_4 Una visita complicada_

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   Había pasado una semana, y pese a los reproches y súplicas del castaño su hermana no había parado de burlarse de Bill. Quizá la había sobre estimado demasiado, después de todo aún seguía siendo Mabel.

   El joven no había tenido tiempo suficiente como para ir a supervisar el estado del demonio, puesto que entre su trabajo a tiempo parcial en la cabaña, y las pocas ganas que tenía de reencontrarse con él no había podido ir. Ahora que tenía la semana libre, dado que su tío intercalaba semanas para que ambos jóvenes trabajaran y disfrutaran de sus vacaciones, estaba seguro de que ese tiempo había sido suficiente como para sentirse seguro de ver a Bill Chiper.

   Hablando de intercalar semanas, ésta le tocaba a Wendy. Sería ella quien atendería a las pobres almas que ingresarían a la gran cabaña del misterio. La otra le tocaría a Mabel, por lo cual ella lo acompañaría ese mismo día al bosque para que no se sintiera solo. Cosa que, sinceramente, agradecía.

   Una vez ambos jóvenes estuvieron listos, se dirigieran al punto de encuentro con sus respectivos equipamientos: un par de abrigos, linternas, botellas de agua y botiquín de primeros auxilios. Bueno, Dipper en realidad llevaba consigo una botella extra, junto con un cepillo que su hermana muy amablemente le había recomendado tener a mano.

   El bosque les dio la bienvenida con un hermoso ambiente. Los pájaros cantaban, el viento soplaba y las hojas de los árboles iban y venían lentamente a la par de la suave brisa. A su vez, ambos gemelos apreciaban el momento a paso lento y tranquilo, sin prisa de encontrarse con su pirámide preferida.

   Mabel estaba callada, había recibido un fuerte regaño por parte de su hermano, quien le advirtió que no volviera a molestar a Bill una vez terminara de arreglar lo que fuera que ella le hubiera hecho.

   El castaño por otro lado, intentaba despejar su cabeza de cualquier cosa referida al dorito ilumiati con lo último visto en su libro. Si lo pensaba bien, de alguna manera lo que les había sucedido parecía una de esas series, libros y películas que tanto veía de chico. Él y su hermana eran unos chicos normales, que por cosas del destino llegaban a un nuevo lugar, y salvaban a sus habitantes de un extraño ser que amenazaba con sus vidas. Al final, ambos vencían el mal y regresaban a sus vidas como si nada hubiera pasado. Lo que pasara ahora en adelante podría tomarse como una especie de epílogo, en el cual todos los personajes encontraban la felicidad y paz que se les fue negada en su encrucijada… O al menos así debería de ser.

   Si era sincero, el menor de los Pines deseaba que esta vuelta sea una especie de secuela, dónde ambos hermanos descubrirían nuevos misterios y criaturas increíbles. Quizá hasta podrían encontrar el amor con un lindo chico o chica, e incluso una amistad sincera. Cualquiera de esas cosas le haría feliz. Aunque si lo pensaba bien, todas las secuelas que conocía, o al menos la mayoría, eran peores que sus predecesoras, cosa que terminó por convencerle de no querer nada parecido. Después de todo, no podía imaginar nada más interesante que lo que vivió años atrás en su primer verano en Gravity Falls.

   No le molestaría en absoluto tener esas tranquilas vacaciones que no fue capaz de disfrutar en su niñez, disfrutando de las tonterías de Mabel, las malas bromas de Soos y Wendy, y simplemente hablando con sus seres queridos, riendo y charlando como cualquier persona de su edad lo haría. Explorando cada que él quisiera cualquier misterio que capte su atención, sin que algún ser o persona mal de la cabeza los persiguiera con la intención de dañarlos, matarlos ni esclavizarlos.

   Quizá estuviera madurando, pero no sé molestaría si este verano resultaba ser así. El hecho de pasar sus últimos días como adolecente tranquilamente en un pequeño pueblo, lejos de la ciudad, y con personas a quienes podía confiarle su vida sin preocuparse de salir herido, como lo había estado haciendo, lleno de aventuras y misterios por descubrir que no incluyeran estirar la pata antes de llegar a sus dieciocho, para convertirse finalmente en un adulto, realmente no le desagradaba.

_Nuevo comienzo_ BilldipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora