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- ¿De qué color es el cielo...?

- Azul...

- Debe ser hermoso, y con las nubes que dices aún más...

- Muchas veces las nubes cubren al sol, o llueve-

- El sonido de la lluvia también es hermosa, ya sabes, el canto de l os pájaros, el sonido del viento, los niños riendo...

- Tch... niños...

El pecoso soltó una pequeña risa mientras era llevado por el mayor hacia su habitación teniendo una de las tantas conversaciones comunes del día a día. Era ciego, nació con unos preciosos ojos esmeraldas, color que no tendría la menor idea de cómo se vería. Volvió a soltar una risa haciendo que el albiceleste voltease a verlo confundido, era un enfermero, el primer día que ingresó al hospital, lo asignaron como guía y compañero del contrario y él aceptó gustoso de poder ayudar, aunque no había esperado conectar tanto con el muchacho y terminar siendo buenos amigos.

- ¿Además de ciego ahora estas loco?

El peliverde volvió a soltar una risa, más fuerte que antes, sabía cómo era el comportamiento del albiceleste, se quedó quieto en su lugar aún riendo y palpando desde el brazo del contrario llegó a su rostro haciendo que su paso se detuviera, comenzó a acariciarlo despacio, el mayor ya se había acostumbrado a que Izuku sea demasiado curioso, pero le agradaba en cierto sentido. A medida que tocaba llegó a su cabello y sonrió de lado.

- ¿Te cortaste el cabello? Lo siento muy corto a como sueles llevarlo...

- Fue hace poco, ya era hora de cortarlo...

- Te quedaba bien, el celeste es un bonito color...

- No podías verlo.

- Pero si sentirlo, y era suave y con unas bonitas ondas, además me dijiste el color de tu cabello una vez, además, en mi imaginación es un bonito color.

- Como digas...

Volvió a sonreír ampliamente y con sus dedos fue explorando el rostro del mayor, pasó sus pulgares con cuidado por los ojos del contrario, luego por sus pómulos y finalmente sus labios, pudo notar que estaban algo secos, suspiró algo bajito, acción que hizo que el contrario rodará los ojos aunque no lo viese, bajo un poco más por su mentón y con el índice tocó un lugar un poco abajo del labio, sonrió.

- ¡Aquí está!

- En realidad está del otro lado, pero casi le das...

Esta vez el albiceleste soltó una risa, casi siempre el menor intentaba acertar donde se encontraba su lunar, al menos desde que se lo comentó, cosa que casi siempre fallaba.

- Algún día lo voy a lograr, ya vas a ver...

- Yo ya veo, tu aún no... -

Tocó la punta de la nariz del mas bajo y ambos rieron, siguieron su camino hacia la habitación del pecoso y una vez al llegar el menor se dejó caer sobre su cama, el mayor se sentó en una esquina sonriendo.

- Para no ver, sabes muy bien donde queda tu cama...

- Llevo 7 años aquí ¿Qué esperabas?

- Bien, bien, no dije nada.

La madre de Izuku había tenido que viajar hacia el país vecino por trabajo ya hace casi 8 años, con el propósito de ganar dinero y mantener la comodidad de su pequeño, y aunque le fue muy díficil, lo único que él pudo hacer fue convencerla de dejarlo en el hospital y ella no se preocupara frecuentemente por él, ahora en el presente no había podido reencontrarse con ella aún, pero tenía noticias y se sentía tranquilo con eso, además que en algunos días cumpliría los 19. Se incorporó y buscando a tientas encontró la mano de Tomura, sonrió y entrelazo sus dedos, dejó caer su cabeza en el hombro del mayor. Suspiró y cerrando los ojos hablo.

- Gracias por estar a mi lado...

El mayor sonrió, dejó un beso en la coronilla del menor y desorden un poco su cabello, quizás el término buenos amigos quedaba corto, pero era incierto el tipo de relación que tenían, pero el mayor estaba seguro de tener mucho aprecio hacia el peliverde y quizás un gran cariño por este. Además, podía decirse a si mismo que fue un gran punto de firmeza en su vida dándole cierto sentido a su vida.

- Gracias también por estar al lado mío Izuku.

Rieron muy bajito, ambos se acostaron en la pequeña cama y mientras que el menor se quedaba dormido, el contrario le describía una gran playa, playa que sólo había visto en sueños y que quizás algún día pudiese ir con el menor, soñar no costaba nada. Soltó un pequeño suspiro y el sueño también pudo con él, se acomodó al lado del pecoso quedándose dormido junto a este, abrazándolo de manera protectora de forma inconciente.

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ONE SHOTS || SHIGADEKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora