3. El deseo

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Bulma se incorporó en su cama algo apesadumbrada. No se había recuperado del todo aún del día anterior, había dormido pocas horas con todo aquello que había vivido con el saiyajin en el día de los enamorados.

Se sonrojó al recordar lo vivido, aún no creía que aquel día había sido realidad. Se había pasado tanto tiempo enojada con Yamcha, no se había dado cuenta en qué momento el saiyajin había empezado a llamar su atención.
Solo pudo pensar en la explosión de celos que había sufrido ese día cuando Vegeta casi le había dicho que si a la propuesta de cita de otra mujer, habló sin pensar en aquel entonces, pero aquello venía de lo más profundo de su ser.

Se levantó de la cama y abrió las persianas para dejar entrar el sol a la habitación, miró con ensoñación el azul del firmamento. Desde allí podía ver el árbol donde ella y Vegeta se habían quedado dormidos al volver de la azotea de aquel edificio. No entendía qué había sido aquello que había sucedido con el saiyajin, pero le agradaba, ansiaba sentir aquello otra vez.

Procedió a cambiarse de ropa, se puso un precioso vestido casual para estar en casa, era liso y color gris, le llegaba un poco antes de la rodilla. Encima de él se puso su bata de laboratorio, al hacerlo no pudo evitar recordar el rastreador extraviado. Aquel asunto la tenía preocupada, ella solía ser sumamente cuidadosa con sus cosas, no había manera de que lo hubiese perdido en algún lugar de la casa.

Una vez vestida, procedió a bajar a desayunar. Al llegar al comedor se encontró con sus padres que bebían café y té con tranquilidad.

Buenos días-saludó la peliazul sonriente, le agradaba que la sala estuviera apacible. Se sentía como si caminara sobre nubes desde lo sucedido con el príncipe, si bien la situación no era clara, no podía evitar recordar la sensación de los labios de su huésped sobre los suyos.

Buenos días hijita-saludó Bunny sonriente. Rápidamente se dirigió a servirle café a su amada hija con una sonrisa plasmada en su rostro.

Buenos días Bulma-dijo el señor Brief apartando la mirada del periódico que estaba leyendo. Le dedicó una fugaz sonrisa a su hija antes de darle un sorbo a su taza de té.

Te ves de buen humor hoy-dijo la rubia mientras tomaba asiento junto a su esposo. Bulma estaba sentada del otro lado de la mesa de frente a ella. La expresión de su hija se veía radiante-Te ves tan hermosa- halagó,
Bulma sonrió ante el comentario de su madre.

¿Qué tal estuvo la cita con el joven Vegeta?-preguntó intrigada la mujer. No podía reprimir su curiosidad respecto a aquello. Su hija no había atinado a contarle nada de eso.

Mamá-dijo Bulma un tanto avergonzada ante tan repentina pregunta. Si bien recordaba la noche anterior con cariño no ansiaba que nada se entrometiera en aquella mística que había sentido estando con el saiyajin. Solo ellos dos sabían lo que había sucedido.

Parece que se divirtieron mucho-dijo el científico, sacó de entre las hojas de su periódico una revista que parecía ser de chimentos. En la portada se lucía una foto de Bulma y Vegeta entrando al evento de Mr. Satán. En la foto, ambos parecían estar algo serios, aún así lucían como una pareja ideal.

Bueno, no estuvo tan mal. Aunque vimos a Yamcha, estaba con una chica-contó la peliazul-Por eso luego nos fuimos a la casa de un amigo que vive cerca de allí-aclaró. Realmente habían estado en aquella terraza por algunas horas.

¿Y ya no vas a salir con el joven Yamcha?-preguntó la mujer, no es que el ex de la peliazul le molestara especialmente, pero ella prefería la idea de que su hija se pusiera en pareja con el apuesto saiyajin que vivía con ellos.

No, él está con otra mujer ya-dijo Bulma con tono determinante-Solo quiero concentrarme en el laboratorio ahora-dijo mientras volvía a tomar de su café. Sus padres sabían cuánto había sufrido con la infidelidad del beisbolista.

Cambios del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora