -la navidad había pasado, quedaba poco para el nuevo año.
Nos iríamos un tiempo con la madre de Raquel hasta que encontráramos una casa cercana a la suya.
Aroa había vuelto a llamar a Raquel, y la había invitado a pasar la primera semana de año con ella.
Yo no quería ir pero Raquel insistió y no iba a dejarla sola.

Llegamos a París, después de dejar a los pequeños y terminar el año con Mariví, Dénver y Estocolmo nos dijeron que se pasarían y así saludaban a la madre de Raquel.
Llegamos y nos instalamos en una casa en medio de la ciudad, con Aroa.
Ar- Hola chicas, ¿cómo va todo?
R- De maravilla, me moría de ganas por venir.
Ar- Y yo por qué vinieras, él es un amigo, se llama Jose.
R- Encantadas. ¿Nos puedes enseñar nuestra habitación?
Ar- Claro. -nos guió por el pasillo, llegando a una habitación donde había una ventana gigante con vistas a la ciudad.
R- Esto es una preciosidad. -dijo apoyando su cabeza en mi hombro.
Yo- Tengo un mal presentimiento.
R- Relájate y disfruta, sólo serán unos días. -asentí y ella se metió en el baño.

Yo me quedé con el móvil preguntando cómo estaban los niños. Tras un rato me senté en el marco de la ventana observando la gran ciudad. Todo era precioso, siempre me había gustado París.
R- ¿qué quieres hacer hoy?
Yo- Estoy bastante cansada.
R- Yo voy a dar un paseo con Aroa, si quieres venir avísame.
Yo- No, mejor mañana, hoy voy a aprovechar para descansar. Ten cuidado.
R- Tranquila. -dejó un beso en mi frente, y salió de la habitación.

Me quedé un largo rato leyendo un libro hasta que decidí ir a comer algo, Aroa nos dijo que había comida en la nevera. Al bajar al salón me encontré con Jose.
J- Hola.
Yo- Hola.
J- tú eres la amiga de Raquel, ¿no? -¿amiga?
Yo- Sí, bueno, llevamos un tiempo juntas.
J- Oh vaya, perdón, creí que no tenía pareja.
Yo- Pues... sí. -dije forzando una sonrisa.
J- Siento si te he incomodado, es que Aroa me dijo que erais amigas del insti.
Yo- Entiendo, ¿hay algo de comer?
J- Antes preparé pasta, aún debe de quedar.
Yo- Gracias.
J- y... ¿cómo habéis terminado en París?
Yo- Raquel quería venir a ver a Aroa. -dije sirviéndome un plato.
J- Por eso mismo pensé que estaba con ella.
Yo- ¿con Aroa?
J- Sí, siempre fueron muy cercanas, pensé que habría algo más.
Yo- Pues más les vale que no. -dije sin pensar demasiado.- ¿y tú quien eres? -dije sentándome en al mesa.
J- Pues soy un amigo de Aroa jajaja, somos como hermanos. Pero eso no quita que ella a veces se pase de intensa. Estoy aquí como profesor de bellas artes en la universidad. -yo asentí.
Yo- ¿y vives con Aroa?
J- Que va, vivo con mi novio, en una casa cernada. Pero él está de viaje de trabajo y Aroa me pidió que viniera para conoceros.
Yo- Interesante... Me caes tú mejor que ella. -el rió ante mi sinceridad.
J- Es difícil de llevar.
Yo- Y yo no tengo paciencia...
J- ¿te apetece dar una vuelta? Conociendo a Aroa no llegarán hasta el anochecer, y estamos al lado del río Sena, podríamos dar una vuelta en barco. -dudémoslo durante unos segundos, y aunque me apetecía descansar, no me parecía mal plan.
Yo- Vale, voy a cambiarme. -me duché, me arreglé un poco y me puse un vestido beige y bajé de nuevo.- Listo. -salimos de la casa y caminamos hasta llegar.

Tras hacer algo de cola nos subimos al barco y nos sentamos en una de las primeras filas de asientos, desde donde teníamos muy buenas vistas.
J- Estás muy seria. ¿Te sientes bien?
Yo- Me hubiera gustado que mi primer paseo aquí fuera con Raquel, la verdad. Pero sinceramente no me apetecía salir con Aroa también.
J- Aroa es complicada...
Yo- Ya lo veo. -pasamos el paseo hablando sobre el lugar, Jose lo conocía de maravilla e iba señalando cada cosa.
Llegamos no muy tarde a la casa, Raquel y su amiga aún no estaban. Dejé mil llamadas en su teléfono, pero no atendió ninguna. Comencé a preocuparme pero decidí darme una ducha y aclarar mi cabeza.

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