A chance

☾apítulo 6

-Tienes que estar bromeando.

Can gruñó lanzándole la almohada en la cabeza. Seguía repitiendo lo mismo desde que habían llegado a su casa, el asombro y desagrado de su amigo eran más que evidentes. Su cara de asco hasta le habría resultado graciosa, de no ser porque en verdad quería descansar unpoco.

-Ya te dije que no es necesario que te quedes aquí -sus ojos rodaron cuando se dio cuenta que el mayor no lo escuchaba por seguir quejándose.

-No puedo creer que hayas estado aquí todo este tiempo -resopló, viendo la estructura y el lugar con solo un par de muebles. Ni siquiera había una cama y el techo tenía un par de agujeros que Can no había tenido tiempo de arreglar-. Esta porquería se va a romper.

-Si vas a seguir insultando el lugar en el que vivo, mejor vete -suspiró, de pronto se sentía muy cansado. Tharn lo miró preocupado, olvidando al instante su descontento.

-¿Seguro que estás bien?

-He escuchado eso tantas veces estos últimos meses... -murmuró el más chico mientras se quedaba profundamente dormido.

Tharn suspiró mientras se sentaba en medio del lugar observando a su pequeño amigo. Can estaba recostado en una especie de colchoneta y parecía muy cómodo ahí, aunque su semblante decía todo locontrario. Estaba seguro como el infierno que esas no eran las condiciones en las que una persona con su tipo de lesión debería estar. No es que él fuera un niño rico que no soportaba estar en lugares sin todas las comodidades a las que ya estaba acostumbrado, porque de hecho aunque el lugar necesitaba muchas mejoras, estaba bastante limpio. Estaba seguro que su amigo hacía lo que podía.

Se recostó en el piso mirando el techo. Seguía pensando que en cualquier momento se caería sobre ellos pero ahora esa no era su principal preocupación. ¿Qué haría de ahora en adelante? Ley seguramente le pediría informes sobre su hermano, específicamente su paradero. ¿Debería decirle que ya lo había encontrado? Sería lo mejor en su situación, es decir, el chico necesitaba recuperarse.

Sin embargo, no podía dejar de pensar que aunque lo había visto cansado, también estaba sonriendo. Una sonrisa sincera dedicada altipo ese con cara de querer matarlo. Llevaba años sin verlo sonreír así, incluso desde antes del accidente en auto. ¿Quién era ese tipo en la vida de Can? ¿Y por qué lo veía como si Can fuese una pieza preciosa de porcelana?

Tomó su celular para hacer unas llamadas. Debería investigar antes de hablar con Ley, pero para eso también era necesario que Can cooperara con él.

-Sigues igual -soltó Samy, entrando a su despacho. Tin no levantó la vista de los documentos que tenía en su escritorio, aunque ni siquiera podía concentrarse en ellos-. No, de hecho creo que estás peor. Y creo saber por qué, o mejor dicho por quién.

Eso atrajo el interés de Tin, quien alzó una ceja hacia su molesta prima.

-Ahí está, no tenías esa mirada desde que pasó aquello con Pete -se llevó una mano a la barbilla, pensando-. Pero no puedo creer que sea por ese bastardo. ¿Sigues sin cerrar ese ciclo?

-Déjame trabajar en paz -soltó el más grande, su vista desviándose a su laptop, buscando a alguien en específico en las cámaras deseguridad, sin resultado. Can no había ido en días a petición suya y eso lo estaba volviendo loco. ¿Por qué lo había obligado a esocon la amenaza de despedirlo? Era un idiota y se estaba volviendo loco. ¿Quizá debería ir a ver cómo estaba...?

-...y por eso estaba pensando en ir a ver cómo está Can -escuchó que Samy decía y su mirada voló como un resorte a la pequeña chica frente a él, que se sobresaltó en su asiento.